"Habrá otras Justinas y otras Alfonsinas si no somos una sociedad más donante"
"Habrá otras Justinas y otras Alfonsinas si no somos una sociedad más donante"
A un año de la sanción de la ley sobre donación de órganos, la sanfrancisqueña María Eugenia Merlini, mamá de una donante, sostuvo que aún falta mucha información y lleva el mensaje a las escuelas.
A un año de la sanción de la ley sobre donación de órganos, la sanfrancisqueña María Eugenia Merlini, mamá de una donante, sostuvo que aún falta mucha información y lleva el mensaje a las escuelas.
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María Eugenia brinda charlas para concientizar a los estudiantes
La Ley Justina, que dispone
que todas las personas mayores de 18 años sean donantes de órganos o tejidos,
salvo que en vida dejen constancia expresa de lo contrario, cumple hoy un año
desde su sanción unánime en la Cámara de Diputados.
Está inspirada en la lucha de
Justina Lo Cane, la niña de 12 años que falleció el 22 de noviembre de 2017
mientras estaba internada desde principios de agosto de ese año en la Fundación
Favaloro a la espera de un trasplante de corazón.
Sobre la ley, María Eugenia
Merlini, mamá de la joven sanfrancisqueña Alfonsina Bordese (23), que perdió su
vida en un accidente de moto en febrero de 2018, y donaron sus órganos, señaló
que "le cambió la vida a mucha gente. Esta ley permitió que accedieran a un
órgano más rápido de lo que se hacía con anterioridad a la misma pero aún
existe mucha desinformación en la sociedad".
En diálogo con LA VOZ DE SAN
JUSTO, la mujer recordó que en una charla con Alfonsina, el día anterior a su
trágica muerte, ella le manifestó que sería donante y coincidieron en que la
falta de información en torno a la donación de órganos era uno de los problemas
más graves de la sociedad argentina.
"Fue como que me dijo: 'mamá,
te dejo la posta'. Ella me da coraje para seguir hablando del tema", señaló
María Eugenia que, pocos meses después del fallecimiento de su hija, comenzó a
visitar escuelas para informar y poner en el tapete la importancia de la
ablación de órganos.
En las escuelas
La voz de Alfonsina, a través
de María Eugenia -como ella sostiene-, llegó a diversas escuelas de San
Francisco, recientemente a la Proa. El objetivo es claro, generar conciencia
acerca de la ablación de órganos, incluso desde temprana edad.
"En el caso de menores, los adultos
responsables son los que deben firmar el permiso para la ablación de órganos.
Entonces creo que si en la casa se habla del tema, los jóvenes pueden fijar
posición y voluntad", opinó.
"Tuve la suerte de tener una hija que habló
del tema y por eso pude hacerlo (a la ablación). Si se habla del tema, el joven
puede manifestar su voluntad ante su familia. Ojalá nunca les toque a ningún
otro padre, pero si te toca, es más fácil porque se recuerda la voluntad de la
persona en vida".
Del otro lado, pero con el
mismo sufrimiento
María Eugenia también se
refirió a las familias que espera que una donación le salve la vida a un ser
querido.
Y reconoció que la familia de
Justina fue una de las fortalezas más grandes que tuvo para levantarse tras la
pérdida de su hija.
"La sanción de la ley hizo
justicia para los padres de Justina, que lucharon con ella, que la vieron
sufrir y que ahora, además, continúan esta lucha sin ella", dijo.
"El día que se sancionó la
ley estaba mirando la televisión y lo primero que hice fue pedir disculpas, esa
niña (por Justina) estuvo 12 años esperando un corazón. Fue tanta su lucha que
inspiró la ley pero ella no tuvo la posibilidad de vivir, así como hoy en día,
a pesar de que ya existe la ley, otras personas tampoco tienen esa
oportunidad".
"Hay otras Justinas y va a haber otras
Alfonsinas pero si todos aportamos nuestro granito de arena, podemos hacer una
sociedad más donante. Es más factible que una persona reciba un órgano a que lo
done. Por eso siempre hago estas preguntas: ¿Donarías un órgano? ¿Recibirías un
órgano?", cerró.
Según estadísticas del
Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai)
en el último año los trasplantes de órganos aumentaron un 32 por ciento.
La Ley Justina, que dispone
que todas las personas mayores de 18 años sean donantes de órganos o tejidos,
salvo que en vida dejen constancia expresa de lo contrario, cumple hoy un año
desde su sanción unánime en la Cámara de Diputados.
Está inspirada en la lucha de
Justina Lo Cane, la niña de 12 años que falleció el 22 de noviembre de 2017
mientras estaba internada desde principios de agosto de ese año en la Fundación
Favaloro a la espera de un trasplante de corazón.
Sobre la ley, María Eugenia
Merlini, mamá de la joven sanfrancisqueña Alfonsina Bordese (23), que perdió su
vida en un accidente de moto en febrero de 2018, y donaron sus órganos, señaló
que "le cambió la vida a mucha gente. Esta ley permitió que accedieran a un
órgano más rápido de lo que se hacía con anterioridad a la misma pero aún
existe mucha desinformación en la sociedad".
En diálogo con LA VOZ DE SAN
JUSTO, la mujer recordó que en una charla con Alfonsina, el día anterior a su
trágica muerte, ella le manifestó que sería donante y coincidieron en que la
falta de información en torno a la donación de órganos era uno de los problemas
más graves de la sociedad argentina.
"Fue como que me dijo: 'mamá,
te dejo la posta'. Ella me da coraje para seguir hablando del tema", señaló
María Eugenia que, pocos meses después del fallecimiento de su hija, comenzó a
visitar escuelas para informar y poner en el tapete la importancia de la
ablación de órganos.
En las escuelas
La voz de Alfonsina, a través
de María Eugenia -como ella sostiene-, llegó a diversas escuelas de San
Francisco, recientemente a la Proa. El objetivo es claro, generar conciencia
acerca de la ablación de órganos, incluso desde temprana edad.
"En el caso de menores, los adultos
responsables son los que deben firmar el permiso para la ablación de órganos.
Entonces creo que si en la casa se habla del tema, los jóvenes pueden fijar
posición y voluntad", opinó.
"Tuve la suerte de tener una hija que habló
del tema y por eso pude hacerlo (a la ablación). Si se habla del tema, el joven
puede manifestar su voluntad ante su familia. Ojalá nunca les toque a ningún
otro padre, pero si te toca, es más fácil porque se recuerda la voluntad de la
persona en vida".
Del otro lado, pero con el
mismo sufrimiento
María Eugenia también se
refirió a las familias que espera que una donación le salve la vida a un ser
querido.
Y reconoció que la familia de
Justina fue una de las fortalezas más grandes que tuvo para levantarse tras la
pérdida de su hija.
"La sanción de la ley hizo
justicia para los padres de Justina, que lucharon con ella, que la vieron
sufrir y que ahora, además, continúan esta lucha sin ella", dijo.
"El día que se sancionó la
ley estaba mirando la televisión y lo primero que hice fue pedir disculpas, esa
niña (por Justina) estuvo 12 años esperando un corazón. Fue tanta su lucha que
inspiró la ley pero ella no tuvo la posibilidad de vivir, así como hoy en día,
a pesar de que ya existe la ley, otras personas tampoco tienen esa
oportunidad".
"Hay otras Justinas y va a haber otras
Alfonsinas pero si todos aportamos nuestro granito de arena, podemos hacer una
sociedad más donante. Es más factible que una persona reciba un órgano a que lo
done. Por eso siempre hago estas preguntas: ¿Donarías un órgano? ¿Recibirías un
órgano?", cerró.
Según estadísticas del
Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai)
en el último año los trasplantes de órganos aumentaron un 32 por ciento.