Por el resurgir de la Federación de Centros Vecinales
Es de esperar que se concrete el objetivo de sumar a todos los centros en la Federación. Para ello deberán trabajar a destajo las nuevas autoridades, demostrando además transparencia y ecuanimidad para despejar las dudas si existen y devolver el esplendor perdido a un ente histórico de nuestro San Francisco.
Asumió hace pocos días una nueva comisión directiva en la Federación
de Centros Vecinales de San Francisco.
La preside un vecino de barrio Corradi y su período al comando de la
entidad se extenderá hasta 2022. Comenzó de este modo el proceso de
normalización de un ente central en la vida comunitaria que, por distintos motivos,
algunos vinculados con la disputa entronizada por la "vieja política" y otros
establecidos por aspiraciones personales, tiñó de sospechas su accionar.
Se explica por ello el énfasis puesto por el nuevo presidente de la Federación en señalar que hoy los papeles están en orden, luego de años de irregularidades. Y su invitación a los centros vecinales que se alejaron de la entidad madre como consecuencia de aquellos problemas de larga data que dañaron la imagen y deterioraron el rol del dirigente barrial hasta convertirlo en sinónimo de oportunismo y hasta vínculos con la corrupción y el delito.
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Actualmente son 15 las entidades barriales que integran la Federación, de las 29 que existen en San Francisco, algunas constituidas como centros vecinales y otras, como asociaciones civiles. "La FCV es la madre de todos los centros vecinales y es fundamental juntar a todos, los que estén y los que no estén adheridos; con o sin personería jurídica, porque el objetivo es normalizar cada caso y trabajar en conjunto", señaló su presidente, blanqueando un objetivo ambicioso que merece tener respuesta por parte de las distintas organizaciones barriales.
Este resurgir de la Federación de Centros Vecinales obliga a que el municipio le preste atención y actúe en consecuencia. No se trata de que el dirigente vecinal sea el representante municipal en el barrio, sino que -por contrario- se transforme en el representante del barrio ante la municipalidad. Así concebida la acción de la Federación y de los distintos centros, se podrán debatir de manera comunitaria las distintas problemáticas y trabajar articuladamente para que las soluciones lleguen en tiempo y forma a los distintos sectores de la ciudad.
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Es una buena noticia, entonces, el comienzo de esta nueva etapa en el movimiento vecinalista sanfrancisqueño. Una actividad que supo de épocas florecientes en los que la promoción de los habitantes y la concreción de las distintas aspiraciones sectoriales tuvo un ente que las aglutinaba y afianzaba los procesos de participación. Pero también debió atravesar situaciones cruzadas por el dominio de los intereses políticos y personales que desvirtuaron el espíritu de la acción comunitaria. Es de esperar que se concrete el objetivo de sumar a todos los centros en la Federación. Para ello deberán trabajar a destajo las nuevas autoridades, demostrando además transparencia y ecuanimidad para despejar las dudas si existen y devolver el esplendor perdido a un ente histórico de nuestro San Francisco.