El hombre de la fuente que dejó su fortuna a los que más necesitan
El hombre de la fuente que dejó su fortuna a los que más necesitan
En la fuente del Rincón Español se observa la
imagen de un hombre con un sombrero. Pero muy pocos conocen quién es y las
huellas que dejó su paso por San Francisco.
En la fuente del Rincón Español se observa la
imagen de un hombre con un sombrero. Pero muy pocos conocen quién es y las
huellas que dejó su paso por San Francisco.
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La icónica fuente del Rincón Español. | Fotos: Marcelo Suppo | LVSJ
Por Stefanía Musso | LVSJ
El Centro Cívico es atravesado
diariamente por ciento de personas. Por su ubicación estratégica y diseño
urbanístico hace que sus pasajes internos sean muy transitados por peatones que
necesitan hacer trámites en las oficinas, compras en los locales o transacciones
en algunos de los bancos.
Sin embargo, en ese pasar casi rutinario o mecanizado, nos perdemos de algunos
detalles e historias que guarda este emblemático espacio público
sanfrancisqueño.
Uno de los puntos para frenar la marcha y darse un minuto para observar es Rincón
Español, que a pesar de estar rodeado de edificios brinda un ambiente único en
el centro de la ciudad. Este espacio es coronado por una fuente, que además de la
belleza de sus trabajos realizado con mayólicas y azulejos hay sobre una de las
paredes una imagen que desconcierta y llama la atención a los que se detienen a
contemplarla.
En ese espejo de agua rodeado de cemento y hormigón surge a través del arte
unido de los azulejos el rostro de un hombre de traje y bombín, que las nuevas
generaciones no saben de quién se trata pero que en los orígenes dejó su
impronta.

El personaje incognito es José María López Villar y Fernández, un ciudadano
de origen español que llegó a estas tierras de la mano de su amigo José
Bernando Iturraspe. En su paso por acá, el hombre amasó una importante fortuna
que se tradujo en la propiedad de varios inmuebles en la ciudad.
Tras su muerte, Villar dejó un
testamento en el cual asentó su deseo de
crear una fundación con su patrimonio para ayudar a instituciones de bien
público. Actualmente, la Asociación
Civil " Legado José María Villar" realiza aportes económicos a
entidades de bien público como es el caso de la cooperadora del Hospital J. B.
Iturraspe y el Pequeño Cottolengo Don Orione.
El hombre del sombrero
La figura de José María Villar y Fernández nos remonta a finales del siglo
19. Arturo Bienedell, presidente del Archivo Gráfico y Museo Histórico de San
Francisco, reveló que este personaje era un comerciante y agropecuario español
que se instaló en San Francisco en 1888.
Tenía distintas tiendas, pero luego, se dedicó a la renta inmobiliaria de
sus edificios donde se desarrollan aún hoy actividades comerciales", precisó. "Un
ejemplo es el ´Paseo Villar´ donde funcionó la tienda Los Vascos, luego Casa
Heredia y más tarde, Casa Castellanas hasta que el edificio se derrumbó tras
una serie de refacciones que se estaban realizando en el mes de enero de 1991",
agregó.
En la actualidad, esa esquina se encuentra un moderno edificio con una
confitería y locales comerciales, siendo un clásico del centro de la ciudad.
Bienedell también contó que Villar
tuvo una activa vida social y participó en diferentes entidades de la ciudad. "Fue
vice cónsul español en San Francisco, presidente del directorio local del Banco
de la Nación Argentina, presidente honorario de la Sociedad Española de Socorros
Mutuos y socio protector de las más prestigiosas instituciones sociales y de
beneficencia de la ciudad", explicó.
Con respecto al lugar importante que ocupa en la fuente, el presidente del AGM detalló que "esa obra
se hizo con aportes de la Sociedad Española y la Fundación Villar, que surgió
luego de su fallecimiento".
Su recuerdo en el diario
José María Villar y Fernández
falleció el 23 de junio de 1943, a los 78 años, tras soportar una grave
enfermedad. LA VOZ DE SAN JUSTO destacaba en su página de Sociales de aquella
época su extensa vinculación a la ciudad y sus instituciones.
En esos párrafos, este diario lo destacó como "caballero de la más amplia
acepción de la palabra, ganándose el respeto y la consideración pública, por su
bondad inalterable y su proverbial generosidad que nunca le permitió desoír los
reclamos de la sociedad y su nombre
siempre, con la largueza que le imponía su natural bondadoso y su hidalguía de
español".

Los locales céntricos que pertenecieron al español
y que hoy, sus alquileres, se convierten en donaciones a entidades de la ciudad.
Un legado solidario
Al fallecer en el año 1943, sin familiares en la ciudad se constituyó una
fundación como él pidió en su testamento. Sus albaceas testamentarios, Joaquín
G. Martínez, Manuel Silva Campos y Ricardo Tampieri (hijo) fueron quienes se
hicieron cargo de sus propiedades y como lo establece el testamento lo recaudado se distribuye entre la
Cooperadora del Hospital J. B. Iturraspe y el Pequeño Cottolengo Don Orione.
Joaquín Martínez (h), actual Director Titular junto a su tío Jorge, están
al frente de la comisión directiva de la agrupación, que desde 2006, se
constituyó formalmente como Asociación Civil "Legado José María Villar".
Martínez explicó que al principio hubo un error en llamar a este tipo de
organización fundación. "En realidad, los
albaceas deben cumplir el legado impuesto, con el tiempo se buscó una figura
formal para encuadrar el objeto y la administración de la misma".
Lo más relevante es que "el ingreso de la asociación es el cobro de
alquileres de locales comerciales de Lisandro de la Torre y Bv. 25 de Mayo. Con ese dinero, se pagan gastos de
mantenimiento, impuestos y administración, y periódicamente se entrega una suma
de dinero a la cooperativa del hospital y al Cottolengo Don Orione", expresó.
Martínez destacó el legado que dejó Villar en estas tierras. "Es el valor
de saber que esta ciudad la hicieron grandes inmigrantes y que dejaron
mucho por ella. Hoy, esos pioneros siguen dando su aporte mensual ayudando a
dos grandes instituciones de salud y bien local".
Belkis Rubiolo, directora de la Cooperadora del Hospital J. B. Iturraspe, remarcó
la importancia del aporte de la Asociación Civil Villar que realizan mensualmente.
"Este
tipo de ayuda es un reaseguro para nuestro funcionamiento ya que contamos con ese
ingreso mensual seguro, que cubre parte de gastos fijos. Al tener ese aspecto
resuelto, nos permite enfocarnos en cubrir otras necesidades".
"El hecho que la Asociación Civil ´Legado José María Villar´ confíe en
nuestro accionar, nos impulsa a seguir", explicó Rubiolo.
Por otro lado, la colectividad española lo recuerda también por ser el donante
de la sede para los españoles sobre calle Iturraspe al 2146.
El "Paseo Villar"convertido en arte
Para conmemorar el espacio arquitectónico y el valor de la Asociación
Civil, la artista plástica Menén Martínez había comenzado un importante mural
que, a causa de su fallecimiento, hoy continúa Mabel Righi, directora del Museo
de la Ciudad quien se permitió algunas licencias sobre esta obra de
envergadura.
Al respecto, Righi comentó que se trata de "un mural sobre cerámicos de aproximadamente
2 por 1,40 metros".
Esta obra está hecha con la técnica de esmalte sobre cubierta, en cerámicos
comerciales semimate y la pintura es diluida en aceites esenciales que luego se
aplica con pincel o esponja, un rasgo típico de pinturas de Portugal, España e
Italia. Luego, se hace con una cochura de 820 grados, impregnándose el esmalte
comercial que absorbe la pintura obteniéndose una obra imborrable.
Sobre el diseño, Righi explicó que "la obra busca retratar los orígenes de
Villar. En ella, se observan las montañas, las costas marítimas, costumbrismos
del lugar y hay un rostro de José María. También, se hizo un escudo que
simboliza a su familia".

Mabel Righi continúa el legado de Meném Martínez
y está finalizando la obra que representará artísticamente el Paseo Villar y al
español.
En la parte inferior, Menén interpretó las viejas casonas que había sobre
el Pasaje Lisandro de la Torre, que pertenecen a la ONG. Lazos de telas dan
cierre al final de la obra, detalle muy típico de ella, dando movimiento al
conjunto. "Allí están los nombres y el nombre Pasaje Villar", destacó Righi.
A causa de su fallecimiento, Martínez dejó la obra inconclusa pero la
familia permitió a Righi concluirla. "No fue fácil armar este trabajo, era un
verdadero rompecabezas. Estaba dibujado en lápiz y el esbozo hecho en cuerdas
por lo que hubo que reforzar esas partes y para darle mayor fuerza ", indicó la
directora del Museo.
Una vez finalizado el trabajo, se pedirá permiso al Municipio para
emplazarlo sobre Pasaje Lisandro de la Torre. "Es un testimonio de la historia
que merece ser contado", concluyó la pintora.
Por Stefanía Musso | LVSJ
El Centro Cívico es atravesado
diariamente por ciento de personas. Por su ubicación estratégica y diseño
urbanístico hace que sus pasajes internos sean muy transitados por peatones que
necesitan hacer trámites en las oficinas, compras en los locales o transacciones
en algunos de los bancos.
Sin embargo, en ese pasar casi rutinario o mecanizado, nos perdemos de algunos
detalles e historias que guarda este emblemático espacio público
sanfrancisqueño.
Uno de los puntos para frenar la marcha y darse un minuto para observar es Rincón
Español, que a pesar de estar rodeado de edificios brinda un ambiente único en
el centro de la ciudad. Este espacio es coronado por una fuente, que además de la
belleza de sus trabajos realizado con mayólicas y azulejos hay sobre una de las
paredes una imagen que desconcierta y llama la atención a los que se detienen a
contemplarla.
En ese espejo de agua rodeado de cemento y hormigón surge a través del arte
unido de los azulejos el rostro de un hombre de traje y bombín, que las nuevas
generaciones no saben de quién se trata pero que en los orígenes dejó su
impronta.

El personaje incognito es José María López Villar y Fernández, un ciudadano
de origen español que llegó a estas tierras de la mano de su amigo José
Bernando Iturraspe. En su paso por acá, el hombre amasó una importante fortuna
que se tradujo en la propiedad de varios inmuebles en la ciudad.
Tras su muerte, Villar dejó un
testamento en el cual asentó su deseo de
crear una fundación con su patrimonio para ayudar a instituciones de bien
público. Actualmente, la Asociación
Civil " Legado José María Villar" realiza aportes económicos a
entidades de bien público como es el caso de la cooperadora del Hospital J. B.
Iturraspe y el Pequeño Cottolengo Don Orione.
El hombre del sombrero
La figura de José María Villar y Fernández nos remonta a finales del siglo
19. Arturo Bienedell, presidente del Archivo Gráfico y Museo Histórico de San
Francisco, reveló que este personaje era un comerciante y agropecuario español
que se instaló en San Francisco en 1888.
Tenía distintas tiendas, pero luego, se dedicó a la renta inmobiliaria de
sus edificios donde se desarrollan aún hoy actividades comerciales", precisó. "Un
ejemplo es el ´Paseo Villar´ donde funcionó la tienda Los Vascos, luego Casa
Heredia y más tarde, Casa Castellanas hasta que el edificio se derrumbó tras
una serie de refacciones que se estaban realizando en el mes de enero de 1991",
agregó.
En la actualidad, esa esquina se encuentra un moderno edificio con una
confitería y locales comerciales, siendo un clásico del centro de la ciudad.
Bienedell también contó que Villar
tuvo una activa vida social y participó en diferentes entidades de la ciudad. "Fue
vice cónsul español en San Francisco, presidente del directorio local del Banco
de la Nación Argentina, presidente honorario de la Sociedad Española de Socorros
Mutuos y socio protector de las más prestigiosas instituciones sociales y de
beneficencia de la ciudad", explicó.
Con respecto al lugar importante que ocupa en la fuente, el presidente del AGM detalló que "esa obra
se hizo con aportes de la Sociedad Española y la Fundación Villar, que surgió
luego de su fallecimiento".
Su recuerdo en el diario
José María Villar y Fernández
falleció el 23 de junio de 1943, a los 78 años, tras soportar una grave
enfermedad. LA VOZ DE SAN JUSTO destacaba en su página de Sociales de aquella
época su extensa vinculación a la ciudad y sus instituciones.
En esos párrafos, este diario lo destacó como "caballero de la más amplia
acepción de la palabra, ganándose el respeto y la consideración pública, por su
bondad inalterable y su proverbial generosidad que nunca le permitió desoír los
reclamos de la sociedad y su nombre
siempre, con la largueza que le imponía su natural bondadoso y su hidalguía de
español".

Los locales céntricos que pertenecieron al español
y que hoy, sus alquileres, se convierten en donaciones a entidades de la ciudad.
Un legado solidario
Al fallecer en el año 1943, sin familiares en la ciudad se constituyó una
fundación como él pidió en su testamento. Sus albaceas testamentarios, Joaquín
G. Martínez, Manuel Silva Campos y Ricardo Tampieri (hijo) fueron quienes se
hicieron cargo de sus propiedades y como lo establece el testamento lo recaudado se distribuye entre la
Cooperadora del Hospital J. B. Iturraspe y el Pequeño Cottolengo Don Orione.
Joaquín Martínez (h), actual Director Titular junto a su tío Jorge, están
al frente de la comisión directiva de la agrupación, que desde 2006, se
constituyó formalmente como Asociación Civil "Legado José María Villar".
Martínez explicó que al principio hubo un error en llamar a este tipo de
organización fundación. "En realidad, los
albaceas deben cumplir el legado impuesto, con el tiempo se buscó una figura
formal para encuadrar el objeto y la administración de la misma".
Lo más relevante es que "el ingreso de la asociación es el cobro de
alquileres de locales comerciales de Lisandro de la Torre y Bv. 25 de Mayo. Con ese dinero, se pagan gastos de
mantenimiento, impuestos y administración, y periódicamente se entrega una suma
de dinero a la cooperativa del hospital y al Cottolengo Don Orione", expresó.
Martínez destacó el legado que dejó Villar en estas tierras. "Es el valor
de saber que esta ciudad la hicieron grandes inmigrantes y que dejaron
mucho por ella. Hoy, esos pioneros siguen dando su aporte mensual ayudando a
dos grandes instituciones de salud y bien local".
Belkis Rubiolo, directora de la Cooperadora del Hospital J. B. Iturraspe, remarcó
la importancia del aporte de la Asociación Civil Villar que realizan mensualmente.
"Este
tipo de ayuda es un reaseguro para nuestro funcionamiento ya que contamos con ese
ingreso mensual seguro, que cubre parte de gastos fijos. Al tener ese aspecto
resuelto, nos permite enfocarnos en cubrir otras necesidades".
"El hecho que la Asociación Civil ´Legado José María Villar´ confíe en
nuestro accionar, nos impulsa a seguir", explicó Rubiolo.
Por otro lado, la colectividad española lo recuerda también por ser el donante
de la sede para los españoles sobre calle Iturraspe al 2146.
El "Paseo Villar"convertido en arte
Para conmemorar el espacio arquitectónico y el valor de la Asociación
Civil, la artista plástica Menén Martínez había comenzado un importante mural
que, a causa de su fallecimiento, hoy continúa Mabel Righi, directora del Museo
de la Ciudad quien se permitió algunas licencias sobre esta obra de
envergadura.
Al respecto, Righi comentó que se trata de "un mural sobre cerámicos de aproximadamente
2 por 1,40 metros".
Esta obra está hecha con la técnica de esmalte sobre cubierta, en cerámicos
comerciales semimate y la pintura es diluida en aceites esenciales que luego se
aplica con pincel o esponja, un rasgo típico de pinturas de Portugal, España e
Italia. Luego, se hace con una cochura de 820 grados, impregnándose el esmalte
comercial que absorbe la pintura obteniéndose una obra imborrable.
Sobre el diseño, Righi explicó que "la obra busca retratar los orígenes de
Villar. En ella, se observan las montañas, las costas marítimas, costumbrismos
del lugar y hay un rostro de José María. También, se hizo un escudo que
simboliza a su familia".

Mabel Righi continúa el legado de Meném Martínez
y está finalizando la obra que representará artísticamente el Paseo Villar y al
español.
En la parte inferior, Menén interpretó las viejas casonas que había sobre
el Pasaje Lisandro de la Torre, que pertenecen a la ONG. Lazos de telas dan
cierre al final de la obra, detalle muy típico de ella, dando movimiento al
conjunto. "Allí están los nombres y el nombre Pasaje Villar", destacó Righi.
A causa de su fallecimiento, Martínez dejó la obra inconclusa pero la
familia permitió a Righi concluirla. "No fue fácil armar este trabajo, era un
verdadero rompecabezas. Estaba dibujado en lápiz y el esbozo hecho en cuerdas
por lo que hubo que reforzar esas partes y para darle mayor fuerza ", indicó la
directora del Museo.
Una vez finalizado el trabajo, se pedirá permiso al Municipio para
emplazarlo sobre Pasaje Lisandro de la Torre. "Es un testimonio de la historia
que merece ser contado", concluyó la pintora.