Trilogía "Before": El amanecer de un amor que marcará el después
A mediados de los '90 el director estadounidense Richard Linklater largaba Antes del Amanecer, primera entrega de la saga "Before", que a la fecha completan las secuelas Antes del Atardecer (2004) y Antes de la Medianoche (2013). En el marco del Día de los Enamorados (o San Valentín), recomendamos esta trilogía para suspirar, ilusionarse, reír, sufrir, llorar o pensar. Soñando con nuevos episodios de esta pareja que ya es patrimonio de la humanidad cinéfila.
Before Sunrise es la historia no de un primer amor de juventud, sino del primero con una afinidad sincera, no sin menos brío e intensidad. Si en los primeros encuentros amorosos sólo se busca exhibir lo mejor de cada uno, en el filme de 1995 los protagonistas se irán dejando conocer, desnudando así temores y sueños revocados (Copete)
Un tren avanza con una próxima estación: Viena. Ante la discusión de una pareja alemana, ella, Céline(Julie Delpy), interrumpe su lectura, toma su bolso y se aparta de su sitio en el vagón. Encuentra un lugar vacío a pocos metros y lo hace suyo. Del otro costado del pasillo, un joven leyendo. Pronto sabrá que su nombre es Jesse (Ethan Hawke).
Entre ellos un primer intercambio de miradas, seguidas de unas palabras y una afinidad en común: la lectura. Ella, muestra leer relatos de Georges Bataille; él, la autobiografía de Klaus Kinski: 'Yo necesito amor'.
Sobreviene una invitación a ir al bar del tren. Una vez allí se revelan sus orígenes: él, estadounidense; ella, francesa. Hablan en inglés, pues Jesse no sabe otro idioma (arquetipo, de hecho explícito, de cómo los de su nacionalidad no aprenden a hablar otro idioma, pues no lo necesitan). Los primeros relatos profundizan en proyecciones de lo que deberían ser a su veintena de edad.
Aunque pronto Viena se acerca. Viena está allí. Destino final de Jesee que lamenta no poder seguir la conversación.
Sin embargo antes de una última despedida le hará una propuesta. Bajar con él y pasear por la ciudad hasta antes del amanecer del día siguiente, momento en que deberá partir para abordar su avión de regreso. Para el cometido de llevarla consigo evoca una posible duda de ella a futuro ¿Y si era él el hombre de su vida? Ella no podría vivir con esa duda.
Una Céline sonriente acepta. Baja en Viena. Atraída por la imaginación todavía adolescente de ese extraño.
La caminata por esa bella ciudad comienza. Entre los primeros sitios, llegan a una tienda de vinilos. Ella le muestra uno y se disponen a escucharlo en un apartado. Escena memorable cuando gira el disco y suena 'Come Here' de Kath Bloom: 'There's a wind that blows in from the north, / And it says that loving takes its course. Ojos que se posan tímidamente sobre el otro, intentando sortear el ser descubiertos / 'Come here. Come here'/, aunque el 'ven aquí' que reza la canción es negado por el momento.
La noche sobreviene, el episodio de la gitana y el poeta son pequeños recreos a las charlas. El escepticismo que muestra Jesse con esos personajes tiene su correlato cuando revela lo que hasta hace pocas horas era un viaje frustrado a Europa. Una visita a una novia que acabó en una repentina soltería: un primer alerta al amor a distancia.
Un suceder de días de desengaño hasta conocer a Céline, quien también arrastra una historia acaso no feliz (¿las hay de otro modo si no ha llegado un nuevo amor?). "Siempre siento la presión de ser el ideal de mujer fuerte e independiente y que no parezca que mi vida gira alrededor de un tipo. Pero, amar a alguien y ser amada es realmente importante para mí. Siempre me burlo del asunto pero... ¿qué no todo lo que hacemos es una manera de que nos amen un poco más?", expresa ella.
La cuestión de si se volverán a ver tras el amanecer ahora amenazante los atañe de pronto. Los inquieta. Hay un llamado a la adultez, pues el plano de legitimidad que le brindan a sus experiencias les dice que no, que no es posible verse dada la distancia de Europa con Estados Unidos. Debe ser una noche. No proyectar más allá.
Se sucede el regateo de una botella de vino y copas escondidas en un bolso. Luego, un espacio verde los verá acostados mirando la noche. Lugar donde tras algunas dudas sellarán en la piel la atracción creciente. La tímida luz del amanecer los ilumina, hay tiempo para otras revelaciones. No obstante, la respiración se vuelve tensa y las palabras titubean: está allí la caminata de la despedida.
El llamado de partida del tren de Céline entorpece un beso final que no lo es. Al fin la expresión deseada: dejar atrás lo de 'Una vez'. Encontrarse, sí, ¿cuándo? -"¡Cinco años?" ¡No! Mejor dentro de seis meses, a partir de la noche vivida. De un 16 de junio da diciembre. Sí. En el mismo lugar. Ahora la incertidumbre de si se verán otra vez cambia de lugar: acompaña a los espectadores. No a ellos, cautivos del encanto.