VALIOSO ELOGIO A LA DEMOCRACIA LIBERAL
VALIOSO ELOGIO A LA DEMOCRACIA LIBERAL
Su reivindicación por parte del presidente
de Colombia -quien en otro momento de su vida combatió literalmente este
sistema-es un valioso aporte que merece
ser tenido en cuenta por líderes de otros países de la región.
Su reivindicación por parte del presidente
de Colombia -quien en otro momento de su vida combatió literalmente este
sistema-es un valioso aporte que merece
ser tenido en cuenta por líderes de otros países de la región.
-
Gustavo Petro, presidente de Colombia.
La democracia es una forma de gobierno que
establece el funcionamiento del Estado en base a principios legados por la
tradición política liberal que garantiza, entre otras cosas, la separación de
poderes, un poder judicial independiente y un sistema de controles y
equilibrios entre las ramas del gobierno.
Con el tiempo, las constituciones que fijaron
las reglas de este sistema de gobierno han determinado las elecciones libres
como medio para legitimar la representatividad de la voluntad popular, el
ejercicio de la autoridad gubernamental de conformidad a la ley, la difusión de
los actos de gobierno, el principio del federalismo en algunos casos y, algo
central, la vigencia de derechos y garantías de los ciudadanos.
Desde hace siglos, la democracia liberal
ha venido demostrando, como lo afirmó en cierta oportunidad Winston Churchill,
que es "la peor forma de gobierno, con excepción de todas las demás". Con su
ironía, el ex premier británico, que pasó a la historia por su combate a los
más duros regímenes totalitarios de la primera mitad del siglo XX, dejó en
claro el valor de esta construcción que, con todos sus problemas, enaltece la condición
del hombre y procura asegurar el don preciado de su libertad.
"Rechazar la democracia liberal lleva a la
dictadura, como ha ocurrido en algunos países de América Latina" es el título
de una entrevista publicada días atrás en el diario El País de Madrid. Quien la
pronunció fue un presidente latinoamericano que viajaba a la cumbre sobre el
cambio climático en Egipto. Su nombre: Gustavo Petro, primer mandatario de
Colombia.
En este caso, no es la sentencia que alaba
la democracia liberal lo que llamó la atención. Sí quién la pronunció. Porque
Gustavo Petro es un dirigente formado y con militancia en corrientes de
izquierda que reniegan de este sistema de gobierno y propician la instauración
de regímenes que se alejan de los principios liberales de la democracia.
Petro fue miembro del grupo terrorista
M-19, organización que combatió al Estado colombiano -se autodefinía como
organización político-militar urbana, antiimperialista y antioligárquica-, conformada
por algunos grupos que nacieron en ámbitos religiosos y también por
desencantados de las Farc y otras milicias "revolucionarias".
La acción más conocida de este grupo
subversivo fue el intento de toma del Palacio de Justicia en 1985, con el
objetivo de hacer un juicio al presidente Betancur. El hecho fue en una
tragedia por el combate que se sostuvo con parte del Ejército, con un saldo de
11 magistrados muertos, varios civiles, y desaparecidos, sumando un total de 94
muertos.
El actual presidente colombiano elogió los
triunfos de Lula en Brasil y de Gabriel Boric en Chile, mandatarios de
izquierda que, como él, accedieron al poder en elecciones libres. Sentenció al
respecto que "rechazar la democracia liberal lleva hacia dictaduras y
autoritarismos como se vienen presentando en algunos países de América Latina".
Y cuando se le preguntó si se refería a Venezuela, respondió: "Me refiero a
países autoritarios en América Latina en general. Defender la democracia
liberal me parece que es importante para toda América Latina y para Venezuela".
Más allá de los cuestionamientos que
podían hacerse al funcionamiento de este sistema de gobierno, su reivindicación
por parte del mandatario de Colombia -quien en otro momento de su vida lo combatió
literalmente-, es un valioso aporte que merece ser tenido en cuenta por líderes
de otros países de la región que, inmersos en una lucha ideológica que asoma
hasta como obsoleta, se muestran empecinados en rechazar sus principios y
encaminarse peligrosamente hacia una deriva autoritaria.
La democracia es una forma de gobierno que
establece el funcionamiento del Estado en base a principios legados por la
tradición política liberal que garantiza, entre otras cosas, la separación de
poderes, un poder judicial independiente y un sistema de controles y
equilibrios entre las ramas del gobierno.
Con el tiempo, las constituciones que fijaron
las reglas de este sistema de gobierno han determinado las elecciones libres
como medio para legitimar la representatividad de la voluntad popular, el
ejercicio de la autoridad gubernamental de conformidad a la ley, la difusión de
los actos de gobierno, el principio del federalismo en algunos casos y, algo
central, la vigencia de derechos y garantías de los ciudadanos.
Desde hace siglos, la democracia liberal
ha venido demostrando, como lo afirmó en cierta oportunidad Winston Churchill,
que es "la peor forma de gobierno, con excepción de todas las demás". Con su
ironía, el ex premier británico, que pasó a la historia por su combate a los
más duros regímenes totalitarios de la primera mitad del siglo XX, dejó en
claro el valor de esta construcción que, con todos sus problemas, enaltece la condición
del hombre y procura asegurar el don preciado de su libertad.
"Rechazar la democracia liberal lleva a la
dictadura, como ha ocurrido en algunos países de América Latina" es el título
de una entrevista publicada días atrás en el diario El País de Madrid. Quien la
pronunció fue un presidente latinoamericano que viajaba a la cumbre sobre el
cambio climático en Egipto. Su nombre: Gustavo Petro, primer mandatario de
Colombia.
En este caso, no es la sentencia que alaba
la democracia liberal lo que llamó la atención. Sí quién la pronunció. Porque
Gustavo Petro es un dirigente formado y con militancia en corrientes de
izquierda que reniegan de este sistema de gobierno y propician la instauración
de regímenes que se alejan de los principios liberales de la democracia.
Petro fue miembro del grupo terrorista
M-19, organización que combatió al Estado colombiano -se autodefinía como
organización político-militar urbana, antiimperialista y antioligárquica-, conformada
por algunos grupos que nacieron en ámbitos religiosos y también por
desencantados de las Farc y otras milicias "revolucionarias".
La acción más conocida de este grupo
subversivo fue el intento de toma del Palacio de Justicia en 1985, con el
objetivo de hacer un juicio al presidente Betancur. El hecho fue en una
tragedia por el combate que se sostuvo con parte del Ejército, con un saldo de
11 magistrados muertos, varios civiles, y desaparecidos, sumando un total de 94
muertos.
El actual presidente colombiano elogió los
triunfos de Lula en Brasil y de Gabriel Boric en Chile, mandatarios de
izquierda que, como él, accedieron al poder en elecciones libres. Sentenció al
respecto que "rechazar la democracia liberal lleva hacia dictaduras y
autoritarismos como se vienen presentando en algunos países de América Latina".
Y cuando se le preguntó si se refería a Venezuela, respondió: "Me refiero a
países autoritarios en América Latina en general. Defender la democracia
liberal me parece que es importante para toda América Latina y para Venezuela".
Más allá de los cuestionamientos que
podían hacerse al funcionamiento de este sistema de gobierno, su reivindicación
por parte del mandatario de Colombia -quien en otro momento de su vida lo combatió
literalmente-, es un valioso aporte que merece ser tenido en cuenta por líderes
de otros países de la región que, inmersos en una lucha ideológica que asoma
hasta como obsoleta, se muestran empecinados en rechazar sus principios y
encaminarse peligrosamente hacia una deriva autoritaria.