Una obra largamente postergada
La ruta 32 S, que une las ciudades de Frontera y Sastre, sigue siendo de tierra, pese a que es una arteria importante para la comunicación y la movilización de la producción, así como para la interconexión con las rutas troncales que atraviesan el territorio santafesino.
Allá por septiembre de 2005, es decir, 13 años atrás, se realizó en la localidad de Esmeralda una reunión para analizar la posibilidad de que pudiesen comenzar las obras de pavimentación de la ruta 32 S, que une las ciudades de Frontera y Sastre. En aquel encuentro participaron altos funcionarios provinciales y municipales, todos involucrados en la búsqueda de alternativas para que los trabajos tengan su inicio a la brevedad. Desde aquel encuentro e incluso antes, existe un fuerte deseo regional de que se concrete la carpeta asfáltica en ese camino.
Como se conoce, la ruta 32 S corre paralela a las vías del Ferrocarril Belgrano y une a Frontera con Sastre, involucra a los distritos de Zenón Pereyra, Esmeralda y Garibaldi, llegando hasta la localidad de San Martín de las Escobas.
De más está señalar que su pavimentación sería un incentivo notable para incrementar la comunicación entre los distintos pueblos del oeste santafesino, pero también para potenciar el desarrollo económico y social de una amplia región. Sin embargo, por imperio de las vicisitudes económicas y políticas del país, aquella idea que tiene mucho más de 13 años continúa siendo una aspiración cada vez más lejana. Casi se ha transformado en una quimera.
Es verdad que la construcción de la autovía 19 en el tramo que une Santo Tomé con San Francisco ha permitido una mejora sustancial en la comunicación terrestre en el oeste de la vecina provincia. No obstante, la integración de los pueblos de los departamentos San Martín y Castellanos continúa pendiente. Una de las causas es la imposibilidad de contar con rutas alternativas que unan a las localidades y acorten distancias. La ruta 32 S cumple largamente ese cometido, pero los habitantes de la región viven pendientes de las condiciones en las que se encuentra el camino de tierra. En algunos momentos, especialmente en la época de lluvias, se torna intransitable, lo que obliga a hacer muchos kilómetros para trasladarse a un pueblo vecino que está a pocos kilómetros de distancia.
También es verdad que hace un año se licitó un alteo de un tramo de la ruta, desde Frontera hasta Zenón Pereyra. Lógico es pensar que esta obra mejoró las condiciones del camino, pero todavía los problemas persisten en virtud de que la gran solución de la pavimentación no ha llegado.
Al respecto, gestiones hubo muchas a lo largo del tiempo. Vale recordar aquí que este diario publicó en marzo de 2008 los trámites que llevaron a cabo los entonces intendentes y jefes comunales de Frontera, Sastre y Esmeralda ante el Ministerio de Obras Públicas santafesino para acordar la pavimentación. Existió incluso el compromiso de actualizar partidas en el presupuesto provincial para su concreción.
Aquella buena predisposición quedó solo en las palabras. Y la ruta 32 S sigue siendo de tierra, pese a que es una arteria importante para la comunicación y la movilización de la producción, así como para la interconexión con las rutas troncales que atraviesan el territorio santafesino.