La situación de los docentes universitarios
La universidad pública ha sido garante histórica de la igualdad de oportunidades en todos los tiempos. Esto es lo que debe preservarse. Y no se podrá conseguir sin docentes bien pagos. Una negociación seria y efectiva debiera tener en cuenta la trascendencia social de su labor.
Los docentes universitarios de todas las casas de altos estudios del país iniciaron una nueva semana de paro en rechazo al aumento salarial del 15% ofrecido por el gobierno. La medida de fuerza fue ratificada por la Confederación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu) al argumentar que la oferta se encuentra "muy por detrás de la inflación". El secretario de prensa del gremio, Federico Montero, criticó que el Ministerio de Educación tomó "la decisión unilateral de otorgar el 5,8% de adelanto" que se pagaría en septiembre, lo cual se sumará al 5% brindado anteriormente. "No resuelve la situación", subrayó el sindicalista al tiempo que cuestionó el ofrecimiento por considerarlo insuficiente.
Las urgencias financieras del país parecen ser la causa central de esta situación que lejos está de superarse. Pero aquella base del problema es mal atacada con medidas de recortes que afectan a sectores vitales para la actualidad y el futuro de cualquier país. No considerar la situación de los docentes de las casas de altos estudios es una actitud que debe rechazarse, en virtud de que sin universidades públicas potentes, no existe calidad de la enseñanza.
Es verdad que la administración anterior copó varias facultades y las convirtió en recintos de militancia e ideologismos. Pero no es menos verdad que no han sido adecuadas las medidas para superar éstas y otras situaciones que no se condecían con la vida universitaria. Entre ellas, la imposibilidad de ofrecer a los docentes una remuneración acorde con la importancia y el prestigio que históricamente ha tenido su función.
Está claro que sin profesores universitarios bien pagos, la calidad de la educación superior disminuye en forma proporcional. Los mejores profesionales emigran al sector privado rápidamente debido a la diferencia notable entre los salarios de uno y otro ámbito. Algunos docentes parten al exterior para ofrecer sus servicios en universidades que abonan sueldos mucho más altos. De esta diáspora surge la realidad actual de la docencia en las casas de altos estudios: jóvenes profesionales con mucha capacidad que hacen sus primeras armas y avezados profesores cuya vocación por la enseñanza es poderosa. Sin embargo, se llega a un punto en el que las urgencias económicas son imposibles de obviar.
En este marco, la sociedad observa con preocupación el posible deterioro de la calidad educativa universitaria, fundamental para que el país ingrese o al menos se acerque a los estándares más desarrollados en la materia. En la actual sociedad del conocimiento, el acopio del saber y su aplicación mediante la ciencia y la tecnología son el parámetro más importante para medir el poder de un pueblo, su capacidad de enfrentar los desafíos del mundo actual y su disposición a modificar los aspectos más negativos de la realidad.
Es verdad que la vida universitaria argentina ha padecido recurrentes crisis durante casi toda su existencia. Pero la universidad pública ha sido garante histórica de la igualdad de oportunidades en todos los tiempos. Esto es lo que debe preservarse. Y no se podrá conseguir sin docentes bien pagos. Una negociación seria y efectiva debiera tener en cuenta la trascendencia social de su labor.