"La Grieta" trasciende a la política, se hace libro y quiebra la historia
Ese fue el tema y nombre elegido por Esteban Dómina que presentó en la Feria del Libro su nueva investigación. Reconoció que es una característica universal que en la Argentina se reconvierte y ahora alimenta otras debilidades sociales.
Por Ivana Acosta
Como un mapa de Geografía que marca las divisiones territoriales, todo agrietado y marcando diferencias, así puede mirarse a la Argentina. El ejemplar no importa si es físico o político pero dice mucho más de lo que dibujó la naturaleza y de lo que se ve en la materia.
La grieta en nuestro país trasciende a los territorios y se coló entre la sociedad instalándose como discurso habitual entre los políticos y la gente de a pie. De esta forma atraviesa la religión, los grupos sociales y en el último tiempo hasta recaló en las familias.
El tema fue motivo del nuevo libro del escritor oriundo de Las Varillas, Esteban Dómina, titulado "La grieta, Historia de los desencuentros argentinos". Como su nombre lo indica es algo que duele y se mantiene latente como un dolor de cabeza.
La grieta también es una gran migraña que persigue a la sociedad actual. Pasamos muchas horas hablando de ella, mencionándola y es lógico creer que viene de los problemas actuales vinculados directamente con la clase dirigencial y política. No obstante, su raigambre viene desde mucho antes de que la Argentina fuera un Estado.
Más recientemente, en las últimas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (Paso) los analistas políticos hablaban de una intención oficialista de "polarizar la elección". Pensando que así las brechas entre macristas y herederos del kirchnerismo de la primera hora podrían dirimir mejor la primera etapa de los comicios.
Ilustración: Matías Martínez
Desunidos desde la primera hora
La grieta estuvo siempre presente. Aun desde antes de aquel primer grito de patria y libertad en 1810. Fue "disfrazándose" para dividir sutilmente y arraigarse en los discursos sociales. Es más, en realidad ni siquiera es argentina sino mundial aunque la trascendencia que ha adquirido le dio cierto tinte criollo.
Además de grieta la llaman enemistad, divisiones entre unitarios y federales, porteños y provincianos del interior, "zurdos" y la "derecha". Guerrilleros y dictadores; también se transformó en bipartidismo, "la vuelta al pasado" o "mirar hacia el futuro".
El escritor reflexionó sobre las motivaciones para escribir sobre este tema en particular. Desde su perspectiva dijo aLA VOZ DE SAN JUSTO "la historia argentina es una interminable sucesión de conflictos y divisiones, cruentos en algunas etapas".
Si bien reconoció que "es una tendencia universal", en nuestro país toma ribetes que bien podrían hacerla única y alrededor de esa - triste - mística el autor expuso "la inveterada propensión de los argentinos a la desunión y, a la vez, la escasa afición a la búsqueda de acuerdos".
La grieta y polarización
Los conflictos, las grietas no solo tienen efecto en el ámbito político, también se establecieron como sesgos de clase, elecciones religiosas y tristemente como "modelos de nación" por ejemplo con la idea de los presidentes de facto en la última dictadura militar respecto de los que llamaban subversivos.
"Si bien en cada período se resalta lo sucedido entre los protagonistas centrales", con la simplificación e investigación se puede encontrar que esta contradicción estuvo siempre presente y forma parte de "un proceso complejo" a nivel histórico. Por eso "trasciende al plano económico, social y cultural", como pasaba con esa vieja antinomia entre Los Redondos y Soda Estéreo que quedó casi como un mito.
Dómina no comparte "la reconversión que ha tenido la grieta como elemento de la especulación política", por eso apuntó que ponerla como excusa "para sacar réditos circunstanciales es un ejercicio de irresponsabilidad".
Voto clasista
La grieta, en definitiva, sintetiza también expresiones de un momento y "estigmatización" de un sector. Ahora, la Argentina no solo está fragmentada, sino que tiene un gran porcentaje de la población detrás de la línea de la pobreza y la exclusión.
Sin ir más lejos, en la oratoria del equipo de gobierno nacional encabezados por el presidente Mauricio Macri siempre está presente "la clase media como ideal social". Sobre esto Dómina no duda en aseverar que es un ejemplo de clasicismo.
"El discurso oficialista - por ejemplo - tiene como target la clase media donde está su núcleo duro de votantes, pero no advierten que de ese modo discriminan a la mayoría del pueblo. Es el pensamiento de una elite sobre lo que no les gusta del país", puntualizó.
La estrategia del kirchnerismo en cambio fue diferente desde el punto de vista del escritor, ya que Alberto Fernández es una expresión "más moderada", donde Cristina Kirchner "quedó en un cierto segundo plano" y eso "le permitió a Fernández captar votos de quienes votaron a Cambiemos en 2015 pero están descontentos identificándose con él".
"La grieta, Historia de los desencuentros argentinos" repasa cómo esta variable estuvo presente desde antes del nacimiento de la patria.
Parte de una misma raíz
En el último tiempo el término grieta apareció en todos los medios, discursos y está asociado a lo que viene pasando en los últimos años. "En términos históricos alude a las divisiones y pleitos suscitados a lo largo del tiempo", indicó Dómina.
El historiador recordó que "la primera hora está teñida de conflictos internos en medio de la guerra de Independencia" y son los que repasa en las páginas de su libro no solo desde un punto de vista político o partidario.
A modo de ejemplo rememoró que la Revolución de Mayo fue un hecho donde participó solo un sector social. En términos sociales Juan Manuel de Rosas se refería a los opositores como "salvajes unitarios", y la lista podría seguir hasta la actualidad porque subrayó el escritor "son sólo algunos ejemplos de que la intolerancia estuvo siempre presente".
Dómina en este sentido parafraseando a Karl Marx expresó que "el conflicto y las contradicciones son el motor de la historia ya que existió desde siempre".
No obstante, su presencia no es lo que más preocupa. Por el contrario, son sus consecuencias, lo que llamó "el efecto paralizante" que se da "cuando la sociedad no es capaz de superarla y queda inmersa en ella".
El historiador sostuvo así que la grieta también debe ser motivo de reflexión mirando hacia el pasado porque así "no se recrearían viejos enfrentamientos y se iluminaría el presente".