La anorexia no venció a Giuliana: “Creía que si no comía iba a ser más feliz”
Llegó a pesar solo 34 kilos, víctima de una anorexia nerviosa que nació cuando tenía 14 años. Luego de un año y medio de tratamiento, superó el trastorno y hoy disfruta de todo lo que la rodea."Es importante aceptarse a uno mismo, aceptar el cuerpo", dice sin vueltas en una entrevista con LA VOZ DE SAN JUSTO donde cuenta su experiencia.
Por Isabel Fernández
Llegó a pesar solo 34 kilos, sentarse a la mesa a la hora de comer era para ella una tortura, no tenía energías para ir al colegio o hacer actividades, no le gustaba su cuerpo y sentía que nada estaba bien.
La joven sanfrancisqueña Giuliana Zapata, de 17 años, cayó en el pozo de la anorexia nerviosa a los 14. Luego de un año y medio de tratamiento, superó el trastorno y hoy feliz, pudo volver a disfrutar de su familia, abuelos, amigos, ir al gimnasio y tocar la trompeta en la banda lisa de la Escuela Normal Superior"Dr. Nicolás Avellaneda" donde cursa 5º año.
Para Giuliana no fue fácil el camino, fueron momentos duros pero con fuerza de voluntad, el apoyo de su familia y amigos, además de un tratamiento multidisciplinario que realizó en el Grupo Proeso de nuestra ciudad, logró vencer la enfermedad que, aseguró, atravesarlo fue"malo pero bueno a la vez" porque le dejó muchas enseñanzas y la unió más a su familia.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, compartió su historia para ayudar a las jóvenes y personas que pasan por la anorexia, afirmando que se puede superar,"aunque es difícil, todo se puede".
La anorexia es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por el temor a subir de peso y una percepción distorsionada del propio cuerpo que hace que se vea gordo, cuando su peso es normal o más bajo de lo recomendado.
Aceptarse
"Es importante aceptarse a uno mismo, aceptar el cuerpo, aprender a quererse y expresar los sentimientos sean malos o buenos. Hay que entender que cada cuerpo es distinto, existe mucho la comparación y eso no ayuda. Cada cuerpo es como es y cuestión de aceptarse, quererse más. Es importante que las chicas pidan ayuda si se sienten mal o ven algo que no anda bien con la comida", aconsejó Giuliana.
Al recordar cómo eran sus días cuando la agobiaba la enfermedad, comentó que el peor momento para ella era sentarse a la mesa a comer."Creía que si no comía, iba a ser más feliz. Que si era más flaca la gente me iba a querer más, pero no es así, todo lo contrario", dijo.
Giuliana recordó que al principio no se daba cuenta pero comenzó a achicar cada vez más la porción de comida, luego con el paso del tiempo comenzó a comer menos, pero de manera consciente.
"La porción de comida era cada vez más pequeña y lo que hacía era cortarla en mil pedazos porque creía que engordaba menos. No comía nada. Mi desayuno era un cuarto de banana, no condimentaba nada y cenaba solo una empanada de verdura".
La alejó del colegio
"Me sentía cada vez más gorda, aunque no era así -recordó la joven-. Llegué a pesar 34 kilos y me miraba al espejo pero me veía gorda, mi peso normal tenía que ser 50 kilos y bajé unos 20 kilos en poco tiempo. Además me pegaba, porque no me gustaba mi cuerpo".
La anorexia se manifestaba en su salud física y mental."No tuve la menstruación por muchos meses, tenía la presión baja, palpitaciones, no tenía energías porque no comía nada. Tuve que dejar el colegio porque me demandaba mucha energía que no tenía, muchas veces sentía que no quería vivir", comentó.
Al analizar cómo era ella antes de que apareciera el trastorno alimenticio, Giuliana afirmó que siempre estaba feliz,"no demostraba cuando no me gustaba algo o me sentía triste, estaba todo el día sonriente, en la escuela me sacaba buenas notas, hacía todas las actividades, me exigía mucho y creo que todo esa exigencia salió por algún lugar. Me di cuenta que no me sentía cómoda haciendo las cosas que no me gustaban, no podía expresar lo que me molestaba".
La voluntad de salir
Aunque ella no lo veía, sus amigos, la familia, quienes la conocían notaron preocupados la vertiginosa pérdida de peso y así fue que comenzaron las consultas, primero al pediatra, luego a otros especialistas hasta que llegó el diagnóstico.
Giulana aseguró que ese momento fue duro, hubo lágrimas y angustia, pero ella supo que tenía que salir de la anorexia que puede afectar a cualquiera."Salir depende mucho de cada uno y del apoyo que tenga en su casa, de su familia y amigos".
"Mi mamá estaba pegada a mi lado, me acompañaba todo el tiempo, hasta para el ir al baño o a la pieza, me dieron un plan de comida y hasta que no terminaba la porción no me dejaban levantarme. A veces no podía comer porque tenía como una voz en mi interior que me decía 'no comas porque eso engorda' y eso es lo que los demás tienen que entender, muchas veces dicen que uno no pone voluntad, no se trata de no querer comer, sino de que no se puede, porque justamente uno está enfermo", recordó la joven.
Advirtió que la sociedad también influye en que muchas personas sufran este trastorno."La gente tiene que entender que los comentarios como por ejemplo: 'qué gorda estás' o 'ahí va la gorda', tanto en la vida y principalmente en las redes sociales pueden dejar marcas y llevar a sufrir un trastorno. Las redes sociales me hicieron mal, muestran el cuerpo perfecto que no existe", manifestó.
Después del drama, la enseñanza
Hace poco más de un mes llegó el alta luego del difícil tratamiento y Giuliana Zapata es consciente que la anorexia dejó una huella en su vida y que debe seguir alerta. Ahora enfrenta la vida y sus problemas de otra manera, su proyecto en el futuro es estudiar psicología o asistente social porque descubrió que le gusta mucho escuchar y ayudar.
"Fue malo pero bueno a la vez -dijo Giuliana-. Sufrir esta enfermedad me dejó muchas enseñanzas porque pude darme cuenta de lo que quería realmente, las que me hacían bien. También me unió más a la familia, principalmente con mi mamá y lo agradezco mucho. Ahora tengo que seguir adelante y si pude superar esto, todo lo obstáculos que aparezcan en el camino creo que los voy a poder enfrentar".
"Me llevó mucho tiempo volver a comer normalmente, volver a empezar la escuela, concentrarme. No es fácil y no quiere decir que no ha pasado nada. Tengo que estar atenta para no volver a caer, tengo mis recaídas, hay días que me veo mal en el espejo y otros que no", afirmó.
Finalmente agradeció a todos los que la ayudaron a salir de la anorexia, al equipo multidisciplinario que la atendió a sus padres, familia y amigos.
"El apoyo del equipo multidisciplinario de profesionales fue fundamental, a veces a la madrugada estaba mal y los llamaba y me ayudaban. El apoyo de mi familia fue muy importante, mis papás Sandra y Edgardo nunca me dejaron sola y siguen al lado mío, igual que mi hermano Gabriel. Mi relación con ellos cambio, esto nos ayudó a unirnos mucho como familia. También tuvo mucho apoyo en la escuela de los profesores, de mis amigas y sus familias y de mi novio", finalizó.