La cuarentena de Alberto Chiavassa: para sobrellevar el encierro, pinta cuadros y se los regala a sus vecinos
Nunca es tarde. A los 92 años, este vecino de barrio Roca decidió sacarle provecho al encierro que impuso la pandemia y eso lo mantiene activo y saludable.
Por Mauricio Argenti | LVSJ
Alberto Chiavassa tiene los ojos celestes, de un brillo profundo casi como el mar. Ese mismo mar que lo inspira en sus pinturas que fueron su pasatiempo para afrontar la cuarentena por el coronavirus.
Durante todo ese tiempo en casa, este sanfrancisqueño de 92 años pintó decenas de cuadros y muchos se convirtieron en obsequios que visten las paredes de las viviendas de sus vecinos, familiares o amigos quienes harán perdurar el fruto de la creatividad de este verdadero cultor de la amistad.
Alberto no se priva de sonreír mientras habla y le cuenta a LA VOZ DE SAN JUSTO las razones que lo llevaron a volcarse al hobby de la pintura para sobrellevar el confinamiento, y al mismo tiempo desgrana, una tras otra, varias anécdotas de una vida plagada de una intensa actividad institucional y laboral que lo marcó desde niño.
Alberto vino al mundo el 22 de marzo de 1928 en un campo ubicado frente al Club de Cazadores, lleva casi 60 años casado con Marta, con quien tienen dos hijos, Carlos y Alicia, y lograron formar "el capital más grande que puede tener una persona: la familia".
Nació siendo el séptimo hijo varón de una familia humilde. "Yo pude haber sido ahijado del presidente y hasta podría haber estudiado gratis, aunque solo fui dos años a la escuela de Plaza San Francisco" - recuerda- en una época donde "las familias que vivían en el campo tenían muchos hijos buscaban brazos para trabajar".
También se define "muy amigo de los amigos" y asegura que nunca se va a dormir sin tener un pensamiento positivo en su mente.
"Si uno vive odiando a alguien, siempre va a tener una carga muy pesada sobre sus hombros y eso es algo que nunca va a ayudar", reflexionó.
El ex arquero Raúl "Indio" Navarro
recibió el regalo de Alberto, su vecino.
A largo de su vida debió atravesar por algunas desventuras, sin embargo prefirió encontrar "todo lo positivo que me da la vida. Cuando me pasa algo bueno, elijo disfrutarlo con los amigos".
El arte, su plan en casa
Alberto lleva 182 días recluido en su casa, desde que se decretó el aislamiento social, desde donde solo sale "lo justo y necesario".
Según explicó, pudo sobrellevar esta situación "siguiendo las palabras de un profesional que cuando dejé de trabajar me aconsejó buscar algún estímulo mediante alguna actividad que me motive". Así nació su vocación por la pintura.
"Yo no soy artista, soy un simple pintor aficionado", comentó para luego señalar que "esto forma parte de mis días. Todos los días pinto algo y eso me hace muy feliz".
Además de ocupar el tiempo en una actividad creativa como es la pintura, Alberto señala que su objetivo al pintar cuadros es "poder regalarlos a todos, a vecinos, amigos o familiares. Me gusta que lo que hago pueda satisfacer a otros".
No hace falta ser muy observador para comprobar que se encuentra "con una salud perfecta" aunque de inmediato aclara que para eso sea posible "hay que ayudarla", siendo metódico en la alimentación y otros cuidados.
"Nunca fumé y en toda mi vida habré tomado unos diez whiskys, no más".
Tras confesar que en su juventud "me gustaba la noche", dijo también que "nunca me pasé porque siempre entendí que a la salud hay que cuidarla".
"Hay que cuidar el cuerpo pero también el espíritu. Es fundamental tener aliviada el alma porque eso ayuda a las personas a poder vivir mejor", indicó.
Respetuoso de los riesgos que implica la pandemia de Covid -19 en la cual por su edad integra el grupo de riesgo, Alberto contó que "recién ahora estoy haciendo alguna caminata fuera de casa".
"La situación sanitaria es muy delicada y tenemos que ayudarnos entre todos", instó.
El recuerdo de Bazar Hugo
Chiavassa fue durante varios años el motor que impulsaba el crecimiento comercial de Bazar Hugo, establecimiento que funcionó durante más de cinco décadas hasta que en 2017 tomó la decisión de hacer cesar su prolongada actividad comercial en pleno centro de la ciudad.
Alberto guarda en lo más profundo de su corazón un gran cariño por Bazar Hugo, el comercio que contribuyó para el crecimiento comercial de la ciudad.
"Cuando compramos el negocio, en 1958, ya se llamaba así. Su dueño original era Hugo Ordanini y permaneció funcionando hasta 2017, es decir que lo tuve por 59 años, aproximadamente", expresó con nostalgia.
A diario iba al local comercial, "me sentía pleno, muy feliz porque me gustaba mucho lo que hacía", recordó
Una vida ligada al comercio, las instituciones y la solidaridad
Durante gran parte de su vida, Alberto integró comisiones directivas de varias instituciones de la ciudad, muchas de las cuales encabezó para contribuir al engrandecimiento de cada una de ellas.
El Rotary Club "J. B. Iturraspe" le permitió encontrar "un grupo de personas inolvidables" que lo hicieron sentir "muy apoyado" en cada una de las decisiones que tomó mientras fue presidente de la comisión directiva de la institución.
La amistad para Alberto es uno de los pilares en los cuales basa su vida. Él fue uno de los primeros integrantes de esa señera institución solidaria en la ciudad como Amigos del Bien. Nacida circunstancialmente, en 1978, cuando Benigno Marín y Demetrio Álvarez tenían un amigo en común que se encontraba en la indigencia. Ellos, decidieron abocarse a la humilde y noble tarea de prestarle ayuda con carácter permanente, mediante una colaboración mensual. Este gesto fue motivo suficiente para que este tipo de ayuda que estaba brindando se extendiera a un mayor número de personas, colaborando en los posibles con los más necesitados; por lo acontecido a través de este amigo e inspirados por este hecho comienza a tomar forma la institución.
Allí fue entonces que se acopló Alberto quien recordó que "junto a Benigno Marín y Jorge "Tito" Bucco empezábamos a advertir necesidades y empezábamos a pensar de qué manera podríamos ayudar a personas que necesiten algún medicamento o asistencia. Las primeras reuniones eran en la confitería del Jockey Club. Recuerdo que en un momento habíamos sido espiados por las autoridades militares de entonces que pensaban que nos reuníamos para conspirar. Al entender que esto no era así terminaron ayudándonos".
Durante varios minutos, las anécdotas sobre la rica historia de Amigos del Bien continuaron una tras otra como un síntoma inequívoco de lo que Alberto siente por esta institución que conoció desde sus inicios y a la que llegó a presidir durante 8 años.
"Mi objetivo al pintar cuadros es poder regalarlos a todos, a vecinos, amigos o familiares. Me gusta que lo que hago pueda satisfacer a otros".
El Centro Empresarial y de Servicios (CES) -por entonces Centro Comercial, Industrial y de la Propiedad- también lo tuvo como presidente, cargo que ejerció durante 12 años en el cual pudo "despuntar el vicio" de la dirigencia gremial empresaria vinculada al comercio, una de sus grandes pasiones.
"Al Centro Comercial entré para dar una mano porque estaba en el comercio en la ciudad. Al poco tiempo me eligieron presidente y allí pudimos lograr muchas cosas por el comercio local", explicó.
"En esa época había comerciantes muy emprendedores en la ciudad" cuando "ir al centro daba mucho gusto porque se recorría un espacio muy luminoso y con mucha actividad", indicó.
Su pasión por Sportivo
Sus 92 años de vida le permitieron a Alberto ir forjando una intensa pasión por los colores verde y blanco que conforman la identidad futbolística de Sportivo Belgrano desde que era un niño cuando visitaba el primer estadio del club, ubicado sobre la actual Plaza Vélez Sarsfield donde justo al frente se encontraba la cancha de su rival, Tiro y Gimnasia.
"Los que éramos hinchas de Sportivo nos encontrábamos en la confitería del Hotel Plaza mientras que los del Tiro iban al bar de Ferrazi. Era una gran rivalidad entre ambos clubes hasta que Sportivo consiguió entrar a la Liga Cordobesa, Oscar Boero regaló el campo para hacer la cancha y con el tiempo Tiro desapareció como club de fútbol", recordó.
Actual socio vitalicio, recuerda que asistió al último partido que Sportivo Belgrano jugó de local en el Oscar C. Boero el pasado 8 de marzo contra Crucero del Norte. "Lástima que perdimos" recordó para hacer referencia a la derrota 1 a 0 sufrida por el elenco de nuestra ciudad frente al conjunto de Misiones.
Tal como ocurrió en el resto de las instituciones por las que pasó, en Sportivo Belgrano ocupó distintos cargos hasta ser elegido presidente, tarea que desempeñó durante un año y medio.
Su alejamiento de la comisión directiva no le privó de continuar ligado a la pasión por el club que perdura con el paso de los años hasta la actualidad. "Soy socio vitalicio" recuerda con mucho orgullo porque "la platea me la obsequió el expresidente, Rubén Finetti".
Mientras la entrevista concluía, Alberto volvió sobre el tema que más le apasiona: la amistad.
Sobre esto último, y pese al aislamiento impuesto por la pandemia por la que estamos atravesando aseguró que "una persona no puede vivir aislada del resto. Es hermoso tener amigos porque allí es donde uno se apoya para salir adelante. La amistad es algo increíble" a tal punto de que para Alberto ha sido, es y seguirá siendo el pilar sobre el cual basa su forma de ver la vida.