La chica que salió a pelear contra los molinos de viento
Hubo una vez una chica que soñó con partir el sistema desde adentro. Que usó su voz para embestir los molinos de viento de su época, sabiendo que su batalla estaba perdida de antemano. Que tenía poco tiempo y mucha prisa. Que gritó "Banzai" y dejó (nos dejó) todo.
Por Manuel Montali | LVSJ
Cualquier reseña en internet, de Wikipedia en adelante, te va a contar lo obvio: que tumbó muros, que cruzó fronteras, que tiró sogas, que fue rapera, poetisa y, por supuesto, feminista. Que era Licenciada en Ciencias Políticas. Que conjugaba desde flamenco hasta electrónica para musicalizar sus denuncias. Que era cordobesa, andaluza. Que había nacido en 1991. Que murió de una complicación cardíaca en marzo de 2017, cuando empezaba a asomar la cabeza desde el underground. Que iba tan rápido que no llegó ni a engrosar la célebre lista del club de los 27. Te va a contar que se llamaba Ana Isabel García. Y que todos la conocían como Gata Cattana o Ana Sforza.
Pero no te va a contar lo otro, porque no hace falta, porque te lo sigue contando y cantando ella: "Es una como yo cada dos siglos, ¿sabes?".
Lectora de Federico García Lorca, de Francisco de Quevedo y de Luis de Góngora, era una asidua participante de los circuitos del Poetry Slam, duelos de poesía en donde solía irle bastante bien. Nunca sonó barroca ni fuera de su tiempo. Todo lo contrario. Le puso voz a lo que éramos y a lo que se venía. Y eligió el rap para romper desde adentro, como un jodido inception, una pesadilla en el subconsciente del sistema machista.
"Banzai" fue su primera y última gran producción. Y tuvo que ser póstuma. El título, aunque parezca increíble, lo había elegido de antemano. Es curioso. No, es coherente: su último grito fue un grito de pelea, de kamikaze, el grito que podría haber hecho un personaje de un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, al abalanzarse contra los molinos de viento. Banzai es el grito de quien suelta todo. Y de quien se despide recitando: "Yo solo me debo a mis quimeras".
Sus letras están llenas de mensajes encriptados para gente despierta, de metáforas sobre el presente, junto a continuas alusiones a su pronta partida. Madre de dragones, siempre estuvo lista para ver arder su ciudad, recitando poesía en las llamas.
El último tema del disco, "Desértico", en el que busca la letra perfecta antes de irse (así lo canta, literal, regalándole ese escalofrío al oyente), asegura: "Diez mil oyentes bien usaos' son un ejército, son un ejército. Porque el futuro no nos ha cambiao'. Y seguimos sembrando el caos. Soñando con un mundo anárquico".
No busques en Internet. Te van a decir lo obvio.
Buscá sus poesías. Buscá su música. Buscá con los sentidos. Buscá como oyente. Como parte de su ejército. Ahí te lo va a decir ella: "Tenía razón, el mundo estaba equivocado". Y también te dirá: "Y agárrate bien que vienen curvas".