“Padres y madres disponibles” para una crianza feliz
El reconocido pediatra cordobés Enrique Orchanski presentó su libro "Intemperies" en nuestra ciudad en el que advierte sobre la soledad en la que crecen niños, niñas y adolescentes. Llamó a los padres a estar presentes, disponibles para sus hijos, ser coherentes y poner límites.
Por Isabel Fernández|LVSJ
Todos los padres y madres estamos de acuerdo en que, lo que más queremos para nuestros niños y adolescentes es que sean felices, que logren sus metas en la vida. Sin embargo, aunque los nutrimos y les damos abrigo en casa, muchas veces la vida vertiginosa puede llevarnos a no mirarlos lo suficiente, a "no estar disponibles" para ellos, dejándolos en una intemperie que hace que se sientan solos.
El reconocido pediatra Enrique Orchanski presentó "Intemperies" en la Feria del Libro 2022 que se realizó en el Superdomo. En el libro mismo brinda una mirada pediátrica sobre la soledad adolescente e infantil. "Intemperies no de aquella gran mayoría que no tiene la posibilidad de comer y abrigarse, sino de aquellos que no están solos, pero se sienten solos".
Orchanski escribió la obra antes de la pandemia, pero hoy está más vigente que nunca, la crisis del coronavirus agudizó esa soledad, los chicos perdieron espacios, juegos, la capacidad de generar su identidad viviendo como en un "refugio antiaéreo", según lo definió el pediatra.
¿Cómo sacarlos de éstas intemperies?. "No hace falta que los padres sean perfectos, que las madres sean perfectas, no existen las madres perfectas. Existen los padres disponibles y los no disponibles. En esa disponibilidad yo pongo el eje de salida de la intemperie", aseguró el pediatra en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO quien analizó los desafíos tras la pandemia y brindó su mirada.
- ¿Por qué los chicos se sienten solos? ¿Qué nos advierte con su libro?
El título es "Intemperies" pero el subtítulo es más temerario, es una mirada pediátrica sobre la soledad adolescente e infantil. No es la soledad de una persona aislada, sino la soledad subjetiva es la sensación personal de que los chicos están solos, rodeados de un montón de amigos y compañeros, de una familia que se mueve todo el tiempo pero que no le brinda miradas directas. Los chicos se sienten solos cuando a los 45 días los meten en una sala cuna porque los padres no tienen dónde dejarlos, porque trabajan ambos y lo más sensato es que los cuide otro. Se sienten solos cuando no almuerzan o cenan con sus padres, porque están sentados a la mesa pero la televisión está prendida y es lo que predomina. Los chicos están solos cuando no se piensa en la calidad de comida de una generación que promete ser obesa. La pandemia como una gran lupa, aumentó todas estas intemperies, golpeando en los hombros de padres, madres, cuidadores, abuelos para que recuperaran un poco el protagonismo de conducir, de acompañar y guiar. Los chicos estuvieron en un "refugio antiaéreo", pasaron meses metidos en guaridas, que fueron los hogares, los cuales estructuralmente los protegían de las bombas que era el virus.
- ¿Cómo hacemos para sacarlos de esa soledad?
No hace falta que los padres sean perfectos, que las madres sean perfectas, no existen las madres perfectas. Existen los padres disponibles y los no disponibles. En esa disponibilidad pongo el eje de salida de la intemperie. Estar disponible para cuando un adolescente quiera hablar, estar disponible en el amamantamiento genuino y deseante. En el acompañamiento escolar, pero no como maestra particular en la casa, sino entendiendo las dificultades y cuál es el brillo de cada chico, cuál es su fortaleza, para apoyar eso y no marcar lo que le sale mal. Además darle la libertad de que el chico sea él y no la persona que uno desea que sea, eso es lo más difícil, siempre dándole pasiones pero quitando el mandato irracional de repetir una historia que ya fue.
Estar presentes,
jugar con ellos, escuharlos y brindarles mucho amor para que crezcan felices
- ¿De qué manera le damos libertad, sin que se convierta en un riesgo para los límites?
En esto hay varias líneas que se cruzan: una es la sobreprotección, otra el empoderamiento de los chicos, muchos son emperadores en su familia decidiendo cosas que no corresponden a su edad. Por ejemplo, un chico que se quiere vestir solo a los dos años, con la ropa que él elige; comer lo que él prefiere o no levantarse a la hora que debe hacerlo. Hay variantes que tienen ver con esto. Se redujo mucho el número de hijos por familia, en un siglo bajó de 12 a uno y medio, entonces casi todos tenemos hijos únicos. Se transforman en chicos sin límites, el empoderamiento va creciendo a medida que pasa el tiempo y cuando son adolescentes buscan salir y diferenciarse de ese esquema y se transforman en chicos con una libertad que no saben manejar. En algunos casos esa libertad juega con los bordes del consumo, sexuales, de la velocidad, de las compañías que no les hacen bien. La adolescencia, a veces, es el momento de darse cuenta que uno está cosechando lo que sembró. Confío mucho en la primera y segunda infancia, hasta que comienzan el colegio, esos primeros cinco años son los cimientos, todo lo que venga después será una consecuencia directa. Por eso hay que empezar desde que uno los piensa a los chicos y a partir de ahí todo crecerá bien.
- ¿Qué tenemos que hacer para ser padres y madres disponibles?
Las familias son construcciones y no hay que pensar si uno hace bien o mal, importa saber que uno hace; con errores, con tropiezos, con idas y vueltas. Es importante que los chicos sean resultado del deseo, no de la casualidad. Ser padre se elige todos los días, no solamente una vez, cada día hay que reconstruirse. Los chicos siempre van a confiar en nosotros en tanto seamos coherentes, siendo adultos, coherentes siendo decentes, honestos y legítimos, esto quiere decir hablar con la verdad. También es fundamental aprender a manejar los "sí" y los "no", que los "sí" sean siempre "sí" y que los "no" sean siempre "no". Es simple, pero lo difícil de esto es mantenerlo, cuando surge el "y bueno pero..." en esa duda, ahí ganan los emperadores. La pandemia dejó muchas consecuencias en los chicos, por eso ahora es importante devolverle ritmos cotidianos, el día y la noche, que lo perdieron durante la pandemia. Devolverles la rutina del desayuno, almuerzo y cena, que vuelvan a dormir, devolverles el juego que diferencien lo que es entretenerse frente a las pantallas y jugar activamente. Todo eso les dará tranquilidad y seguridad.
- Los chicos nos miran siempre, ¿Cuál es el riesgo de adultizarlos?
Los chicos crecen en un mundo atravesado por internet pero siguen dependiendo de los modelos. Estoy convencido que los chicos siguen mirando a sus padres y madres como modelos, pero también vemos a muchos adultos que están jugando a ser joven eternamente. Creo que una de las premisas es definir de nuevo qué es el mundo de los adultos y los chicos inmediatamente encuentran su lugar. Cuando entienden que los adultos tienen su sitio, su cama, sus actividades, sus diálogos, sus amigos, ellos van a saber cuáles son los suyos. Hay que marcar y defender el mundo de los adultos y no adultizarlos. Hay muchos padres que quieren ser amigos, pero eso es dejarlos huérfanos, porque los dejamos sin padres, pasamos a ser amigos y no padres. Eso es mal negocio.