La Noche de los Lápices: el valor de la juventud que jamás debe ser callada
En este día sensible para los argentinos, dos profesoras de Historia sostienen la memoria enseñando, interpelando y poniendo en valor la lucha de los jóvenes de ayer y de hoy.
Por Stefanía Musso | LVSJ
Un día como hoy, hace 44 años, la última dictadura cívico militar silenciaba a 40 estudiantes de La Plata. Este es un hito social que conmueve la memoria de todos, pero en especial a los más jóvenes.
Ser estudiante, tener convicciones, luchar por lo propio, lo ajeno; por lo que fue y lo que vendrá; es parte de una forma de vida que hoy, en medio de una pandemia y a través de la virtualidad, interpela a estudiantes.
En la Escuela Normal Superior "Dr. Nicolás Avellaneda" y en el IPET Nº 50 "Emilio F. Olmos", las profesoras Viviana María Tortolo y Analía Sandra Valdemarín, invitan a sus estudiantes a pensar y repensar sus realidades a partir de la memoria.
Pero no están solos. Ellas los acompañan, los guían y les trasmiten la historia a través de la memoria colectiva para que nunca más vuelva a ocurrir, tratando de romper más que nunca con la distancia y lo estático que plantea la virtualidad del aprendizaje.
- ¿Qué significa La Noche de los Lápices para los estudiantes?
En primer término es importante situarnos en el contexto de los hechos. Esta fecha nos remite al operativo llevado a cabo en la ciudad de La Plata entre el 9 y el 21 de septiembre de 1976, y en particular a esa noche en que una banda de encapuchados secuestró a un grupo de adolescentes, militantes de distintos colegios de esa ciudad. Es importante pensarlo en términos de militancia comprometida, guerra fría y Doctrina de Seguridad Nacional (DSN). Cuando preguntás por el significado para los jóvenes, se pierde de vista que esos cuerpos, edades y situaciones de adolescencia simbolizaban algo más: eran el enemigo, el "comunismo apátrida", la izquierda atea. Si no lo problematizamos, nos quedamos con la idea de un grupo de adolescentes inocentes y simplificamos el verdadero alcance de esos acontecimientos. Formaron parte de una época, de una ideología, de un modo de concebir el mundo más justo y solidario. El boleto estudiantil fue circunstancial, sirve como ícono de resistencia pero no debemos agotar la memoria en esto. Los jóvenes le otorgan un significado que excede ese análisis, lo sienten como una lucha por ideales de justicia, igualdad y de reclamo de Derechos.
- ¿Qué valores de aquella época se sostienen hoy que los jóvenes deberían tomar como propios?
Cuando lo planteamos en el aula dentro del problema de la violación de los Derechos Humanos, aparecen cuestiones que tienen a la violencia como eje, validada por la época (Revolución Cubana, por ejemplo) y se piensa en vías de resolución de conflictos a través del diálogo y el consenso. Los nuevos contextos de Democracia y Estado de derecho, obliga a la reflexión, a una ética que exija la dignidad humana como punto de partida para cualquier sociedad que aspire a la justicia y a la equidad. Estos valores se ponen en juego y no se dan por sentados, por el contrario cada joven tiene una reelaboración propia de los mismos y lo único que se exige es que las posiciones se argumenten. La Democracia Deliberativa se pone en marcha y nada se da por sentado. Nuestros jóvenes hoy están atravesado por esta crisis, como otras generaciones en épocas pasadas, son interpelados por una realidad cuyos parámetros están en crisis. Hay que estar atentos a ellos, acompañarlos y mostrar nuestras propias y escasas certezas: estamos aquí, no están solos.
Romper con lo estático
- ¿Cómo se enseña la historia a través de la virtualidad?
La historia no se enseña, se transmite, y si hablamos de Historia Reciente, se construye a través de la memoria. Tiene su propio método y abordaje, es frágil y requiere de apertura y perspectivas disímiles: es Memoria Colectiva. El mismo Estado, a través de la Escuela, implementa políticas de Memoria, entendiendo esta como lo que se quiere conservar, transmitir y reelaborar o aquello que se quiere borrar y olvidar. Siempre hay una intencionalidad. Los jóvenes entienden que nada es neutro, esta "Noche de los lápices" no está planteada como un relato estático, es algo vivo, que pone en tensión sus convicciones y formas de ser como ciudadanos.
En cuanto a esta virtualidad, todo se vuelve más estático, hay menos intercambio fluido de ideas y de planteos que en el aula se manifiestan como debates, intercambios de opiniones. La historia pierde en las pantallas la vitalidad que le dan los encuentros presenciales. Hasta un gesto, una posición del cuerpo, advierte sobre la marcha de la clase. El espacio alternativo y forzado que tenemos como opción, sólo es un sostener, un continuo esfuerzo por contener, interesar y encontrarnos. Es claro que esto sólo es circunstancial y urgente. Lo permanente se da en el encuentro humano de los jóvenes con sus adultos. Es el eslabón generacional y es nuestra responsabilidad.
- ¿Cómo se trabajaron los Derechos Humanos este año particular?
Este año, con los más pequeños tratamos de introducir planteos vinculados con la libertad, la necesidad de respetar las normas y que las Instituciones se mantengan como contenedoras, como un espacio de pertenencia (Familia, Escuela, Estado). También la dignidad y los Derechos Humanos formaron parte de las clases virtuales. Con los mayores del Ciclo Orientado, la exigencia conceptual es más fuerte. Para poder pensar desde un posicionamiento serio, formativo y situado. La Política, el Estado, la Ciudadanía vienen precediendo el concepto del Estado de Derecho, el ámbito democrático como el más adecuado para que los Derechos Humanos (en el sentido amplio) estén garantizados. Este mes, iniciamos los DDHH como anclaje teórico. Los DDHH desde lo conceptual, desde lo histórico y desde la actualidad. Lamentablemente este año no podemos cerrar el ciclo con los viajes que venimos haciendo a los sitios de Memoria de Córdoba (La Perla), Buenos Aires (Esma) y Rosario. Estamos pensando en llevarlos a un recorrido virtual que estas instituciones ofrecen en estos tiempos de pandemia. No es lo mismo, falta la vitalidad del encuentro con los lugares y las memorias que habitan en ellos.
-¿Cómo abordan los Derechos Humanos desde los espacios curriculares?
Desde hace muchos años, esto se ha convertido en Proyecto Institucional. Uno de los ejes de las Ciencias Sociales son los Derechos Humanos. En los sextos años, se armaron cátedras compartidas desde la Historia, Ciudadanía y Política y FVT. Hemos construido espacios comunes con trayectos conceptuales, bibliografía compartida y proyectos integrales a los que se suman ocasionalmente otros espacios curriculares como Lengua y Literatura, Educación Artística y Geografía. Cada año, los estudiantes nos dejan sus producciones y las utilizamos los 24 de marzo del ciclo siguiente. Es una manera de permanecer y construir eslabones de Memoria. Muchos otros espacios toman a los DDHH como transversales. En nuestro caso hemos trabajado con Instituciones como el AGM, La Comisión de la Memoria, Somos Viento, entre otras.
- ¿Cuál es el mensaje en esta fecha tan particular?
Cuando uno piensa en estos tramos de nuestra historia argentina, se acerca al autoconocimiento, inicio de cualquier cambio serio y positivo. Nada ocurre por casualidad, estos jóvenes pertenecían a una sociedad convulsionada, violenta e injusta, con un autoritarismo que clausuraba cualquier posibilidad de cambio. Esto empeora si uno analiza los grandes intereses políticos y económicos que empujan estas fuerzas a niveles de confrontación que llegaron a la eliminación física del oponente, del "otro" que era el enemigo. Algo debimos haber aprendido, no hay posibilidad de salvación alguna si no es con el otro, cualquier discurso de odio o sectario, sólo apunta a una pregunta: ¿Quiénes se benefician?.
- Por último, ¿Qué valor tienen los jóvenes para la sociedad?
Es una pregunta que debería quedar abierta para que cada argentino se la plantee. Nosotras como docentes es obvio que se constituyen en nuestro centro de interés, nuestra esperanza (sin cargar sobre ellos la salvación del mundo) de un mundo mejor y una sociedad más justa. Una humanidad que viva en armonía con los suyos, con la naturaleza que la contiene y que haga gala de sus bienes más preciados: la racionalidad, la solidaridad y la creatividad proyectada hacia el futuro.