La regulación del teletrabajo
Es un hecho positivo que la legislación se adecue a las nuevas realidades laborales. Pero el proyecto asoma como una muestra de gatopardismo evidente. Porque en sus artículos se mantienen las mismas condiciones rígidas del trabajo presencial, siendo que la práctica laboral a distancia tiene tantas variantes como personas y empresas puedan existir.
El aislamiento preventivo obligatorio que ya lleva cuatro meses, en sus distintas variantes, ha provocado la "explosión" del trabajo en el domicilio, a distancia. Esta situación permitió que muchas actividades pudieran continuar pese a las restricciones de circulación, gracias a la utilización de las distintas herramientas tecnológicas.
Trabajar desde el hogar es hoy una realidad extendida en todo el mundo. Que trae beneficios inocultables para todos los sectores. Ejemplos sobran. Una persona puede vivir en una ciudad y desempeñarse en una empresa con domicilio en otra lejana. Quien sufre alguna discapacidad motriz puede ver atenuadas sus dificultades con evitar simplemente desplazarse hasta el lugar de trabajo. Las grandes ciudades podrán hacerse más sustentables porque se aliviará el tránsito y el transporte público no será un caos. A la lista pueden agregarse todas las variantes que se puedan imaginar.
En este marco, aprovechando esta situación derivada de la pandemia y la cuarentena, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó una regulación especial para el teletrabajo. La ley que ya tiene media sanción ha generado varias discusiones acerca de su contenido. En especial se analiza de manera negativa la extrema rapidez para sancionar un proyecto que modificaría la vida de miles de personas, sin consultar precisamente a quienes tienen que implementar estas variantes laborales: trabajadores y empresarios.
En marzo pasado, en esta columna, se advertía sobre esta situación, señalándose que la rigidez del sistema legal laboral es un obstáculo para el crecimiento del "home office". Así lo certifican muchos de los especialistas en derecho del trabajo. La modificación de las condiciones determinada por la necesidad de que el personal trabaje desde su casa determina, por caso, que las aseguradoras de riesgo admitan esta posibilidad. Asimismo, que las condiciones en el hogar sean las adecuadas para que su salud no se vea afectada. Y, en muchas situaciones, se requiere un nuevo contrato".
En este marco, el Instituto para el Desarrollo Social Argentino difundió hace pocos días un comunicado en el que da su visión sobre lo que considera falencias del proyecto. Al respecto, esta entidad señaló que la iniciativa, "en general traslada a la casa las mismas reglas que se aplican en el ámbito de la empresa. Si estas reglas ya son difíciles de aplicar dentro de la empresa (debido a que la mayoría de sus mandatos han quedado obsoletos), en el ámbito del hogar son inaplicables. Fundamentalmente, porque la Ley de Contrato de Trabajo presupone que el trabajador pone a disposición del empleador su fuerza de trabajo para recibir instrucciones. Mientras que en el trabajo a distancia, el trabajador no pone a disposición su fuerza de trabajo, sino que se compromete a entregar un producto, con independencia del cómo, cuándo y dónde se haya realizado".
Es un hecho positivo que la legislación se adecue a las nuevas realidades laborales. Pero el proyecto de teletrabajo que ya tiene media sanción en el Congreso asoma como una muestra de gatopardismo evidente. Porque en sus artículos se mantienen las mismas condiciones rígidas del trabajo presencial, siendo que la práctica laboral a distancia tiene tantas variantes como personas y empresas puedan existir.
De este modo, los beneficios evidentes del teletrabajo quedarían subsumidos en una regulación estricta que significaría un corsé difícil de soportar tanto para los trabajadores como para los empleadores. La normativa sobre este aspecto del mundo laboral que se está imponiendo debe ser un marco adecuado a la dinámica que supone una realidad que excede a la pandemia y está determinada por el impresionante avance de la tecnología que permite la conexión remota y las aspiraciones de grandes porciones de la población para trabajar en entornos en los que puedan armonizar su trabajo con sus intereses personales y familiares.