Golpe de calor y calidad de vida
El calor ha llegado para quedarse. Quizás con mucha más virulencia que en otros veranos. Será necesario, por lo tanto, establecer medidas de asistencia que no se "derritan" fácilmente.
La semana que atravesamos ha sido pródiga en días bastante calurosos. La cercanía del verano se hace sentir. Ante ello, nunca están de más las recomendaciones que los organismos sanitarios, tanto oficiales como privados, difunden para evitar lo que se denomina golpes de calor, en especial en los sectores de población más vulnerables, como los niños y los adultos mayores, así como quienes desarrollan tareas al aire libre.
El golpe de calor es el aumento de la temperatura del cuerpo por una exposición prolongada al sol (insolación clásica), por hacer ejercicios en ambientes calurosos o con poca ventilación o por habitar viviendas que no tienen la aislación necesaria, al punto que se pierde agua y sales esenciales. En estas situaciones el cuerpo tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales como la sudoración por lo que se produce un aumento de la temperatura corporal. El golpe de calor puede presentarse en el momento o después de varios días de alta temperatura.
Al fallar los mecanismos para eliminar el calor, el organismo pierde la capacidad de enfriarse y los síntomas pueden aparecer de inmediato o luego de varias jornadas. Así, fiebre alta, piel enrojecida, caliente y seca, aceleración del pulso cardíacos, dolores de cabeza, mareos, deshidratación y hasta pérdida del conocimiento son síntomas a los que hay que estar atentos. La consulta al médico es la primera medida atinada. La automedicación o la sugerencia de algunas "terapias" no es conveniente, puesto que si no se trata como corresponde, el golpe de calor puede acarrear consecuencias más severas.
Niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas son los que están más expuestos. Teniendo en cuenta estos grupos, la comunicación sanitaria para que se tomen las medidas del caso, debería apuntar a cada grupo y a sus responsables adultos. Asimismo, algunas medidas de simple implementación y bajo costo para el erario público bien podrían concretarse. Por ejemplo, la instalación de gazebos que brinden sombra en sitios donde la gente se congrega para hacer algún trámite o la entrega de agua en barrios y lugares de trabajo al aire libre.
En el mismo sentido, teniendo en cuenta las dificultades que los sectores menos favorecidos tienen para poder climatizar los hogares como corresponde, puesto que habitan viviendas precarias y en condiciones de hacinamiento, debería contemplarse que, más allá del pago en cuotas extendido en el tiempo,los artefactos como ventiladores o aires acondicionados puedan ser considerados como elementos a subsidiar junto con el consumo de energía bajo la modalidad de tarifa social.
El calor ha llegado para quedarse. Quizás con mucha más virulencia que en otros veranos, como consecuencia de los fenómenos que desencadena el cambio climático. En consecuencia, se puede ver alterada la salud de muchas personas. Será necesario, por lo tanto, establecer medidas de asistencia que no se "derritan" fácilmente, perduren en el tiempo e impidan que la pendiente por la que transita la calidad de vida no se haga más empinada aún.