Diego Franco: de San Francisco a lo más alto de la danza
El sanfrancisqueño Diego Franco es el vicepresidente del Consejo Internacional de la Danza de Unesco, con sede en Buenos Aires. Además, forma parte de los cuerpos de bailarines de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea.
Por Stefania Musso | LVSJ
Diego Martín Franco (45) despegó desde nuestra ciudad hacia Buenos Aires con un solo objetivo: convertirse en bailarín. Hijo de un exfutbolista y pintor de obras y una ama de casa; se convirtió en miembro del cuerpo de baile de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea y en el vicepresidente del Consejo Internacional de la Danza (CID) de la Unesco con sede en Buenos Aires. En plena pandemia de coronavirus, el artista destacó cómo sobrevive la danza y la lucha de los bailarines para que su talento sea considerado como un trabajo con sus derechos como cualquier trabajador, en este caso, del arte.
- ¿Cuál es el rol de la Unesco en este momento tan especial?
En este tiempo de encierro tratamos seguir activos, pensando y buscando diferentes alternativas para continuar estando presentes. Nuestro día más importante es el Día de la Danza (29 de abril) y teníamos pensado realizar diferentes presentaciones pero apareció este virus que revolucionó al mundo. Nuestra presidenta Andrea Martin pensó en un festejo virtual, modalidad nueva de estar presentes.
Nunca habíamos hecho algo así ni sabíamos cómo organizarlo; solo usamos nuestro instinto y pusimos mano a la obra llamando a los artistas, todos se pusieron a disposición, enviándonos material de videos y saludos para compartir con toda la comunidad llevar a sus casas un poco de danza ejecutada por estos iconos.
Desde nuestra sede en Buenos Aires seguimos trabajando para la danza, respaldando y conteniendo a nuestros miembros, vinculando y construyendo lazos, acercando a más gente a ser parte de esta familia que es el Consejo Internacional de la Danza Unesco.
- ¿Cuál es tu objetivo como vicepresidente?
Primero, acompañar en esta gestión a nuestra presidenta que depositó en mí su confianza para el rol que ocupo, trabajando y acercando a bailarines, coreógrafos maestros, hacedores, comunicadores, investigadores, y todo aquel relacionado con la danza a que sean parte de nuestra familia. Continuamos con las funciones delegadas con lealtad, respetándonos como personas creativas, solidarias y artísticas, sin preferencia por ninguna forma de baile, país de origen, enfoque de baile, raza, género, religión y orientación política.
- ¿Cuál es la situación de la danza en tiempos de pandemia?
En mi caso, seguimos conectados con los compañeros de la Nacional de Danza Contemporánea y tenemos la posibilidad de que al tener contrato, estamos sostenidos económicamente pero los que no tienen contratos anuales o son independientes es muy complicado. Es muy doloroso y desesperante, necesitan trabajar para poder sobrevivir porque la vida continúa y hay que pagar el alquiler, los impuestos y la comida.
La realidad que estamos viviendo es muy preocupante para todo el colectivo de la danza a pesar que van encontrando alternativas para continuar entrenado o dando clases pero es muy difícil. Espero que esto termine. De igual forma, nuestro rubro va a ser uno de los últimos empleos que van a volver, si volvemos a una rutina normal. Por eso les pido a los que están casa sigan a sus maestros o a la movida que se haga para poder ayudar a aquellos que no tienen otro trabajo más que bailar.
- ¿Cómo es entrenar en un departamento minúsculo?
Se hace lo que se puede. Obvio es muy difícil porque no tengo el suficiente espacio, mi departamento es muy pequeño y lo hago corriendo todo para hacer lugar pero se trata de continuar amoldándonos a lo que tenemos.
Seguimos las clases con los diferentes maestros a través de la plataforma Zoom, pero se complica porque a pesar de que nos podemos ver no es lo mismo. Se extraña el compartir conectarse con los cuerpos, con los compañeros.
Antes que comenzara esta pandemia, nuestra rutina era llegar hasta nuestra sede de ensayo, saludarnos, abrazarnos, pasábamos a nuestro espacio conectábamos con el maestro y ahora es difícil porque solo lo hacemos a través de nuestros teléfonos en mi caso que se ve súper chiquita la imagen, que tengo que cambiar el teléfono de lugar, fijarme de no golpearme o romper algo en la casa, mientras que en nuestro espacio de ensayo solamente con levantar la mirada ya se entendía todo. Es toda una experiencia.
- ¿Qué derechos ganaron los bailarines en el último tiempo?
Lo principal es entender que somos trabajadores artísticos y por ende la danza es un trabajo como cualquier otro que tiene su tiempo de dedicación, estudio y debe ser reconocida como tal. Todavía hay mucho camino por recorrer pero estamos en el tiempo de ser reconocidos que la identidad del pueblo tiene que ser sostenida por políticas culturales y tiene que ser una apuesta de parte de los que nos representan.
La cultura y la educación son los pilares y a veces siento que ellos que tienen las herramientas nos tienen miedo porque si pensamos no nos pueden controlar, y tiene que ser al revés nos tienen que estimular y es una obligación de las autoridades. No solo somos cuerpos estéticos que se mueven y entretienen, somos personas que trabajamos dedicamos e invertimos mucho de nosotros, que exponemos el cuerpo llevándolo a límites que ni se imaginan. Siempre nos comparan como si fuéramos deportistas de alto rendimiento pero al tiempo no nos reconocen laboralmente o tenemos una jubilación digna como bailarines.
Para el día de la danza fue hermoso ver en las redes la cantidad que gente bailando, mostrando su arte, compartiendo su pasión, pero tenemos que seguir haciéndolo todos los días, no en una sola vez, por la celebración en sí, tiene que ser una constante. Bailar llena el espíritu, pero como cuerpo que se mueve es un ser que también tiene que trabajar y con su trabajo llevar el plato de comida a su mesa.
- ¿El talento y la militancia van de la mano?
Todo nacemos con un talento, solo hay que descubrirlo. Nadie viene a este mundo sin un talento, ahora cuál es el de cada uno, puede ser para bien, o para mal, o para bailar como en mi caso. Ahora el tema es qué hacemos con ese talento y cómo lo potenciamos. Hay militancia de cualquier forma, somos seres políticos, aunque creemos que no lo somos y somos militantes.
- Siempre se centraliza todo en Buenos Aires pero el país tiene grandes talentos y hay mucho esfuerzo, ¿Cuál es la importancia de federalizar la danza?
Yo que tengo la posibilidad de recorrer el interior y es hermoso ver el talento que existe.
En Buenos Aires están los grandes referentes pero los que son cuerpo de esas entidades, en su mayoría son del interior y esas compañías están colmadas de talentos exportados de cada rincón de nuestro país. Todos salimos con nuestra mochila esperanzados de poder llegar a eso que vemos. Yo fui uno de ellos, con nuestras expectativas, esperanzas, con los de miedos que eso implica, dejando familia, amigos, sin saber que sucederá, pero motivados por aquello que creemos y soñamos
Lo bueno de lo que sucede en esta época es que muchos de los que se han ido en busca de pertenecer a alguna compañía y poder vivir de la danza y lo han logrado, están volviendo a sus lugares de donde partieron algún tiempo atrás, con toda esa mochila cargada de experiencia y con ganas de creer y construir algo nuevo.
Se abrieron compañías y ballet en el interior y son ejemplo de eso que sí es posible. Hay que seguir soñando para seguir creando no solo espacios donde bailar sino donde poder trabajar y cobrar por lo que hacemos. Hoy hay un movimiento federal de danza que está trabajando mucho, compuesto por gente muy talentosa, que cree en la unión y así ser reconocidos, visibilizando el rol que tiene la danza y luchar por los derechos de los bailarines.
Hay que entender que tenemos que unirnos, ser solidarios, dejar los prejuicios y los egos de lado, ser conscientes y entender de que hay futuro porque hay talento, yo doy fe de eso cada vez que puedo compartir una clase, veo como las personas se acercan, se conectan, se preguntan lo intentan, y de eso se trata la danza compartir y de construir para volver a construir algo en otra forma.
- ¿Qué rol ocupa la danza en la cultura argentina?
Es las más compleja por el esfuerzo físico que requiere y la constancia del trabajo diario en un alto rendimiento y es la última en la lista después de todas las artes. Comenzamos muy chicos y tenemos un factor que nos empuja contrastantemente; el tiempo y la vejez. Cuando sos joven no te das cuenta pero cuando llegas a mí edad y a pesar de que ocupo un lugar de privilegio, el cuerpo te pasa factura y por más que la mente dice podes seguir el cuerpo se resiste, los dolores son más constates, te rompes o golpeas y no se regenera tan rápido como cuando uno tenía 20 años, y encima a pesar de que se han abierto varias compañías principalmente en el interior, todavía hay muy pocos puestos de trabajo.
Aunque en estos momentos se ha visibilizado bastante todavía seguimos peleando por un lugar y reconocimiento como trabajadores de la danza. Cuando te preguntan de qué trabajás, si tienes una carrera universitaria o sos futbolista o cualquier otro trabajo, para el común está todo bien, ahora si decís que trabajas de bailarín viene a coro la re pregunta y de qué trabajás. Esa pregunta es una contaste y hay que seguir luchando por los derechos de los bailarines.
Hay que luchar por ser reconocidos, sería muy hermoso que cada ciudad, provincia, municipio tenga su ballet o compañía y que tenga su reconocido y su paga. Nosotros ponemos todo por bailar. No hay horarios, cumpleaños, fines de semanas. Solo queremos llegar y bailar, pero eso tiene que tener un reconocimiento por las autoridad y tiene que ser respetada y valuada, no solo con aplausos sino con hechos como la paga porque para eso dejamos y sobrepasamos todos los límites y le exigimos al cuerpo más del 100 % le hacemos frente al dolor y lo atravesamos. Mi deseo es que sea reconocido como trabajo.
- ¿Cómo te dividís entre la burocracia de la vicepresidencia de la Unesco y la libertad de la danza en el escenario? ¿Hay dos Diego Franco?
Lamentablemente un solo Diego pero que divide en mil partes. Recuerdo el año pasado en el estreno de "Vernáculos" de la coreógrafa Lisi Estaras en el Centro Cultural Kirchner, la presidenta de la sección del Cid Unesco se presenta y dice que entre las filas está el vicepresidente que la acompaña en su gestión, yo estaba con mis compañeros con calzoncillo rosa, una remera plateada, todo traspirado y lleno de musgo, y esa es mi vida un solo cuerpo en sus distintas facetas, cumplo un rol dentro de la sección del Cid Unesco, soy bailarín y artista que todavía continua dando lo mejor de sí en un escenario.
Sobre Diego
Iniciado en la danza a los cuatro años, a los 15 ingresó al Ballet Patria. La docencia también fue parte de su carrera, dirigió la Escuela Municipal de Folclore de Quebracho Herrado y participó en la apertura con el Gran Ballet Argentino de Miguel Ángel Tapia y en al Atahualpa Yupanqui en el Festival de Cosquín de 1996, un lugar codiciado por todos los bailarines de folclore del país.
En 1998 ingresó al Ballet Folclórico Nacional Argentino hasta que en diciembre del 2004 en el Teatro Mayo de nuestra ciudad, dijo adiós al grupo.
El artista probó suerte en los Estados Unidos hasta que en 2010 regresó a la Argentina para formar parte de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea de nuestro país que estaba en plena formación.
En 2018 fue nombrado vicepresidente del CID Unesco acompañando a la presidenta Andrea L. Martin
Son de su autoría coreográfica: "Mimosa Púdica", "El color de los pájaros" y "El umbral de la belleza insalubre", entre otros.