Lapachos: los árboles misioneros que se adaptaron al suelo de San Justo
Son el toque rosado que reviste la avenida Cervantes y otras calles de San Francisco y otras ciudades. Por su encanto, fueron fuente de inspiración de escritores de la ciudad y la región.
Por Stefanía Musso | LVSJ
La calle Misiones, la avenida
Cervantes y otros lugares de San
Francisco se van vistiendo de rosa. Los lapachos empiezan a florecer y dar toda
su impronta mientras el invierno va quedando detrás y estamos a pasos de la
primavera. Su característica también sirve como identidad de algunos pueblos
como es el caso de Brinkmann
Estos árboles pintan el paisaje de nuestra región, siendo fuente de inspiración para escritoras y pintores.
En cercanías de la Sociedad Rural
de San Francisco, los lapachos visten de gala el paisaje | Foto: Marcelo Suppo
| LVSJ
Heraldos de primavera
Estos árboles son característicos y ya una marcar registrada de nuestra ciudad. Según la ambientalista Ernestina Saravia, "el lapacho pertenece a la familia de las Bignoniaceae del género Tabebuia Handronthus y se supo adaptar perfectamente a estos lugares".
Con multiplicidad de propiedades como vitaminas y proteínas, "su característica principal es su altura, de 8 a 10 metros y los colores en que se pueden encontrar son varios como el blanco, el amarillo, fucsia y rosa; este color que más vemos en nuestra ciudad", contó Saravia.
Originaria del norte argentinopero es una especie arbórea nativa de Sudamérica, que crece desde el Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y el norte de Argentina hasta México.
Por su ADN, Prefiere suelos arenosos y húmedos pero ya ocupó gran parte del país. "Hace treinta años se la ofrece como planta floral porque la gente se enamoró de sus colores", contó la experta.
El problema en esta zona "es que estas plantas misioneras vinieron de zonas húmedas pero sus raíces sufren muchos por nuestros suelos. Las nuevas plantas, que nacen en este lugar, ya se adaptaron al nuestro sistema de tierra negra. Las semillas que caen al suelo, ya nacen más fuertes".
Los lapachos son la verdadera
joya natural de Brinkmann (Foto: Municipalidad de Brinkmann)
La identidad de un pueblo
Los lapachos son la pintura viva de muchos pueblos y un ejemplo es Brinkmann. Allí, prepondera el color rosado, invadiendo las calles principales del pueblo, a ambos lados del ferrocarril; como son las avenidas Seeber y Brinkmann.
Su presencia altera la monotonía del verde y corta con los colores de las cosechas en los campos aledaños marcando una incipiente urbanización identificada con estas plantas.
Los rosados están plantados en distintos caminos de la ciudad. Particularmente en septiembre para todos es habitual cruzarse gente fotografiando el paisaje. Algunos optan por estamparlos en calendarios, agendas hasta souvenirs.
Pero además, es un marco especial para las quinceañeras y las comuniones o casamientos ya que las parejas o las adolescentes optan por ellos para darle un atractivo colorido a las fotografías.
De inspiración poética
Por sus colores y frondosidad, parece una verdadera pintura de acuarelas. Sus flores, resultan atractivas e inspiradoras para recrearse en poesías.
LA VOZ DE SAN JUSTO rescató el trabajo de dos escritoras, Glaucia Sileoni de Biazzi de nuestra ciudad y Elbis Giraldi de Brinkmann, quienes dedicaron algunos versos a estos árboles.
Sileoni de Biazzi nació en nuestra ciudad en 1942, pero desde 1965 se radicó en Posadas (Misiones). A esta escritora, ese lugar fue fuente de inspiración para escribir sobre los lapachos. En 1997 publicaba su último libro donde reunía todos sus afectos y como una premonición en su último poema le escribe a los lapachos rosados de su ciudad de adopción, que en una nube arrebolada cubrían el cielo el día de su muerte, los mismos que en estos días engalanan también nuestras calles.
Elbis Giraldi nació en la localidad santafesina de San Guillermo en 1958 pero desde 1980, Brinkmann se convirtió en su tierra. En el texto "Oda al lapacho", la mujer hace referencia a "un honor" que significa ser "amante de sus flores" y deja constancia de "un amor mutuo" entre el vecino que lo cuida y la planta que le ofrece su esplendor natural.
Cuando florezcan los lapachos
Por Glaucia Sileoni de Biazzi
Cuando renazca la corola rosa
en los montes, las plazas y en el valle;
cuando el lapacho, en cada antigua calle
de Posadas, sus copas en gloriosa
coronación, se magnifique en glosa
de sutil luz en el humilde talle,
quizá mi alma entre esas flores halle
para mi hondo dolor calma piadosa.
Pétalos de la Aurora, amanecer
en corolas de seda transformado:
mi corazón vivirá en un nuevo ser,
Lapacho, de la luz enamorado,
si de ti, dulce árbol, ve nacer rayos de luz
calor, valor ansiado
Oda al lapacho
Por Elbis Giraldi
Lapacho rosa
furor de sol abierto
enorme bocanada
de luz en la avenida.
El cielo
se reparte tajadas
de tu entraña,
subraya con tu sangre
el horizonte.
Los hombres
desfloran en sonrisas
la esencia de tu cuerpo.
Lapacho rosa, rosa de viento
rosa de tierra,
señuelo del amor
dormido en el cantero.
En tu suerte un designio
que llega desde lo alto,
o una endecha dorada
que cabalga
en las horquetas marrones
de tu savia:
solaz, seguro
partiendo en flores el pan
que nace bajo la tierra.
Lapacho de mi pueblo
me honra ser
poeta, madre
educadora, hija,
caminante,
amante de tus flores.
así te quiero, así debes quererme
Y como
si esto no bastara
cosecharás sobre mi tumba
arrebolada
de pájaros
las auroras de tu entraña.