Miramar de Ansenuza: volver a invertir en un pueblo que resurgió de la inundación
LA VOZ DE SAN JUSTO entrevistó a Rodrigo Saltanovich uno de los primeros que se animó a emprender en el lugar donde hace 42 años el agua arrasó con el hotel familiar. Esa mala experiencia no detuvo sus ganas de seguir invirtiendo en esta comunidad.
Reconstruir un pujante destino turístico como Miramar de Ansenuza- que en la década del 70 quedó en ruinas por la inundación- parecía imposible. ¿Quién podría llegar a radicarse o invertir en un pueblo donde el agua se había "tragado" todo?
Confiado en que el potencial turístico esta localidad no podía quedar bajo el agua, Rodrigo Saltanovich fue uno de los primeros empresarios que hace 25 años decidió a apostar al comercio, la gastronomía y hotelería del lugar reconstruyendo el negocio familiar que habían comenzado sus antepasados.
Entre 1976 y 1984 las inundaciones arrasaron con 37 manzanas, 102 hoteles y 60 comercios. Entre ellos se encontraba el Petit Hotel, que alojaba a familias durante toda la temporada de verano en busca de las "aguas milagrosas" de la laguna Mar Chiquita y su fango curativo.
En la década del ´90, Saltanovich transformó el predio donde se emplazaba este emblemático hotel, en uno de los restaurantes más famosos de Ansenuza.
El empresario Rodrigo Saltanovich
Con visión de futuro y confiado en que Miramar recupere su máximo esplendor turístico, renueva su apuesta año a año. En enero inauguró un complejo de departamentos frente al mar que se suman a dos galerías comerciales y una casa de electrodomésticos de su propiedad.
Ni la crisis lo detiene y trabaja ahora en la concreción de un nuevo proyecto comercial.
El arraigo fue un factor determinante a la hora de apostar al resurgir de este pueblo único en la geografía cordobesa, que hoy se afianza entre los destinos turísticos más importantes de la Argentina y que busca convertirse en el Parque Nacional más grande del país, atrayendo así al turismo internacional.
La infraestructura también marcó un antes y un después a la hora de atraer inversiones, siendo la nueva costanera una obra de defensa que brinda seguridad ante el fantasma de la inundación.
Un legado familiar
Saltanovich nació en Córdoba en el año 1977 cuando Miramar sufría su peor inundación, pero sus abuelos y su madre son oriundos de este pueblo de San Justo donde residían durante todo el verano. "En invierno, se iban a Córdoba siendo que mi mamá y sus hermanos estudiaban en la capital, pero su arraigo era acá", comentó el empresario miramarense.
"En el año 1979 fallece mi abuelo y fue justo en la estación fuerte de la inundación, donde gran parte del hotel se pierde y otra queda en pie, pero con mucha agua en su interior. Se vendieron todos los muebles, pero nunca se cobraron; luego el edificio se alquila varias veces, hasta que en 1988 el municipio lo demuele y construye el anfiteatro municipal", comentó Saltanovich, quien heredó este terreno.
"El lote que ocupaba el hotel era gigante y había quedado vacío, sólo estaba el anfiteatro, por eso se nos ocurre años después construir un quincho con una cocina, que fue el puntapié inicial para lo que es hoy el restaurante Petit, frente a la costanera", continuó.
El Petit Hotel, uno de los más emblemáticos de la década de los ´60
El miramarense reconoció que este emblemático anfiteatro, una construcción de piedra que funciona como "ventana" al mar que se convirtió en "la puerta de acceso para la gente de la región". Fue mediante las denominadas "nocheramas" por las que pasaron destacados artistas como Valeria Lynch, Tormenta, entre otros y es hoy la pista de baile del restaurante que administra Saltanovich.
El "spa" de Ansenuza en la década del ´60
Lo que originariamente fue el Hotel Lido- el nombre de su bisabuelo- se transformó años después en Petit Hotel, uno de los más emblemáticos de la década del ´60 por sus aguas termales, que suplían a la laguna, cuando se secó.
Saltanovich dijo que el Petit era muy similar al Hotel Spa Ansenuza, que cuenta con 60 habitaciones, con la diferencia que en aquel entonces se albergaba a familias completas.
"La gente se quedaba como mínimo un mes, y venía toda la familia", recordó Rodrigo. Según relatos de su madre, "era tanta la demanda que mi abuelo dormía en la cocina, el comedor o donde pudiera, ya que alquilaba hasta su propia habitación; inclusive a los pasajeros de mayor confianza les habilitaba su oficina, donde estaba la caja fuerte con toda la recaudación", comentó.
Miramar estaba en su máximo esplendor turístico. Pero aclaró: "Eran otro tipo de turistas que si tenían que dormir en las galerías del hotel, lo hacían, porque no se alcanzaba a cubrir la demanda".
La costanera, una obra de protección
Parte de la nueva costanera que se inauguró en 2003, está enclavada en los terrenos de Saltanovich y según su propietario se trata de una obra que le "cambió la cara" a Miramar, pero al mismo tiempo les aporta seguridad a quienes buscan invertir a pocos metros de la laguna.
"Vuelvo a construir donde se perdió todo pero con la tranquilidad de que esta vez, la costanera se construyó como obra de defensa, por encima de la cota máxima a la que llegó cuando desbordó", expresó Saltanovich.
"Mientras más cerca del agua estás, mejor se trabaja y sabemos que con la costanera estamos protegidos", destacó.
"Al lugareño le cuesta invertir"
El empresario aseguró potencial de esta obra "es inmenso". Sin embargo reconoció que "al lugareño le cuesta invertir en Miramar". Ejemplificó: "de los 13 locales comerciales que tengo, sólo dos son alquilados por habitantes del lugar, el resto es gente de afuera".
Al respecto opinó que "muchas veces no se valora el esfuerzo de quien se anima a invertir aquí, donde los riesgos y la rentabilidad no es la misma que en grandes capitales o polos estudiantiles como Córdoba, por ejemplo".
El miramarense contó que la clave para sostener el negocio es reinvertir año a año sus ganancias. El inversionista confía que Miramar recupere ese potencial turístico que tenía antes de la inundación en los próximos diez años", sostuvo.
El restaurante frente a la costanera recibe a lugareños y turistas
Romper con la estacionalidad, el desafío de Miramar
Afianzado como destino turístico de verano, el empresario aseguró que el gran desafío de Miramar de Ansenuza es "romper con la estacionalidad".
"Tenemos un turismo muy marcado en enero y febrero, pero cuando comienzan las clases, se transforma en otro pueblo", manifestó.
En este sentido sostuvo que "hay que apostar a lo que la gente pide, como por ejemplo contar con pileta climatizada en los hoteles y alojamientos, como un atractivo de descanso aún durante el invierno".
Para el empresario, contar con un centro municipal de talasoterapia
será estratégico a la hora de atraer a los turistas todo el año y al turismo extranjero cuando llegue a ser Parque Nacional. "Este logro nos va a posicionar a nivel mundial como un destino en que el que vamos a poder ofrecer algo que es real y verdadero", indicó el empresario.
Si bien reconoce que el impacto de la crisis se hace sentir en el sector, diversificar los negocios le permite seguir invirtiendo aún en tiempos difíciles. "Saco un poco de cada canasta, porque si tuviera sólo el restaurant ya me habría fundido.
Con la rentabilidad que me dan los departamentos durante el invierno, equilibrio los ingreso que pierdo en el bar durante la temporada baja siendo que el margen de ganancia pasó del 300% al 40%, en un año".
Dentro de este panorama rescató una oportunidad para el verano, siendo que según su percepción, "por el aumento del dólar muchos no van a poder salir del país, por lo que elegirán a Miramar como un destino para sus vacaciones o a menos para pasar un fin de semana de descanso".