Gobierno – campo: tiempo de revancha
Vicentin, la revancha. La filosofía y el sustento ideológico de la decisión expropiatoria de la cerealera santafesina son calcadas a las de hace casi 12 años cuando se intentó una ley confiscatoria para el agro.
Dentro de exactamente un mes se cumplirán 12 años de aquella histórica votación en el Senado de la Nación, en la que el voto no positivo del entonces vicepresidente Julio Cobos impidió que el gobierno de ese entonces sancionara una ley confiscatoria para el sector agropecuario, como lo fue el proyecto de la Resolución 125 que pretendía imponer las retenciones móviles.
Es otro el contexto. La pandemia arrecia y asuela la economía mundial. La de nuestro país, siempre endeble, se ve aún más golpeada. La Argentina vive un momento crucial en su historia, tanto desde lo sanitario como desde los ámbitos político, social y económico. En este último aspecto, los precios internacionales de los granos ni por asomo se acercan a los de aquel tiempo. Las condiciones macroeconómicas son muy diferentes. Los actores son distintos también, salvo algunos personajes políticos que parecen haber asumido con pasión la necesidad de tomarse revancha de aquella derrota en el Congreso.
Las protestas han comenzado a sucederse frente al intento de expropiación de la firma Vicentin. Independientemente de las responsabilidades que deben adjudicarse a las autoridades de la empresa en cuestión, en el marco del proceso de convocatoria de acreedores que se sustancia en la Justicia, la filosofía y el sustento ideológico de la decisión expropiatoria son calcadas a las de hace casi una docena de años.
Luego del histórico "voto no positivo", en la columna editorial de este diario se abogó por la necesidad de acuerdos que permitiesen descomprimir el clima y procurar la reconciliación. Porque, se argumentó, "la sociedad en su gran mayoría, siempre ha estado de acuerdo en combatir la pobreza, redistribuir el ingreso, rebajar la inflación, lograr la equidad impositiva, dignificar a los trabajadores y respetar a los jubilados, entre otros objetivos".
Se observa que aquellas metas son, lamentablemente, las mismas que todavía hoy se discuten. En aquella ocasión se expresó que no se alcanzarán "con más diatribas ni alterando estadísticas. Sí con un verdadero proyecto de país que contemple el aporte justo que los sectores productivos están dispuestos a brindar. La locomotora del desarrollo de nuestro país es el campo. Los productores agropecuarios que lucharon contra una resolución inequitativa y confiscatoria han demostrado su amor a la patria y su vocación de servicio para superar los problemas".
Es posible que esta secuela de una película ya vista y con final incierto tenga nuevamente al hombre de campo como protagonista, frente a una decisión inconsulta que esconde ánimo de revancha y demuestra que el mensaje de la 125 no solo no ha sido asimilado, sino que, al parecer, tampoco ha servido como aprendizaje.