Pueden ser apropiadas, pero no deseables
Es posible que en varias regiones, especialmente en el Amba, deba retrotraerse la situación a etapas anteriores de aislamiento más rígido. Ante el cansancio y las dificultades serias que devienen de una economía paralizada, es fundamental el modo como se explicitarán las nuevas medidas, que pueden ser las más razonables y justas pero evidentemente no son objeto de deseo en este momento.
Ante el crecimiento de casos en el área de Buenos Aires y el Conurbano, el ministro de Salud, Ginés González García, señaló que si bien el pico de contagios "todavía no llegó", sería "deseable" una vuelta a la fase uno. "Evidentemente tenemos que tomar alguna medida porque lo que nosotros estuvimos haciendo fue muy útil para tener un crecimiento lento, se esperaban resultados mucho más trágicos para este tiempo, pero estamos creciendo y tenemos que buscar cómo pararlo. Siempre dijimos que eso se hace poniendo el pie en el freno", sostuvo el ministro de Salud, en una entrevista televisiva.
Más allá de las apreciaciones que podrían hacerse en torno a las innumerables postergaciones de los anuncios del pico de la pandemia en el país y de las situaciones dramáticas que está generando en el área denominada como Amba, la utilización del término "deseable" puede remitir a un fallido que revelaría la zona de confort en la que alguna dirigencia gubernamental parece encontrar en las restricciones impuestas para evitar que se desmadre la curva de casos y el sistema de salud llegue a colapsar.
De acuerdo a muchas opiniones, puede ser apropiado o adecuado volver a las primeras fases del aislamiento. Pero en este momento no es para nada deseable. Muchas veces las medidas para solucionar un problema no son simpáticas. En otras, generan reacciones adversas. En estos casos, está claro que la población no desea tener que acatarlas, pero lo debe hacer para cumplir con las normas y actuar con responsabilidad social, sin que ello implique cercenar su derecho a reclamar.
No es deseable un retorno a la cuarentena estricta en ningún lugar del país. Podrá ser imperioso hacerlo y tendrá que ser explicada de manera clara y coherente, porque si se expresan dudas, si no existe un objetivo claro y no se ponen plazos concretos, la incertidumbre que hoy campea en el país se agiganta.
El desconcierto existente en todo el mundo respecto al comportamiento del virus y su efecto en las distintas sociedades hace deseables otras cuestiones. Entre otras cuestiones, en todos los países la población desea saber hasta cuándo tendrá que soportar estas restricciones y los las razones por las que no fueron certeros los pronósticos sobre la llegada del pico de la pandemia. También anhela que sus gobernantes expliquen con claridad qué es lo que se ha hecho para reforzar el sistema de salud frente a la crisis. Lo mismo ansía tener seguridad de que se está actuando con criterios científicos y no por conveniencias políticas. También queda claro que es deseable una conducta generalizada de responsabilidad social para evitar que el relajamiento obligue a volver a etapas de más encierro y restricción.
Es posible que en varias regiones, especialmente en el Amba, deba retrotraerse la situación a etapas anteriores de aislamiento más rígido. Ante el cansancio, el esfuerzo por sostenerse y las dificultades serias que devienen de una economía paralizada, cobra fundamental importancia el modo como se explicitarán las nuevas medidas. Que, vale repetirlo, pueden ser las más razonables y justas pero evidentemente no son objeto de deseo en este momento.