¿Por qué los chicos no comen algunos alimentos?
Los gustos no son universales y menos en la comida. Conocer las preferencias alimentarias de los chicos, ampliar su experiencia en sabores y cocinar con amor. Una invitación a compartir la mesa con alimentos que no sean solo ricos en vitaminas o minerales, sino también en sabores.
Este domingo pensé en contarles por qué lo niños no suelen comer ciertos alimentos que nosotros, los padres, quisiéramos que coman. ¿Acaso a ustedes les gusta lo mismo que a sus pares? Seguramente, no. Los gustos no son universales.
En ningún tipo de aspecto, menos en la comida. Empecemos con un ejemplo. ¿Por qué a los niños no les gusta comer verduras? Decir que las rechazan porque son verdes sería simplificar la cuestión. En realidad, esto se debe a los múltiples factores que determinan sus preferencias alimentarias, que son los alimentos que cada uno elige por sobre otros.
Ahora bien, ¿cómo se definen las preferencias alimentarias de un niño?, ¿surgen ya en el seno materno?. Si es así, ¿se pueden modificar?. Las preferencias alimentarias se forman a partir de la experiencia que tiene un niño con los alimentos.
Y esta experiencia se inicia desde el útero mismo, ya que, a través del líquido amniótico, los bebés perciben los sabores de aquello que come su madre.
Por eso, los gustos no son universales y pueden modificarse. Cuanto más temprano, mejor; es decir, cuanto más pequeño sea el niño, más fácil resultará el cambio. De ahí que sea importante no ofrecerles a nuestros hijos solo los alimentos que nos gustan a nosotros.
Tampoco es bueno disfrazarles aquello que sí nos gusta a nosotros para que ellos lo coman porque estaríamos imponiéndole una preferencia que, si bien es nuestra, puede no ser la de ellos. En efecto, el concepto de preferencia alimentaria implica el acto de elegir, escoger, seleccionar entre varios alimentos.
El concepto de gusto, por el contrario, hace alusión a la respuesta afectiva que cada ser humano siente ante una comida y constituye un factor esencial para establecer una preferencia alimentaria. Por ejemplo, elegimos cierto alimento porque nos recuerda las visitas a la casa de los abuelos en la infancia.
Tener en cuenta las preferencias
Pero ¿por qué es tan importante tener en cuenta las preferencias alimentarias de nuestros hijos? Porque ellas definen su comportamiento alimentario. El de ellos y el de nosotros, los adultos. La preferencia alimentaria innata es hacia el sabor dulce y por lo general, se rechaza primero el sabor amargo y luego, el sabor salado.
Si bien es más fácil cambiar la preferencia alimentaria de un niño, en la adolescencia se pueden realizar algunas modificaciones, ya que con la edad, se amplía la variedad de alimentos que probamos. Esto se debe a que aumenta la autonomía en relación con la comida y disminuya la neofobia, esto es, el miedo que se origina a partir de una dieta pobre en sabores.
Para concluir, los invito a todos los padres y adultos que están en contacto con niños a compartir una mesa con alimentos que no sean solo ricos en vitaminas y minerales, sino que también sean ricos en sabores.
Ampliemos la experiencia en sabores de nuestros hijos y atrevámonos a probar algo diferente nosotros también. Así nuestros niños podrán ellos mismos determinar con claridad sus preferencias alimentarias. No olvidemos que enseñamos lo que sabemos, pero contagiamos lo que vivimos. Cocinemos con amor.