Rompehuelgas Express
Policías, espadas, disparos, muertos y heridos. Ningún responsable... Un clásico en todas las protestas obreras del siglo veinte en San Francisco.
Por Manuel Montali | LVSJ
Los primeros años de la historia de San Francisco se movieron sobre rieles, estrechamente vinculados a la actividad ferroviaria, desde la fundación motivada por el trazado del Central Córdoba a algunas de sus primeras tragedias. La ciudad llegó a tener tres compañías operando, que aportaban dinámica y progreso. También algunos accidentes y reclamos: personas y animales atropellados, así como choques entre trenes. Y un episodio trascendental ocurrió en 1917, en el marco de una larga protesta gremial que terminó en un enfrentamiento con la policía y lo que suele resultar de ello: disparos que nunca se termina de saber quién los efectúa, heridos, muertos y ningún responsable.
Un historial de protestas con finales sangrientos
Las protestas gremiales tuvieron diferentes episodios sangrientos en la ciudad. La más recordada, por supuesto, es el Tampierazo del '73. No menos importante, en hechos sangrientos y consecuencias, fue la luego denominada Primer Tampierazo, en 1929.
El conflicto que nos ocupa en este caso fue también de suma trascendencia, sobre todo para una población que entonces apenas si tenía tres décadas de existencia. El escenario ya venía caldeado en lo atinente a los trenes: aumentos de tarifas en transportes y fletes en los períodos de mayor necesidad, gremios protestando por la suba de los precios... Cuestiones que hoy suenan inverosímiles, lo sabemos, y que en nada se parecen a nuestra actualidad.
El mes de agosto de 1917 encontró al gremio ferroviario local plegándose a una huelga a nivel nacional, por la suspensión de dos obreros en Rosario. La magnitud y duración del reclamo era imposible de prever.
Celebración trágica
La población, acorde a su fuerte ascendencia italiana, se preparaba para los tradicionales festejos del "XX de Settembre". Ese día, un jueves, arribó a la estación ubicada por entonces en lo que hoy es la Plaza Cívica, un convoy de inspección conduciendo refuerzos de tropas nacionales para apaciguar los ánimos de los huelguistas. La policía local, supuestamente, no tenía noticias del arribo de este tren, por lo que al sentir el silbato procedieron a concurrir a controlar la situación. No fueron los únicos, porque numerosos curiosos se trasladaron a observar qué sucedía con ese tren que llegaba en plena protesta. Se aglomeraron en el famoso puente que unía los bulevares, por lo que los oficiales procedieron a desalojarlos. Ahí las crónicas y la investigación policial se tornan confusas. Porque se dice que el tren tuvo un inconveniente en sus maniobras y algunos huelguistas quisieron ir en actitud pacífica a ayudar, pero que dos de los policías que venían en el tren, tenientes de apellidos Pérez y Ramírez, desenvainaron espadas y la emprendieron contra gremialistas y público. Entonces sonó el primer disparo. Para la policía, partió desde los huelguistas. Estos lo negaron. Lo cierto es que fuego va, fuego viene, tras varios minutos de balacera, terminó perdiendo la vida el carpintero Pedro Stuardi, italiano de 63 años. En tanto, resultaron heridos el teniente Ramírez, los particulares Carlos Casetai y José Beltramone, y el huelguista Natalio Sánchez (a quien se acusó luego de haber iniciado el tiroteo). Tuvieron que intervenir los célebres médicos Enrique Carrá y Tomás Areta, héroes en la reciente lucha contra la peste bubónica y la fundación del Hospital "J. B. Iturraspe".
Contrapuntos entre versiones
Las versiones de los testigos, como suele pasar, difieren de las policiales, en varios puntos. Uno, el más importante, es que Stuardi no habría muerto en el tiroteo sino varios minutos después, al atravesar la vía. También se dijo que el teniente Ramírez dio la orden de fuego no ante un disparo de los huelguistas, sino al recibir una pedrada...
Mientras un buen número de ciudadanos y ferroviarios (que habían suspendido sus protestas) acompañaban el cortejo fúnebre de Stuardi, el mismo viernes, el tren de inspección retornó a Buenos Aires.
La huelga ferroviaria quedó así desarticulada en San Francisco. Los servicios se reanudaron poco después. Nadie fue imputado por el homicidio. Las balas perdidas, se sabe, suelen tener esa curiosa puntería, algo que quedaría demostrado a lo largo del siglo que recién empezaba en la ciudad del este cordobés.