Una vuelta por la fábrica donde se cose y se cocina
Esta es la historia de Macoser, una empresa que nació con un producto y nombre, luego lo cambió por otros y después le ganó a la "contracorriente" económica porque supo soltar las máquinas de coser Kopp, fabricar las Singer y abrazar a cocinas Florencia.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Hace mucho fue una fábrica destinada a ser un emporio primero de las máquinas de coser y ahora con las cocinas, sin embargo, la afirmación no es algo engalanador porque a lo largo de su trayectoria varias cosas contribuyeron a eso.
Muchos recordarán a esta empresa como la fábrica que hasta 2001 estuvo en Bv. 9 de Julio 949, donde por todos los costados se podía encontrar una parte de los talleres, antes ese terreno había sido al primer edificio de la "Escuela del Trabajo" donde salieron muchos de los primeros trabajadores industriales que se insertaron en este mercado en la ciudad.
Las necesidades llevaron a su expansión y ubicación muchos años después en el Parque Industrial precisamente a Santiago Pampiglione 4486 y allí en un terreno donde en aquel entonces solo había soja alrededor se erigió de nuevo la fábrica con su estructura actual.
Por si se necesitaran más curiosidades en el hall de entrada de la empresa se encuentran los productos que retroalimentan su identidad reconocida a nivel nacional y en miles de casas. A un costado están las máquinas de coser, donde se pueden ver desde aquellas viejas Kopp hasta algunos de los más recientes modelos de Singer; mientras que del otro lado se observan las cocinas con perfecta letra manuscrita donde se lee Florencia.
Entre esos productos se fermentó Macoser símbolo de la tercera ola de crecimiento industrial en la ciudad, una fábrica dueña del éxito y con la lucidez suficiente para dar el salto a la reconversión sin perder su esencia. Un lugar donde "se cose" y "se cocina".
Macoser tiene 225 empleados en la ciudad, otros 70 aproximadamente en Buenos Aires donde viven los socios de la familia Macchieraldo.
Un tal señor Kopp
Hace 66 años, el 2 de agosto de 1954 comenzó la actividad en lo que primero se llamó Talleres Industriales Kopp, cuyo objetivo era la fabricación de máquinas de coser para uso hogareño. En aquel primer directorio se consignó como presidente de la empresa a don Anselmo Macchieraldo, cuyos descendientes son parte de la sociedad que continúa con aquel legado.
La historia empieza cuando desde Almafuerte llegó "un señor de apellido Kopp", Guillermo Kopp, que trajo la idea de fabricar máquinas de coser y había empezado a delinear cómo podía producírselas. La idea convenció a don Macchieraldo con quienes entablaron sociedad y se embarcaron en ese mercado.
El tiempo pasó y don Kopp se fue, pero el nombre y la fábrica siguieron ligados a la industria de San Francisco. Las máquinas Kopp se hicieron famosas en todo el país con distintos modelos y el éxito abrió una nueva oportunidad.
Se mantuvo así hasta que en 1984 se cambió por Macoser (Máquinas de coser) y el nombre de Kopp desapareció para que la impresión diga Singer, empresa internacional que le otorgó la licencia a la fábrica dirigida por Anselmo Macchieraldo para comercializarlas en Argentina.
Así como pasó con las Kopp ahora sucedía con las Singer, la marca era sinónimo de garantía y todos querían tener puntadas hechas con esa máquina cuyos orígenes obligan a remontarse a 1851 cuando su inventor Isaac Merrit Singer la patentó en Nueva York (Estados Unidos).
La gran mayoría de las piezas para la fabricación de cocinas Florencia se realiza en la misma empresa.
Siguen siendo titulares de la licencia para comercializar Singer y fueron la única fábrica que no cerró tras dejar de producirlas gracias a su desarrollo e inversión con las cocinas Florencia.
Se rompieron las agujas
Los '90 nuevamente aparecen en escena como un punto de inflexión en la ciudad - como también sucedió en el país -, el modelo económico de la convertibilidad se tornaba cada vez más insostenible y para finales de esta década el mercado de máquinas de coser no tenía peso suficiente para competir con las importaciones de oriente.
De esta forma en 1998 Macoser optó por reconvertirse y buscar otro mercado para fabricar en la línea de electrodomésticos a la par de las máquinas de coser. Ese inicio "tímido" marcó el futuro.
"En el 2001 nos instalamos en el Parque Industrial y empezó a crecer el rubro cocinas", dijo Roberto Macchieraldo, uno de los socios de la empresa.
A ese producto inicial de la cocina se le fueron haciendo agregados como la fabricación local del horno para empotrar, anafes, la cocina eléctrica y esperan con el proyecto en vista llegar a la industrial.
En paralelo la máquina de coser fue perdiendo cada vez más terreno, tanto que hace dos años Macoser decidió dejar de fabricarlas en razón que la competencia era insostenible y la inversión no podía ser afrontada.
"Nosotros seguimos vendiendo máquinas de coser - porque mantienen la licencia exclusiva para comercializarlas en el país -, pero con productos importados. Dejamos la fabricación y continuamos con las cocinas", puntualizó Macchieraldo.
Después de dejar la fabricación de máquinas de coser, la planta se adaptó y dedicó más a la producción propia de distintas piezas que antes debían comprar a terceros.
Encendieron las hornallas
Las cocinas fueron el mercado viable para empezar a trabajar a fines de los '90 y eso permitió que a futuro la empresa pudiera sobrevivir al dejar de fabricar máquinas de coser. La idea de fabricarlas no surgió de la noche a la mañana. "Un consejo que me dio gente de Singer fue que buscáramos un producto que tuviera 'más aire', en el sentido de que fuera más grande para hacer más difícil la importación por el costo del flete", contó Roberto.
Las alternativas eran heladeras, cocinas o lavarropas para continuar la línea de productos arraigados en el hogar. Buscábamos que fueran electrodomésticos por la de cadena de distribución que teníamos.
De esta forma nació Florencia, cuyo nombre no remite a una mujer de la familia porque en realidad el nombre de la marca recuerda a la ciudad italiana y coincide con un modelo de máquina de coser que habían fabricado cuando empezaron con esta producción paralela.
En San Francisco está concentrada la producción y el área de logística tiene su sede en Buenos Aires.
De los años dorados a la actualidad
Antes de la avalancha de importaciones pocos años antes de los '80 y a lo largo de esa década la fábrica tuvo muy buenas épocas de rentabilidad y producción de máquinas de coser.
Sin embargo, la "cosecha" siempre siguió siendo buena para esta industria porque las cocinas le dieron un nuevo empuje y han ido creciendo desde aquel primer modelo que hicieron.
A nivel local hay un crecimiento y desarrollo grande en el Parque Industrial, la ciudad siempre fue un polo de desarrollo industrial muy grande", indicó.
Incluso no dudó en afirmar que "el gran impulso local" estuvo dado por "la Fábrica Militar y la formación en la Escuela del Trabajo", simplemente porque antes de eso venían los trabajadores capacitados de afuera y con estas dos instituciones fue San Francisco el que los generó.