Ser del San Martín, un legado que no reconoce barreras de tiempo
Cada colegio deja una huella marcada en el alma de quienes formaron parte de ella, siempre de alguna forma evocan aquellos momentos; para Nora Ambrosino fueron tres: un docente estricto y gran persona, los compañeros y el orgullo de la banda.
Por Ivana Acosta | LVSJ
En los ojos claros de Nora Ambrosino todavía están grabados los recuerdos de aquellos años que pasó estudiando en el Colegio Superior San Martín. Su paso por la institución fue entre 1964 y 1968 habiendo sido parte de la histórica sección Comercial.
En esos años cultivó muchos aprendizajes, el idioma francés fue uno de ellos porque le tocó un curso donde durante los 5 años fue interiorizándose en esa lengua, algo que quedó grabado tan a fuego que aun hoy es capaz de entender las noticias en canales franceses.
Cuando terminó el colegio primario la mamá de Nora quiso que sea maestra, pero empecinada por el gusto que tuvo desde siempre en relación con lo comercial fue y realizó el examen de ingreso.
"Siempre me gustó el comercio, mi mamá quería que sea maestra pero cuando había que entrar a primer año yo fui a rendir y entre al San Martín. Me encantó la escuela, había mucha disciplina es increíble con el cambio ahora", contó pensando en retrospectiva a aquel tiempo.
Hacerse el "aguante" entre chicas y chicos era una característica del curso al que fue Nora y con quienes egresó.
Los años de estudiante
Disfrutó en esos años de la contabilidad, el derecho comercial y la mecanografía que eran algunas de las materias que cursó. La relación con los docentes en general detalló que era muy buena muchas veces incluso los visitaron en sus casas donde compartieron tardes enteras entre gaseosas y meriendas.
Ahí vino otro recuerdo a su mente, uno que tiene nombre y apellido: Víctor Bonomo. "Muchos se cambiaron en tercer año, había una materia de Contabilidad que nos daba Víctor Bonomo y era un 'filtro' entre los que se cambiaban de colegio o seguían estudiando a la noche. Era súper estricto y exigente y aprendí mucho de él", recordó emocionada.
Víctor tenía una pareja que también era varón. Ellos llegaron a una ciudad donde poco se hablaba de eso - como pasó durante muchos años - pero para ninguno de sus estudiantes eso fue un motivo de lejanía, el amor que se tuvieron los hacía únicos y el perfil de docentes era un valor agregado.
Lo que se llevó
Para ella la distinción en aquellos años por ir "al San Martín" estaba dada por el fuerte primero el compañerismo y también por la Banda. "Era un orgullo porque fue la primera, me acuerdo cuando los despedimos en 1966 cuando fueron a Tucumán por el aniversario de la Independencia".
A 52 años de aquel egreso los valores sanmartinianos están intactos en ella como egresada de la institución educativa. Reviven en su mente y en cada encuentro con sus excompañeros de promoción.