Segundas marcas
Las segundas marcas han ganado protagonismo por la crisis, pero han sido siempre actores centrales en el juego de la oferta y la demanda y la calidad de la mayoría de ellas está fuera de discusión.
"Ahora aparecen y proliferan marcas La Pindonga o Cuchuflito que
nadie conoce", dijo Cristina Kirchner, ex presidente y actual candidata a
vice, en la presentación de su libro en la ciudad de Mar del Plata. La frase
pronunciada en ese acto, enmarcado en la campaña electoral, instaló de manera
inmediata la polémica.
Más allá de la vulgaridad del lenguaje utilizado por la ex mandataria y dando por conocido el hecho de que sus conceptos tenían como objetivo central descalificar la errática política económica llevada adelante por el actual gobierno, la discusión comenzó a discurrir por otros andariveles. Algunos exégetas de la visión kirchnerista ratificaron la óptica inicial por la cual se pretendió enrostrar al gobierno su mayor debilidad, que no es otra que la impericia para aliviar la crisis económica y sus efectos en la población más vulnerable. Pero, incluso desde veredas no enfrentadas con esta mirada de la realidad, se interpretaron como desafortunadas las afirmaciones.
Es que las segundas marcas han existido desde hace mucho tiempo en los mercados de todo el mundo. No es que aparecieron de la nada en medio de la crisis. Existían y también tenían buenas ventas en tiempos mejores, porque formaron parte de estrategias de marketing que pretendían preservar a las primeras y atacar segmentos de mercado no atendidos o en los que no han podido penetrar por diversas razones. Entre ellas, sin dudas, la imposibilidad de acceder a ellas para buena parte de los bolsillos familiares. Pero no es la única causa de la proliferación de este tipo de productos de similar calidad pero de precio inferior a los considerados de "primera".
En este contexto, las segundas marcas no han parado de ganar terreno en los mercados de la Argentina. Encuestas serias ubican su consumo en el 42,8% de los productos vendidos y un crecimiento de facturación del 4,3% en el primer trimestre de este año. Es decir, estos productos son actores centrales de la economía nacional y muchos de ellos provienen de pymes agroindustriales que son fuente laboral para miles de argentinos.
La crisis signada por una inflación que se resiste y que no encuentra mentes lúcidas en el combate ha determinado que las segundas marcas adquieran aún más importancia en el total de las ventas minoristas, pese a que la caída del consumo es significativa. El contexto actual ratifica que la compra de este tipo de mercaderías es una opción para muchas familias que deben restringir gastos y sufren privaciones importantes. Pero las palabras de la ex presidente no han sido felices. Porque instalaron la sensación de que se está frente a una realidad en la que proliferan productos de bajísima calidad colocados en las góndolas por aprovechadores que pretenderían lucrar con la necesidad de la gente. La experiencia diaria contradice esta mirada. Las segundas marcas han ganado protagonismo por la crisis, pero han sido siempre actores centrales en el juego de la oferta y la demanda y la calidad de la mayoría de ellas está fuera de discusión.