Atender a las víctimas de un flagelo escalofriante

La detención de dos sujetos acusados de haber abusado sexualmente de dos menores de edad en nuestra ciudad, ha vuelto a poner en escena la extensión de un flagelo social dramático y de características que producen escalofríos.
La detención de dos sujetos acusados de haber abusado sexualmente de dos menores de edad en nuestra ciudad, ha vuelto a poner en escena la extensión de un flagelo social dramático y de características que producen escalofríos en cualquier contexto. En uno de los casos, debió recurrirse a Interpol para detener al abusador que se había fugado, circunstancia que resultó más que llamativa y determinó que los medios nacionales se hicieran eco del tema.
El drama que viven las víctimas de tremendas aberraciones obliga a hacer un esfuerzo de empatía que debe tener correlato en la existencia de políticas públicas cuyo objetivo se vincula con la contención de las víctimas más allá del momento inicial de las investigaciones y del proceso judicial que se encare. En recientes declaraciones a este diario, el fiscal de Delitos Complejos de los tribunales de San Francisco, Bernardo Alberione, puso énfasis en esta situación. Aseguró que el cuadro tremendo que se presenta para el menor que sufre abusos sexuales resulta agravado cuando el Estado no está presente para contener a esta víctima, más allá de los cuidados iniciales.
Pese a todas las campañas de difusión, la verdadera dimensión de este drama no se visibiliza con facilidad. El fiscal Alberione brindó un dato que debería estremecer a la sociedad: en su fiscalía ingresa una denuncia de abuso sexual cada dos días. Es preciso repetirlo: cada dos días. La frecuencia refleja con claridad la gravedad de este flagelo y la necesidad de que se encuentren estrategias para atender y acompañar a las víctimas para que puedan encontrar cauces que les permitan sobrellevar y salir de la conmoción tremenda que significa padecer abusos.
Alberione reconoció que la Justicia tiene los elementos para investigar. Pero "el problema está en qué pasa con la víctima del delito. Hasta el momento de la denuncia, está acompañada y contenida. Después de la denuncia, el único que está acompañado es el autor del hecho. La Justicia tiene que acompañar a la víctima durante todo el proceso hasta que se recupere. Al preso se le brinda un adecuado tratamiento carcelario, recreación, tratamiento psicológico y pautas de conducta mediante al accionar de un juez de Ejecución Penal que se ocupa de que ese preso, hasta el último día de su condena, tenga todos los elementos que hagan falta para que las cárceles sean dignas. Entonces la Justicia tiene que acompañar a la víctima de una violación tal como acompaña al victimario porque la víctima está sola en todo el proceso".
Quien pronunció esta frase no es un funcionario inexperto en el tema. Su reflexión está basada en años de experiencia en la materia. La contundencia de estas afirmaciones exige respuestas urgentes. Porque a la indefensión que sufre una persona abusada, mucho más si es menor de edad, se le suma la desprotección de quienes terminan cuidando más al agresor. NO se tiene en cuenta, lo afirma el fiscal, que "el proceso de la víctima no termina con la denuncia, sino que empieza con ella. De hecho, no termina siquiera con la condena porque la víctima continúa con miedo y con el resto de las secuelas de esa violación".
Las herramientas para el corto plazo, como en prácticamente todos los ámbitos de la política, no terminan con el problema. Con la acción de Interpol o sin ella, el agresor puede terminar encarcelado y condenado. Pero el calvario de la víctima continúa sin que el apoyo del Estado se prolongue hasta que esa persona procese sus heridas y pueda retomar el control de su vida.