Conmoción
Nunca antes, en más de 130 años en San Francisco, un intendente había resultado víctima de un ataque como el que sufrió Damián Bernarte. El hecho despertó el rechazo generalizado de la comunidad, el repudio y pedido de Justicia de personalidades de todo el arco político de la ciudad y la provincia.
La palabra del título puede definirse como “sacudida”. Sin apelar a crónicas exhaustivas, se colige que la ciudad toda experimentó ayer una sacudida, una convulsión, inédita. Nunca antes, en más de 130 años, un intendente había resultado víctima de un ataque como el que sufrió Damián Bernarte.
La memoria histórica de San Francisco solo recuerda una agresión contra Serafín Trigueros de Godoy, hace casi un siglo, cuando resultó con heridas leves causas por un sujeto que compartía la misma agrupación política.
Si bien deben aguardarse todos los resultados de las investigaciones que está desarrollando la fiscalía a cargo del doctor Bernardo Alberione, todo indica que el ataque de la madrugada del domingo no se inscribe en el contexto de la disputa política. Por el contrario, sería una cuestión de índole personal que, aun en este caso que ha sido noticia nacional por la investidura del atacado, no es, inicialmente, propia del campo del análisis periodístico. Sin embargo, quien padeció el ataque es la máxima autoridad de la ciudad y, por esta circunstancia, el caso adquirió lógica repercusión pública.
Se impone, en primera instancia, insistir en que se comprenda que estos modos violentos y temerarios nunca son la solución si se pretende resolver un problema, una disputa, sea ésta política, gremial, deportiva o personal. No es posible admitirlos. Entenderlo es una exigencia de este momento tan delicado de la humanidad, puesto que configuran evidentes signos de la disparatada furia que se ellos reflejan. Se torna preciso recordar, entonces, que, como afirmó hace ya tiempo Martin Luther King, “la violencia causa más problemas de los que resuelve”. Siempre.
Por ello, conviene resaltar el rechazo generalizado que ha provocado este ataque en la comunidad sanfrancisqueña. Así también, las expresiones de repudio formuladas por personalidades de todo el arco político de la ciudad y el pedido para que la Justicia establezca las responsabilidades que correspondan. Es preciso remarcar estas actitudes y clamar para sean la normalidad en la vida institucional de la ciudad, la provincia y el país.
Anhelando que el intendente municipal se recupere de las heridas recibidas de manera pronta y total, sería saludable generar un ejercicio de reflexión comunitario para comprender que de exasperación y la irracionalidad nunca llevan a buen puerto.