Gran Hotel “Libertador”, símbolo del San Francisco progresista
A través del tiempo, el emblemático edificio se convirtió en un símbolo del progreso empresarial, comercial, social y cultural de San Francisco, pero nada de eso pudo con el golpe que significó la pandemia que lo obligó a cerrar sus puertas.
Por Arturo A. Bienedell
Esta semana los sanfrancisqueños recibimos la noticia del fin de las actividades del Gran Hotel "Libertador". Es el final del hotel, no del edificio que es un ícono en el centro de la ciudad.
Esta situación permite hacer un rápido análisis de una época de San Francisco, cuando la ciudad estaba en plena expansión económica y los gobiernos municipales trabajaban en conjunto con la comunidad, a través de comisiones de vecinos, que eran consultados y aportaban sus conocimientos en favor de la sociedad en conjunto. Así fue como se originó el Gran Hotel "Libertador".
A fines de la década de 1950 la ciudad tenía pocos hoteles y, por su antigüedad, ya no cubrían las necesidades de los pasajeros como lo imponían los nuevos tiempos. Solo por nombrar algunos, funcionaban el City Hotel, el Plaza Hotel, "La Central", el Hotel de Scarafía y otros hospedajes menores que, aún con una buena atención, no estaban a la altura de los modernos hoteles de las capitales provinciales.
Se imponía entonces que el San Francisco industrial y comercial de esa época, en plena expansión, contara con un "gran hotel". Era el sueño de empresarios locales que años antes habían propuesto comprar la sede de la Sociedad Italiana para construir allí un hotel de jerarquía, trámite que no prosperó.
En 1958 llegó a la intendencia Guillermo José Peretti, quien logró por infinidad de hábiles gestiones con el diputado nacional Francisco Ravetti, que el predio de la exestación ferroviaria pase a jurisdicción de la Municipalidad. Conseguido esto, se empezaron las consultas para proyectar qué hacer con esas cinco manzanas y una de las coincidencias fue que incluya el futuro "gran hotel", solo que no en el lugar donde se construyó, sino donde ahora está la Tecnoteca.
Cuando se puso en marcha la propuesta de construir el "gran hotel" hubo quienes comenzaron a adquirir acciones. Fueron centenares quienes se sumaron con valores desde tres millones de pesos a aportes de mil pesos.
Su construcción demandó aunar ideas y
reunir fondos durante más de doce años. Hubo un tiempo prolongado que su figura
esquelética, sin avances en la obra, hizo dudar sobre su concreción
Consta en la documentación del Archivo Gráfico y Museo Histórico, que el 13 de mayo de 1959 se comenzaron a sumar accionistas: industriales, comerciantes, profesionales, rentistas y vecinos "en elocuente y significativa demostración de carácter progresista", según publicó LA VOZ DE SAN JUSTO. El monto que se aportaba era el 20% del total que se suscribía; el 80% restante se debía colocar en dos años y en cuotas semestrales. La lista se dio en sucesivos días y meses y da idea de que hubo mucha gestión para conseguir los aportes. Los principales accionistas fueron Alberto J. Armando, $ 3.000.000; Esther Borra de Armando y Compañía de Seguros "El Norte", $ 500.000, cada uno; Godeco SRL; Talleres Industriales Kopp SRL, cada uno $ 250.000; Félix Aimar; Sucesión de Carlos Boero Romano; Corradi y Cía.; Atilio M. Godino S.A. cada uno $ 100.000. De allí para abajo hubo aportes de todo los valores desde 95.000 a mil pesos.
El 10 de agosto el Concejo Deliberante aprobó la cesión de un terreno en la intersección de Bv. 25 de Mayo y la Avenida del Libertador (S), para la construcción del Gran Hotel "Libertador" y el 23 de octubre en asamblea de accionistas se constituyó el primer directorio: presidente, Alberto Pavone; vicepresidente, Ricardo Tampieri (h); vocales titulares, Luis Carra, Anselmo Macchieraldo, Esteban Giaveno, Atilio M. Godino, Carlos Rolfo, Eugenio S. Odetti; secretarios tesoreros, César S. Serra y César Scarafía; vocales suplentes, Alberto J. Armando, Juan Bruno, Dr. Adolfo Cometto, Guillermo Peretti, Pedro Busso; síndico titular, Dr. Joaquín Gregorio Martínez; suplente, Federico Bianchi. Se nombró administrador a Hércoles Doria, exgerente del Banco de Italia y se informó que se compró el predio a la Municipalidad a $ 1.500 el metro y que, además se llamó a un concurso de proyectos hasta el 15 de noviembre.
A partir de allí el proyecto tomó vuelo, si bien, años luego, se pudo observar solo una gran estructura de cemento, sin muros, que no conseguía avanzar por falta de recursos y una inflación que imposibilitaba continuarlo. En los primeros años de los ´70, tomó nuevo impulso hasta su finalización e inauguración, sin imaginar que, avanzado el siglo XXI, una pandemia provocaría una crisis económica que la imposibilitaría continuar con aquel objetivo de hace más de 60 años.
Como señalé al comienzo, es el final del hotel, no del edificio. La ciudad seguirá contando con él con otras funciones. Desde ahora, para todos será un punto de referencia urbana y, por bastante tiempo, en el imaginario colectivo seguirá siendo el Gran Hotel "Libertador", sin importar qué actividades se desarrollen en sus instalaciones.
Otro recuerdo de la construcción del hotel
más emblemático de San Francisco. (Fotos: Archivo Gráfico y Museo Histórico)