Gary en San Francisco: de robar mandarinas a “reventar” Bomberos
Era un chico común, sencillo, haciendo las travesuras típicas de su edad. Pero con una particularidad: no soltaba la guitarra, ni siquiera cuando no podía reponerle las cuerdas, y le aseguraba a todo el mundo que algún día lo verían arriba de un escenario.
Por Manuel Montali | LVSJ
El 9 de noviembre de 2001 falleció sorpresivamente Edgar Efraín Fuentes, Gary. Pero en San Francisco, donde transcurrió su juventud, la voz de "El Ángel" no se apagó. En el Gigante de Bomberos, donde se lo recuerda al frente de una de las convocatorias más masivas de la institución (cuando llenó tanto el salón cubierto como el exterior), todavía el eco parece sonar al ritmo de sus canciones. A poco de celebrarse un nuevo natalicio del cantante (Amboy, Córdoba, 5 de febrero de 1962), lo homenajearon sus amigos Héctor Gariglio y Alcides Bosio, y su mánager Jorge López.
La infancia y juventud
Edgar, Edgarito, Gary. Llegó a nuestra ciudad por el trabajo de su padre (era topógrafo de una empresa constructora), con once años, y aquí hizo la vida de un chico normal. Jugaba al fútbol (sus amigos dicen que para patear la pelota era un buen cantante...) al lado de su casa, en un baldío, con su hermano "Pato" y los chicos del barrio. Vivió en Deán Funes al 2700 y luego en Marconi al 700. Integró en algún momento las filas del club "Don Orione" (hoy Deportivo Oeste). Hizo la secundaria en el Colegio San Martín. Y también con los amigos robaban mandarinas, le tiraban piedras a los trenes, iban a entrampar aves... entre otras travesuras típicas. Pero él tenía otra particularidad: no soltaba la guitarra.
Héctor y Alcides contaron que Gary acompañaba a su padre a distintas peñas, pero que aprendió a tocar la guitarra por un tío que vivía en "Las ochocientas", y empezó a cantar canciones folclóricas, como "El viejo Matías". El primero recordó: "Desde joven me decía que algún día lo iba a ver arriba de un escenario. Escuchaba cantar a otra gente y me decía que él tenía mayor voz, que llegaba más". Y Alcides completó: "Su voz fue, es y será única. Un día se enteró de que yo estaba aprendiendo batería y me dijo que tocáramos juntos. Él quería cantar, yo le expliqué que hacía más ruido que música, pero hinchó hasta que nos pusimos a tocar. Hacía temas de Mario Echeverría, Nino Bravo. Hicimos un ensayo en Club El Tala, nos habíamos puesto 'Conjunto Flecha' por las zapatillas que se usaban en ese momento. Su guitarra a veces parecía un bajo: tenía cuatro cuerdas porque se le iban rompiendo y era carísimo reponerlas".
El nacimiento de "El Ángel"
En 1979, terminado el secundario y unos meses después de que falleció su padre, Gary volvió con su familia a Córdoba. Allí cantó con Lito y Heraldo Bossio, formó "Gary y los felinos", el dúo Héctor y Gary y, finalmente, llegó a Trulalá, donde lo conoció su futuro manager.
Alcides Bosio y Héctor Gariglio, amigos de la juventud de Gary, y su mánager Jorge López, recordaron la trayectoria de "El Ángel" en su casa, el Gigante de Bomberos
"Yo tenía mis espectáculos, y en las cenas en que coincidíamos con Gary, se sentaba siempre al lado mío. Al mes y medio de salir de Trula y empezar como solista, me llamó para trabajar con él, por recomendación de Emeterio Farías de que no buscara un manager de Córdoba capital. Yo trabajaba bien en Villa María y tenía que dejar todo para ir con alguien a quien no sabía cómo le iba a ir. 'Teneme confianza', me decía. 'Si en tres o cuatro meses no arranca, vos te volvés'. Y no me fui más, me quedé más de once años a su lado", dijo Jorge.
No obstante, comentó que en el inicio "la pasamos bastante mal. En los primeros bailes metíamos setenta personas. Trula nos cortaba todos los pasos y no quería que avanzáramos. Pero cuando vas a ser grande, por más palos que te pongan en la rueda, igual lo lográs. Así fue que a los cuatro meses, con el tema 'Te burlaste' y luego 'Un cigarrillo y te vas', empezó a crecer, hasta que llegó 'Ángel', que fue su tercer disco".
Como una muestra más de que determinación y talento son una combinación a prueba de cualquier revés, entre risas, contó incluso que el "Negro" Videla había sido el encargado de hacerle una audición para Chévere, y que le recomendó a Gary que se dedicara a otra cosa. "Siempre que nos vemos con el 'Negro' nos acordamos de esa anécdota. Y Gary se bajoneó, pero siguió cantando igual, hasta llegar a Trula. El primer tema que grabó fue 'En aquél rincón' y fue furor".
Todos los 5 de febrero, Amboy es una fiesta, porque se recuerda el natalicio de Gary. Nuestra ciudad no es ajena a los homenajes, y por eso de un buen tiempo a esta parte, amigos y fanáticos de Gary vienen recolectando firmas para hacerle una escultura a la altura de su leyenda.
Cabe destacar que el comienzo solista de Gary incluyó también un grave accidente en auto que lo obligó a cantar en sillas de ruedas (en esa condición llegó a presentarse en nuestra ciudad). "Le quedó para siempre una pierna con algunos problemas, porque no terminó la rehabilitación como hubiera correspondido, porque quería inmediatamente volver a salir a cantar", dijo quien fuera su manager.
Sobre el cambio en el curso de la carrera del cantante, en particular con "Ángel" y su repertorio más romántico, precisó que ese tema en particular lo eligió el hermano, Pato (que también acompañaba la gestión musical). "Nosotros creíamos que iba a ser un fracaso -se sinceró Jorge-, porque yo vi morir la carrera de Pelusa cuando graba Teléfono azul', que eran todos lentos. Pero 'Ángel' fue un himno para Gary. Después ya le gustó y grabó 'Dalila'... La voz le daba para todo. Verlo en la sala de grabación era sorprendente, él iba con una servilleta en la que hacía sus anotaciones. Tenía una facilidad para escribir... como 'Hay un ruido en la línea', que salió en un viaje a Marcos Juárez, por un muchacho que iba con nosotros y llamaba a su mujer, que estaba enferma y tenía un teléfono inalámbrico, los cuales generaban ese ruido en la línea cuando uno se alejaba algunos metros. Gary era un tipo muy inteligente, un visionario".
La despedida
El 24 junio de 2001, en el Teatro Mayo, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Rodrigo, Gary dio su último show en nuestra ciudad. Volvía permanentemente a San Francisco. Le gustaba hospedarse en el Hotel Libertador y ver a sus amigos de la juventud. Siempre lo esperaba la invitación para un asado y un brindis, algo que para sus amigos terminaba siendo una complicación a la hora de cuidar su salud, en particular su diabetes.
Para Jorge, "lamentablemente, él no se cuidó. Podía comer un lomito lleno de mayonesa. Todos los médicos le decían que se tenía que cuidar porque era diabético. Pero veníamos a San Francisco y pedía que le prepararan en Bomberos un matambrito grueso y con grasa. Fumaba, tomaba. Era inevitable. Es lo malo que tiene esto, que haya mucha cantidad de amigos que te invitan a festejar, tomar un vino, brindar con un champagne. Terminado el baile, cansado, transpirado, a lo mejor él se pedía una gaseosa, que tampoco podía tomar porque tenía azúcar, pero venían amigos inocentemente y lo invitaban a brindar con un champagne... Y así".
"El cuarteto está de luto", recuerda que escuchó Jorge en la radio, mientras viajaba en auto. Pensó de inmediato en las figuras de mayor edad. Pero se trataba de Gary, la voz de terciopelo, que tenía apenas 39 años. "No sabía qué hacer", dijo. El velatorio fue en Córdoba, el 10 de noviembre de 2001, adonde también llegaron Héctor y Acides. El día en que el fútbol despedía a su mayor ídolo, Diego Maradona, Córdoba estaba de luto por la desaparición de una de sus mejores voces. Terminada la ceremonia, los restos de Gary fueron cremados y se arrojaron sus cenizas en el río de Amboy.
Los homenajes
Todos los 5 de febrero, Amboy es una fiesta, porque se recuerda el natalicio de Gary. Nuestra ciudad no es ajena a los homenajes, y por eso de un buen tiempo a esta parte, Alcides, amigos y fanáticos de Gary vienen recolectando firmas para hacerle una escultura a la altura de su leyenda. Se juntaron más de veinte mil firmas, se presentó un proyecto en el Concejo Deliberante y en el área de Cultura del gobierno provincial. "Vamos a intentar lograrlo este año", dijo Bosio.
Junto a ello, recordó que, la última noche que Gary cantó en la ciudad, él estaba sentado en primera fila, y que el cantante le confesó que todavía se sentía afectado por la muerte de Rodrigo, pero que actuaba esa noche porque "el espectáculo debe continuar". Para él, Héctor y Jorge, el espectáculo debe continuar incluso sin Gary, pero igual los reconforta que la voz del Ángel siga sonando. Y coinciden sobre todo en una cosa: ¡Qué cantante que se perdió Chévere!