Los Sosa: padre e hijo se unieron para “refundar” el escultismo
Los Sosa: padre e hijo se unieron para “refundar” el escultismo
Gustavo y Matías Sosa no comparten solo la misma sangre sino
también una misma visión de las cosas. Ser scout marcó sus vidas y en tiempos
donde el movimiento sufre cambios, ellos apostaron por impulsar que dos grupos
volvieran a funcionar.
Gustavo y Matías Sosa no comparten solo la misma sangre sino
también una misma visión de las cosas. Ser scout marcó sus vidas y en tiempos
donde el movimiento sufre cambios, ellos apostaron por impulsar que dos grupos
volvieran a funcionar.
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“Muchas veces la gente se queja de cómo está el mundo pero con un granito de arena que se aporte, ya es mucho”, aseguraron Gustavo y Matías
Gustavo (54) y Matías Sosa (30) tienen algo más en común que
la sangre de padre e hijo. Ambos son dirigentes scout y en este movimiento
encontraron su forma de hacer un aporte para mejorar "un mundo desvirtuado",
donde "mantener los valores del escultismo se vuelve muy necesario".
Ninguno puso reparos al momento de arremangarse, juntar a
viejos compañeros e impulsarlos para poner en marcha grupos scout que habían
desaparecido. Sentían una necesidad de que chicos y jóvenes encontraran un
lugar donde reunirse, divertirse y luchar contra las adicciones y el bullyng.
De esta manera. este año nacieron con los aportes de cada
uno el grupo "Pueblos originarios" - en
la ciudad de Frontera - y se reabrió el San José Obrero, que llevaba casi 20
años con sus puertas cerradas.
Son tiempos difíciles los que corren pero las ganas de
cambiar la vida de otros a través de este movimiento son las mismas. Los chicos
no solo van a jugar sino también a compartir ideas sobre el flagelo de la
droga, el grooming, el bullyng y así
dejan de lado por un rato las redes sociales y los celulares o computadoras.
Su receta tuvo éxito porque entre los dos grupos reúnen a
casi 120 niños y adolescentes, de entre 7 y 17 años que, todos los sábados,
salen de la vorágine diaria y absorben valores que nunca está de más reforzar y
recordar.
Vinculados al escultismo por herencia familiar, los Sosa que
contaron su historia a LA VOZ DE SAN
JUSTO sostienen que es vital en la actualidad reforzar el respeto, el
diálogo y el trabajo en equipo.
Reforzar los valores
Cuando Gustavo era chico, el bullyng o el grooming eran
términos y flagelos que sucedían pero tenían menor impacto, además eran
afrontados de otra manera o ignorados en el peor de los casos. Sin embargo, al
convertirse en un adolescente su hijo Matías las cosas cambiaron y ya
comenzaban a notarse los grandes cambios a los que se enfrenta hoy la sociedad.
Los valores, inmateriales pero necesarios para sostener las
bases de un grupo humano surgen entonces como una variante necesaria para
evitar que los chicos "se metan en problemas".
Para este dúo esto resulta fundamental ya que "el respeto,
el diálogo, la lealtad, la honestidad, el trabajo en equipo y la sinceridad son
los valores que deben guiar a las personas".
"Los problemas están y desde el escultismo, que es una
educación no formal, tratamos de enfocarnos en la solución. Muchas veces, el
debate, la charla, la información, son utilizados para prevenir y cuando se
plantean estas cosas los chicos tienen mucha participación", afirmó Matías que
en 2017 decidió involucrarse en el movimiento scout, de la mano de su papá.
Los grupos scout funcionan como "una gran familia" y ese
concepto lo tiene presente Gustavo que se inició en el movimiento hace 30 años
pero por distintas causas lo dejó de lado hasta hace tres. El hombre hizo
hincapié en el acompañamiento de los padres: "Algunos chicos encuentran en su
casa el acompañamiento de sus padres y eso hace que los aprendizajes o los
valores transmitidos sean internalizados más rápidamente, aunque no siempre
está ese apoyo".
Tienen el mismo objetivo
Padre e hijo protagonizan un 2019 repleto de alegrías en el
plano del escultismo, ambos lograron darle forma, aunque por separado, a dos
grupos scout. El de Gustavo está en Frontera y se llama "Pueblos Originarios";
en tanto que Matías es el jefe en San José Obrero. Éste último significó "un
renacer".
El 2 de enero, un grupo de jóvenes reabrió oficialmente las
puertas del grupo que lleva el mismo nombre de la parroquia ubicada en barrio
La Florida. Conserva la misma estructura utilizada desde su fundación en 1963 y
los jóvenes que impulsaron su reapertura decidieron mantener el nombre y los
colores de su pañoleta.
Al momento asisten alrededor de 63 chicos (de entre 7 y 17
años) que son guiados por 15 dirigentes.
Del otro lado del camino Interprovincial, "Pueblos
Originarios" nació el 6 de abril a cargo de un grupo de escultistas que pertenecieron
antes al desaparecido "Grupo Scout Nuestra Señora de Fátima". Todos los sábados
se juntan en la sede del centro vecinal del barrio Santa Teresita, en calle 9
Nº 942. Allí hay casi 50 chicos y 13 dirigentes.
Orgullosos
Para ambos, el escultismo ineludiblemente trae otro motivo
de orgullo: por un lado, para Gustavo, la herencia familiar y la continuidad
del legado a su hijo; por el otro, el agradecimiento a su padre por los valores
inculcados.
"Como papá me llena de orgullo que mi hijo esté siguiendo
esta vocación de servicio que fue transmitida a través de mis papás (abuelos de
Matías), no con el escultismo pero sí a través de la familia. Esa vocación de
hacer por el otro, de brindarte te reconforta a nivel personal", expresó
Gustavo.
Sus palabras fueron retomadas por Matías que subrayó "la
existencia de vocación de servicio" en él y "la intención de hacer algo por el
otro que obliga a salir de la zona de confort". El joven puntualizó que "muchas veces la gente
se queja de cómo está el mundo pero con un granito de arena que se aporte, ya
es mucho", y eso "lo heredó de su padre y ahora también con las nietas de
Gustavo que son scout.
Gustavo (54) y Matías Sosa (30) tienen algo más en común que
la sangre de padre e hijo. Ambos son dirigentes scout y en este movimiento
encontraron su forma de hacer un aporte para mejorar "un mundo desvirtuado",
donde "mantener los valores del escultismo se vuelve muy necesario".
Ninguno puso reparos al momento de arremangarse, juntar a
viejos compañeros e impulsarlos para poner en marcha grupos scout que habían
desaparecido. Sentían una necesidad de que chicos y jóvenes encontraran un
lugar donde reunirse, divertirse y luchar contra las adicciones y el bullyng.
De esta manera. este año nacieron con los aportes de cada
uno el grupo "Pueblos originarios" - en
la ciudad de Frontera - y se reabrió el San José Obrero, que llevaba casi 20
años con sus puertas cerradas.
Son tiempos difíciles los que corren pero las ganas de
cambiar la vida de otros a través de este movimiento son las mismas. Los chicos
no solo van a jugar sino también a compartir ideas sobre el flagelo de la
droga, el grooming, el bullyng y así
dejan de lado por un rato las redes sociales y los celulares o computadoras.
Su receta tuvo éxito porque entre los dos grupos reúnen a
casi 120 niños y adolescentes, de entre 7 y 17 años que, todos los sábados,
salen de la vorágine diaria y absorben valores que nunca está de más reforzar y
recordar.
Vinculados al escultismo por herencia familiar, los Sosa que
contaron su historia a LA VOZ DE SAN
JUSTO sostienen que es vital en la actualidad reforzar el respeto, el
diálogo y el trabajo en equipo.
Reforzar los valores
Cuando Gustavo era chico, el bullyng o el grooming eran
términos y flagelos que sucedían pero tenían menor impacto, además eran
afrontados de otra manera o ignorados en el peor de los casos. Sin embargo, al
convertirse en un adolescente su hijo Matías las cosas cambiaron y ya
comenzaban a notarse los grandes cambios a los que se enfrenta hoy la sociedad.
Los valores, inmateriales pero necesarios para sostener las
bases de un grupo humano surgen entonces como una variante necesaria para
evitar que los chicos "se metan en problemas".
Para este dúo esto resulta fundamental ya que "el respeto,
el diálogo, la lealtad, la honestidad, el trabajo en equipo y la sinceridad son
los valores que deben guiar a las personas".
"Los problemas están y desde el escultismo, que es una
educación no formal, tratamos de enfocarnos en la solución. Muchas veces, el
debate, la charla, la información, son utilizados para prevenir y cuando se
plantean estas cosas los chicos tienen mucha participación", afirmó Matías que
en 2017 decidió involucrarse en el movimiento scout, de la mano de su papá.
Los grupos scout funcionan como "una gran familia" y ese
concepto lo tiene presente Gustavo que se inició en el movimiento hace 30 años
pero por distintas causas lo dejó de lado hasta hace tres. El hombre hizo
hincapié en el acompañamiento de los padres: "Algunos chicos encuentran en su
casa el acompañamiento de sus padres y eso hace que los aprendizajes o los
valores transmitidos sean internalizados más rápidamente, aunque no siempre
está ese apoyo".
Tienen el mismo objetivo
Padre e hijo protagonizan un 2019 repleto de alegrías en el
plano del escultismo, ambos lograron darle forma, aunque por separado, a dos
grupos scout. El de Gustavo está en Frontera y se llama "Pueblos Originarios";
en tanto que Matías es el jefe en San José Obrero. Éste último significó "un
renacer".
El 2 de enero, un grupo de jóvenes reabrió oficialmente las
puertas del grupo que lleva el mismo nombre de la parroquia ubicada en barrio
La Florida. Conserva la misma estructura utilizada desde su fundación en 1963 y
los jóvenes que impulsaron su reapertura decidieron mantener el nombre y los
colores de su pañoleta.
Al momento asisten alrededor de 63 chicos (de entre 7 y 17
años) que son guiados por 15 dirigentes.
Del otro lado del camino Interprovincial, "Pueblos
Originarios" nació el 6 de abril a cargo de un grupo de escultistas que pertenecieron
antes al desaparecido "Grupo Scout Nuestra Señora de Fátima". Todos los sábados
se juntan en la sede del centro vecinal del barrio Santa Teresita, en calle 9
Nº 942. Allí hay casi 50 chicos y 13 dirigentes.
Orgullosos
Para ambos, el escultismo ineludiblemente trae otro motivo
de orgullo: por un lado, para Gustavo, la herencia familiar y la continuidad
del legado a su hijo; por el otro, el agradecimiento a su padre por los valores
inculcados.
"Como papá me llena de orgullo que mi hijo esté siguiendo
esta vocación de servicio que fue transmitida a través de mis papás (abuelos de
Matías), no con el escultismo pero sí a través de la familia. Esa vocación de
hacer por el otro, de brindarte te reconforta a nivel personal", expresó
Gustavo.
Sus palabras fueron retomadas por Matías que subrayó "la
existencia de vocación de servicio" en él y "la intención de hacer algo por el
otro que obliga a salir de la zona de confort". El joven puntualizó que "muchas veces la gente
se queja de cómo está el mundo pero con un granito de arena que se aporte, ya
es mucho", y eso "lo heredó de su padre y ahora también con las nietas de
Gustavo que son scout.