Programación neurolingüística: somos lo que creemos
Sentimos hambre, comemos. Sentimos frío, nos abrigamos. Estamos cansados, dormimos. Ahora bien, ¿qué son las creencias y cómo influyen en este sistema de demanda y respuesta?.
Hoy en día, gracias a la investigación de muchos científicos, se conocen técnicas nuevas que ayudan a superar un conflicto o a mejorar nuestra calidad de vida. No solo se aplican al ámbito de la nutrición, sino también a muchos otros aspectos en los que hay algo por resolver.
Tales técnicas están relacionadas al funcionamiento de nuestro cerebro y a las creencias que allí alojamos y fuimos consolidando con los años.
Primero, aclaremos que el cerebro cuenta con un sistema instintivo-emocional, que nos permite reaccionar ante cualquier alarma que surja en nuestro entorno.
Sentimos hambre, comemos. Sentimos frío, nos abrigamos. Estamos cansados, dormimos. Ahora bien, ¿qué son las creencias y cómo influyen en este sistema de demanda y respuesta?.
Las creencias son el conjunto de principios ideológicos o de reglas y normas con que nos posicionamos ante un obstáculo, conflicto, problema u objetivo a largo de nuestra existencia. Algunas se basan en hechos o experiencias vividas. Otras son juicios aceptados (impuestas por la cultura, la sociedad, la religión). Algunas las formamos. Otras las heredamos (de nuestra familia o nuestro contexto).
Las creencias fundamentan nuestra personalidad y nos permiten determinar el punto de vista desde el cual vemos e interpretamos la realidad. Vale decir, entonces, que la realidad no es una, sino múltiple. Como el prisma que elegimos para entender.
Algunas de estas creencias son potenciales porque nos impulsan a sortear cualquier obstáculo o conseguir lo que anhelamos. No obstante, también existen las otras, las limitantes, que nos paralizan, nos impiden avanzar y alcanzar nuestros objetivos.
La buena noticia es que estas últimas pueden modificarse. Y aquí entra en juego la programación neurolingüística o PNL. La PNL se desarrolla a partir de una serie de técnicas que apunten a modificar una conducta nociva para quien la practica.
Se habla de programación porque nuestro cerebro funciona como una computadora. Nacemos con un sistema operativo y vamos asimilando programas a medida de crecemos. Algunos son útiles; otros, no.
Hablamos de neurolingüística, por un lado, por la intervención de las neuronas, y por otro, por la función que cumple el lenguaje como la facultad de comunicarse (la lengua sería una de las manifestaciones de esa facultad). Las neuronas sensoriales asimilan programas y las motoras los ejecutan.
El lenguaje hace posible que cada persona elija el programa más apropiado para cada situación. Como dijimos, la PNL se aplica en campo personal, terapéutico y profesional.
Mencionemos un ejemplo de cada uno: para superar la pérdida de un ser querido, para sanar una enfermedad (como la obesidad, las fobias, las adicciones), o para formar a futuros líderes de una empresa. Lo más importante es que ayuda al autoconocimiento y de allí se parte para modificar las conductas dañinas o encontrar las adecuadas.
La PNL en la nutrición
En lo que respecta al ámbito de la nutrición, sirven para ayudar al paciente a reconocer entre el hambre emocional (comer por qué sí, para ocultar otro problema o conflicto que no se niega a ver) y el hambre fisiológica (la necesidad de incorporar alimentos para vivir y estar sanos).
Esto tiene que ver con los pensamientos saboteadores: "Me merezco comer esta hamburguesa y esta tableta de chocolate", "Hoy me doy un gustito y mañana sí o sí empiezo a cuidarme", y otros del estilo.
Se sabe que el cerebro consume el 25% de la glucosa y el 20% del oxígeno de la sangre para que cien mil neuronas procesen y ordenen la información que reciben del entorno. Se sabe también que el cerebro siempre, por extraño que parezca, está a nuestro favor.
Por eso, las neuronas toman una decisión y luego la justifican. Y no al revés, a fin de evitar el sentimiento de culpa.
Entonces, "Como de más hoy porque es domingo y mañana, dieta y gimnasio". La PNL sostiene que, antes estos casos, los nutricionistas deben mostrarles al paciente (o al cliente, porque según esta terapia el que acude a una consulta no es pasivo, sino activo: participa y construye su sanación) un plan de acción.
Sin práctica no hay resultados. Por eso, hay que detectar cuándo aparecen esos pensamientos saboteadores, cuáles son, por qué surgen. Y entre el profesional y el que consulta determinar qué hacer para evitarlo, controlarlo y superarlo.
Por ejemplo, que el paciente use una pulsera para recordar qué hacer en el momento en que un pensamiento saboteador lo asalta. Por supuesto que las creencias también acechan a una persona que debe modificar su peso. Y la PNL permite desterrar aquellas que impiden la curación. Por ejemplo, el temor a sufrir hambre si se sigue una dieta o si se respetan las cuatro comidas diarias.
Está demostrado que los resultados afianzan las creencias y que cada una de ellas da origen a un pensamiento, el pensamiento a un emoción o sentimiento y este a un resultado.
Es decir, creencia = pensamiento = emoción/sentimiento = resultado. Si la persona cree que con una dieta se morirá de hambre, esto se fija en el cerebro como un pensamiento. Este pensamiento genera temor y el temor, el resultado de negarse a seguir una dieta que mejore su calidad de vida.
En estas situaciones, el nutricionista debe ayudar a su cliente a reconocer que el problema reside en la creencia. Luego, juntos determinarán la creencia limitante y la sustituirán por una potencial. Como vemos, cada vez más aparecen técnicas que demuestran que una enfermedad o un conflicto no es ajeno a lo que siente aquel que lo padece.
No solo somos un conjunto de huesos y órganos. Las experiencias que vivimos y el entorno en el que crecemos nos marcan a fuego y determinan nuestro accionar y nuestra personalidad. Por suerte, nada es definitivo y podemos trocar aquello que nos daña en una herramienta para nuestra sanación física y espiritual.