Los tres mosqueteros que atestiguaron el hallazgo de Iturraspe
En noviembre de 1966, tres hombres fueron testigos del día en que hallaron el ataúd donde yacía el fundador. En aquella época no se conocían entre sí y 55 años después se reunieron a poner luz sobre esos hechos.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Hugo Madonna (padre), profesor de la Escuela del Trabajo, su alumno Raúl Ferrero y el arquitecto Rafael Macchieraldo, miraban absortos la tumba del fundador José Bernardo Iturraspe (JBI). Era noviembre de 1966 por la tarde y aun la Catedral no se había demolido pero la ciudad estaba convulsionada, por eso lo que ellos presenciaron y los sucesos intermedios quedaron casi ocultos pasando desapercibidos.
Madonna y Macchieraldo no se conocían en aquella época y Ferrero era un adolescente, sin embargo, podrían haber sido los tres mosqueteros de la modernidad cuya primera y gran aventura juntos los asemejó a la figura de los amigos Athos, Porthos y Aramis. Los tres hallaron los restos del fundador y JBI estaba intacto ante ellos.
Poco antes, se habían convertido involuntariamente en los buscadores de ese hombre que dio origen a la ciudad, previo a que sucediera la demolición de la iglesia Catedral. Previo, esa es la clave de esta historia y que llevó a que quede oculta, mientras que otras leyendas urbanas tomaron relevancia alrededor.
"Yo participé de un hecho curioso, que quiero dejar documentado - dijo Macchieraldo en el comienzo de su relato -. Este tan singular episodio, transmitido solo verbalmente, en muy pocas ocasiones queremos dejarlo como testimonio aclarando que no hubo una montaña de escombros sobre la tumba del fundador".
Testigos de ese día los mosqueteros hicieron uso de su memoria para precisar cómo fue aquella jornada donde lo que vieron quedó grabado en su memoria.
Los tres mosqueteros Ferrero, Macchieraldo y Madonna reunidos 55 años después de aquel día
El llamado a la búsqueda
No hay registro fotográfico, no hay filmación tampoco, porque cuando se quisieron solicitar la presencia de un fotógrafo de este diario, Walter Genero, lo intacto que estaba el cuerpo de Iturraspe se hizo añicos por una travesura típica de un niño ávido de curiosidad. Por eso, lo único que queda de aquel día donde los restos del fundador emergieron de su habitáculo original está retenido en la memoria de los mosqueteros.
Era 1966 y la ciudad estaba alborotada porque iban a demoler la Catedral, en ese contexto la nueva "Comisión Pro Monumento del Fundador", ya proyectaba la construcción en el centro de la plaza Vélez Sarsfield una imagen a semejanza de JBI, pero antes de demoler la iglesia sus restos debían ser rescatados para su destino final.
"El secretario ejecutivo de esa comisión, que era José Mariano Cottani, me pidió que buscase y localizase el ataúd en la vieja iglesia. Le hablé a Amadeo Molinelli, a cargo de la futura demolición, un grupo de peones y con ellos fuimos hasta el final de la nave derecha", siguió el arquitecto.
En ese lugar estaba empotrada una placa de mármol de carrara blanco (de 1.50 x 2 metros aproximadamente) con una leyenda que en su primera parte decía: "Aquí yacen los restos del fundador de esta ciudad de San Francisco, don José Bernardo Iturraspe".
Eso hacía pensar que del otro lado estaba el ataúd. Fueron a buscar ahí detrás de la placa, donde dentro de la sacristía derecha había una gruesa construcción de mampostería y allí rompieron, aunque no hubo resultados positivos.
Croquis realizado por Macchieraldo de la escena y lugar del hallazgo.
Mientras tanto...
Hugo Madonna comentó de repente: "Me acuerdo como si fuera hoy porque estábamos todos esperando". El docente de la Escuela del Trabajo estaba en la iglesia porque desmantelaba la instalación eléctrica para emplear los materiales en las prácticas, junto a él estaban tres estudiantes de los cuales solo Raúl Ferrero era de la ciudad, pero este adolescente de 16 años tardaría más en aparecer en escena.
"En ese momento yo daba clases en la Escuela del Trabajo y me habían asignado para desarmar la instalación eléctrica completa. Fuimos dos o tres días para el desmantelamiento y llevaba dos o tres alumnos para trabajar, ese día estaba Raúl Ferrero y otros dos chicos que no son de acá. Amadeo Molinelli estaba ahí supervisando los trabajos y lo que picaban los empleados, al lado estaba él (por Rafael), pero en ese entonces nosotros no nos conocíamos personalmente", describió Madonna.
Ferrero que era hijo del director de la escuela, Rinaldo Armando Ferrero, fue llamado por su profesor cuando ya habían descubierto el lugar y sentenció: "Yo ya lo vi destapado, estaba intacto". Cuando volvió a la escuela (donde también estaba su casa porque en aquel momento quien dirigía el lugar residía allí) todos quedaron sorprendidos, sin palabras, igual que él que vio al mismísimo fundador.
¡Lo encontraron!
Descartada la idea de que JBI estuviera detrás de la placa, siguió la búsqueda donde Macchieraldo detalló que comenzó a golpear con un palo de escoba el piso de mosaicos calcáreos y delante de la placa, como a 2 metros de la pared, comenzó a sonar hueco.
"Con mucho cuidado hice sacar todas las baldosas y descalzar alrededor de donde se sentía el eco. Debajo del piso encontramos varias losetas, de 0.40 x 1.50 metros, que cubrían un ataúd en buen estado de madera, color oscuro", añadió.
Una loseta se partió y cayó sobre el cofre, que estaba además apoyado sobre dos bases de mampostería que lo despegaba del suelo. Luego se retiraron todos los escombros y quedó a la vista solo el ataúd. "El foso era de mampostería, sin revocar de 1.50 x 2.50 metros de ancho y una profundidad de 1.50 metros.
Hugo y Raúl coincidieron en todo y afirmaron que la loseta cayó sobre la mitad del cuerpo, en la zona de la cadera. El lugar estaba totalmente seco y Madonna resaltó que era increíble porque sobrevivió a la gran humedad de los años '54 o '55 en la ciudad.
Intacto ante sus ojos
Ahí en ese foso, los tres hombres (porque Ferrero ya había llegado ante la llamada de Madonna) miraban el ataúd y decidieron abrirlo. No saben quién, pero alguien sacó los broches que lo cerraban (como se estilaba en la época que falleció JBI) y apareció ante sus ojos el fundador.
"J.B.I. estaba intacto, solo se había golpeado donde cayó la loseta, con las manos cruzadas sobre el pecho, camisa blanca, moño negro, la barba en punta y los bigotes, todo tal cual como se ve en los retratos de Iturraspe", señaló Rafael y Hugo como si aún lo estuviera viendo dijo: "Lástima que no teníamos celular...".
La mente de Rafael se encendió y saltó al instante porque a él lo primero que se le ocurrió fue llamar a Walter Genero porque él daba vueltas por todos lados con la cámara, pero no hubo tiempo de nada.
Sin registros
Imprevistamente, un joven que estaba presente, Fernando Fantín (ya fallecido) tocó el cuerpo con una ramita y en un instante todo se transformó en cenizas. Fue como una ilusión que se esfumó. Hizo ¡puf! como cuando hay un castillo de arena, lo tocás y no queda nada. La piel, la ropa todo desapareció y quedaron solo los huesos. Fue una cosa increíble.
Fantín fue y lo contó en su casa y nadie le creyó, claro él era pequeño. Ahora bien, los tres coinciden en que nunca estuvo bajo los escombros Iturraspe porque se demolió después, apenas cayó esa loseta, pero no afectó su integridad, tampoco fue Genero el que lo encontró porque le hubiera sacado una foto ya que dicen los memoriosos que siempre llevaba la cámara con él y andaba así por toda la ciudad.
Raúl también recordó que "la Escuela del Trabajo tenía equipos de gran tecnología para la época", pero como apuntó Madonna, "no pudieron grabar nada porque no había rollos para filmar lo ocurrido". Parecía que el destino no quería que quedara nada de aquel momento, salvo lo almacenado en la memoria de estos tres hombres.
La vieja Catedral donde descansaron primigeniamente los restos de Iturraspe.
Lo que vendría después
Era una época donde la gente estaba preocupada por la demolición, Hugo considera que eso opacó el hallazgo. De repente, los tres quedaron mirándose, recordando un singular episodio que había sido transmitido solo verbalmente en pocas ocasiones y por eso hoy quieren dejarlo como testimonio.
Después llegaría el traslado, donde primero JBI fue llevado transitoriamente al cementerio y depositado en el panteón de las Hermanas de la Inmaculada Concepción. Quedaron en custodia de la comisión y finalmente sus cenizas hoy reposan en el monumento de la plaza Vélez Sarsfield realizado por Miguel Ángel Borgarello.
Y así cayendo casi en el silencio, 55 años después, estos tres mosqueteros abrieron el cofre de sus recuerdos para contar la historia del rescate del fundador.