El Brexit e Irlanda del Norte
El proceso de paz norirlandés que lleva dos décadas continúa estando atado con alambre y el Brexit amenaza, hoy más que nunca, con alterar nuevamente la tranquilidad en esa región otrora convulsionada, así como liberar otra vez los deseos independentistas de sus habitantes.
La votación que decidió la salida de Gran
Bretaña de la Comunidad Europea y el proceso posterior que se está llevando a
cabo para cumplir con este retiro están generando controversias importantes en
algunos territorios británicos. En especial, la preocupación hoy está centrada
en Irlanda del Norte, parte integrante del reino, pero unida indefectiblemente
por compartir geografía con la República de Irlanda.
A dos años del tan controvertido referéndum que movió los cimientos de la integración europea, la polarización política se ha exacerbado. En especial en Irlanda del Norte, donde la mayoría de sus habitantes votó por la permanencia. Desde hace dos décadas, la región vive una paz que es frágil y débil. La violencia puede reaparecer en cualquier momento ante la posibilidad de que Gran Bretaña decida cerrar nuevamente la frontera entre las dos porciones en las que se encuentra dividida la isla de Irlanda.
Los denominados Acuerdos de Viernes Santo, en 1998, dieron paso a un período positivo en el denominado Ulster. La acción del Ejército Republicano Irlandés (IRA) pasó a formar parte de un triste recuerdo y la desaparición de fronteras con el sur de Irlanda se transformó en una realidad. Pero esto fue obra de que Gran Bretaña e Irlanda acordaron pertenecer a la Unión Europea. Y, entonces, los habitantes del norte tuvieron derecho para nacionalizarse como irlandeses, británicos o ambas cosas, lo que no importaba porque eran ciudadanos comunitarios. Además, las fronteras se abrieron y la prosperidad económica atenuó las tensiones.
Sin embargo, ante la creciente incertidumbre, la primera ministra inglesa, Theresa May, se ha negado a que Irlanda del Norte quede fuera del Brexit. Esto significa que esa provincia del Reino Unido podría perder ese estatus y entonces sus ciudadanos ya no tendrían amplia libertad para moverse por Europa, así como tampoco gozar de los demás beneficios de pertenecer a la UE, tal como lo seguirán haciendo los irlandeses del sur.
De allí al resurgimiento de las tensiones hay un paso. El proceso de paz norirlandés que lleva dos décadas continúa estando atado con alambre y el Brexit amenaza, hoy más que nunca, con alterar nuevamente la tranquilidad en esa región otrora convulsionada, así como liberar otra vez los deseos independentistas de sus habitantes. No sería de extrañar que algunos nostálgicos reaviven la sigla IRA y que retorne también la represión violenta que durante mucho tiempo ejercieron los gobiernos con sede en Londres.