EL CUIDADO DE LOS MENORES EN LAS PISCINAS
EL CUIDADO DE LOS MENORES EN LAS PISCINAS
El descuido de los adultos y la falta de
medidas de prevención que impidan a los chicos llegar al agua son, generalmente,
las razones de tragedias como las que todos los veranos informamos. También, la falta de capacitación para brindar los primeros auxilios.
El descuido de los adultos y la falta de
medidas de prevención que impidan a los chicos llegar al agua son, generalmente,
las razones de tragedias como las que todos los veranos informamos. También, la falta de capacitación para brindar los primeros auxilios.
Según datos de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ahogamiento es la segunda causa
de muerte por traumatismo no intencional en niños y adolescentes. Este tipo de
sucesos lamentables se cobró la vida de 476 personas en 2019, 64 de las cuales
fueron niños menores de 5 años. La mayoría de estos hechos se produjeron en
piscinas particulares. En menor cantidad, también se verificaron en sitios
públicos.
El descuido de
los adultos responsables y la falta de medidas de prevención que impidan a los
chicos llegar al agua son, generalmente, las razones de tragedias como las que
todos los veranos informan los medios de comunicación. También, la falta de
capacitación de las personas del entorno del menor accidentado para brindarle
los primeros auxilios y efectuar, por ejemplo, las técnicas de resucitación
cardiopulmonar.
Como se puede
vislumbrar en las estadísticas, las noticias que relatan ahogamientos y muertes
de menores de edad en las piscinas y cursos de agua crecen demasiado en el
verano. Es por ello que debe insistirse en que la imprudencia o la negligencia
son actitudes que pueden generar situaciones extremas que ponen en riesgo la
vida de cualquier persona, pero especialmente la de los más pequeños. Por ello,
acercarse a una masa de agua requiere de suma atención y cuidado.
Es preciso
insistir, entonces, en la instalación de barreras para restringir el acceso al
agua. El cercado de piletas cobra especial trascendencia para evitar accidentes
fatales, así como la atención especializada para que los chicos que viven cerca
de espejos del agua y enseñar a nadar a los niños y niñas en edad escolar.
También debe comprenderse que la vulnerabilidad de los niños es diferente según
la edad: los menores de 1 año dependen de sus cuidadores y pueden ahogarse muy
rápido en baldes, tachos, zanjas, acequias o pozos, mientras que los menores de
cinco años se ahogan en piletas o espacios con agua en o cerca de sus
domicilios, y los mayores o adolescentes tienen más probabilidades de ahogarse
en masas de agua naturales como ríos, arroyos, mares y lagos.
Por todo ello,
no cabe duda de que la supervisión de los niños pequeños en el agua debe ser no
solo cercana, sino competente y constante. Además, debe recordarse la
importancia de utilizar elementos de protección, como chalecos salvavidas
validados por las autoridades competentes. Estos implementos deben brindar
seguridad plena, por lo que deberán los adultos responsables tener cuidado con
algunos elementos que no reúnen las condiciones necesarias y engañosamente
afirman lo contrario. Es vital no cometer descuidos que luego se lamentan.
En definitiva,
aumentar los cuidados en los natatorios de cualquier tipo, mantener la
vigilancia estrecha y sostenerla aun a pesar de los contratiempos que puedan
generarse, será la única alternativa de que la tragedia no se haga presente en
las piscinas, tanto hogareñas como públicas. La búsqueda alivio por el intenso
calor no merece transformarse en un drama que implique la pérdida de una vida.
Según datos de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ahogamiento es la segunda causa
de muerte por traumatismo no intencional en niños y adolescentes. Este tipo de
sucesos lamentables se cobró la vida de 476 personas en 2019, 64 de las cuales
fueron niños menores de 5 años. La mayoría de estos hechos se produjeron en
piscinas particulares. En menor cantidad, también se verificaron en sitios
públicos.
El descuido de
los adultos responsables y la falta de medidas de prevención que impidan a los
chicos llegar al agua son, generalmente, las razones de tragedias como las que
todos los veranos informan los medios de comunicación. También, la falta de
capacitación de las personas del entorno del menor accidentado para brindarle
los primeros auxilios y efectuar, por ejemplo, las técnicas de resucitación
cardiopulmonar.
Como se puede
vislumbrar en las estadísticas, las noticias que relatan ahogamientos y muertes
de menores de edad en las piscinas y cursos de agua crecen demasiado en el
verano. Es por ello que debe insistirse en que la imprudencia o la negligencia
son actitudes que pueden generar situaciones extremas que ponen en riesgo la
vida de cualquier persona, pero especialmente la de los más pequeños. Por ello,
acercarse a una masa de agua requiere de suma atención y cuidado.
Es preciso
insistir, entonces, en la instalación de barreras para restringir el acceso al
agua. El cercado de piletas cobra especial trascendencia para evitar accidentes
fatales, así como la atención especializada para que los chicos que viven cerca
de espejos del agua y enseñar a nadar a los niños y niñas en edad escolar.
También debe comprenderse que la vulnerabilidad de los niños es diferente según
la edad: los menores de 1 año dependen de sus cuidadores y pueden ahogarse muy
rápido en baldes, tachos, zanjas, acequias o pozos, mientras que los menores de
cinco años se ahogan en piletas o espacios con agua en o cerca de sus
domicilios, y los mayores o adolescentes tienen más probabilidades de ahogarse
en masas de agua naturales como ríos, arroyos, mares y lagos.
Por todo ello,
no cabe duda de que la supervisión de los niños pequeños en el agua debe ser no
solo cercana, sino competente y constante. Además, debe recordarse la
importancia de utilizar elementos de protección, como chalecos salvavidas
validados por las autoridades competentes. Estos implementos deben brindar
seguridad plena, por lo que deberán los adultos responsables tener cuidado con
algunos elementos que no reúnen las condiciones necesarias y engañosamente
afirman lo contrario. Es vital no cometer descuidos que luego se lamentan.
En definitiva,
aumentar los cuidados en los natatorios de cualquier tipo, mantener la
vigilancia estrecha y sostenerla aun a pesar de los contratiempos que puedan
generarse, será la única alternativa de que la tragedia no se haga presente en
las piscinas, tanto hogareñas como públicas. La búsqueda alivio por el intenso
calor no merece transformarse en un drama que implique la pérdida de una vida.