La que mejor pinta en verano
San Francisco se suma a una tendencia que sube como espuma: la cerveza artesanal. El calor motivó la apertura de nuevos lugares donde disfrutarla.
Hasta no hace mucho, la cerveza se compraba en el supermercado y
era industrial. A llegar a casa tenía que ir al congelador porque tomarla
"caliente" era un pecado.
Pero de un tiempo a esta parte, al ritmo del aumento de la producción artesanal de esta bebida, surgieron lugares donde saborear calidad y disfrutarla. Y parece que no es una moda pasajera, sino que se trata de un negocio que llegó para quedarse.
En San Francisco, son varios los lugares que hoy ofrecen diferentes estilos y variedades de cerveza, y otros, con el envión del verano se sumaron a esta tendencia en las últimas semanas.
"Esta forma de tomar cerveza es típica de los pubs de Londres y con el tiempo se impuso en toda la Argentina", contó Gustavo Navarro, quien junto a su socio está al frente de Mitre Craft Beer, en Mitre 106.
La misma opinión comparte Gabriel Fixman, de Yuri Universo Cervecero, en bulevar 25 de Mayo 2570, y asocia la bebida a un ritual de amigos.
"La cerveza no es moda, es una forma de pasar el rato, de compartir el momento con tu círculo de amigos porque si no tomás 'birra', quedás afuera. A diferencia del vino, ésta no impone nada y se puede tomar cómo y dónde quieras, por eso la gente la elige", agrega.
Tirada y de calidad, la cerveza artesanal que eligen los sanfrancisqueños
En la barra se compra y se disfruta
Otra característica de la tendencia cervecera que llegó a la ciudad está en la modalidad en que se consume la cerveza artesanal. "La idea es que la gente se acerque a comprar a la barra y mientras tanto, guiarla en lo que busca. Queremos que el cliente encuentre nuevos aromas y nuevas intensidades", confió Fixman.
Las mesas individuales y separadas también quedaron obsoletas y desde Europa se impone la idea de sentarse en la barra o en mesas compartiendo con desconocidos.
"Lo llamativo de las barras es que la gente compra su vaso, consume la cerveza y después lo devuelve, eso es algo que no pasa con otras bebidas. Por ser una bebida amigable, la gente se sienta en la barra o en una mesa y comparte una charla o intercambia ideas sobre la cerveza", explicó Navarro.
Otra curiosidad es que en San Francisco también se toma de parado o sentado en el cordón de la vereda, otra costumbre imitada al viejo continente. "Lo que se busca es la informalidad, que la gente disfrute del momento", afirmó el propietario de Yuri Universo Cervecero.
La cerveza también es la excusa perfecta para un after office. "Como en Londres, acá también la gente sale de trabajar y viene a compartir una cerveza", señalaron desde Mitre Craft Beer.
Cervecerías, donde terminar el día laboral entre amigos
Una IPA, lo que va
A la hora de pedir la cerveza en la barra, la medida es la pinta, la cual va de los $100 a los $120 dependiendo la que se elija.
Sobre los gustos, para los sanfrancisqueños las favoritas son la India Pale Ale, más conocida como IPA, también de tradición inglesa pero que se caracteriza como una ale pálida y espumosa con un alto nivel de alcohol y de lúpulo, y la American Pale Ale o APA, que suele ser más suave que la primera pero con carácter más lupulado. "La gente prefiere este tipo de cervezas por su aroma diferente y toque amargo especial", comentó Navarro.
"Son intensas, con aromas florales. A diferencia de las otras, son para disfrutar y saborear las notas que tienen", aportó Fixman.
Las rojas y las negras vienen más atrás pero están las combinaciones a las que hay que animarse. "Las saborizadas como frutilla y honey (de miel) son más suaves y suelen ser las elegidas por las mujeres pero siempre hay una dama que te sorprende y pide algo más fuerte", dijo.
También están las más extravagantes como las que tienen anís, pimienta rosa y whisky.
Bar Mitre
Para llevar a casa
Mientras que asistir a los bares es muy propio del público entre los 25 y los 40 años, los más grandes prefieren llevarse a casa las growlers, botellones de vidrio o plástico que venden las cervecerías. "La gente mayor prefiere estar tranquila en su casa con una buena cerveza y tomarla relajado", explicó Navarro.
El precio del botellón vacío de dos litros oscila entre $120 el de plástico y $250 el de vidrio, y la recarga puede costar entre $300 y $500 dependiendo la cerveza.
Otra opción son las crowlers, las latas de cerveza artesanal que se envasan a gusto del cliente. "Es una movida que se está viendo fuerte en la ciudad de Córdoba y la lata, a diferencia de la growler, dura una semana mientras que la primera solo uno o dos días", concluyó Fixman.