Dejar atrás una infancia difícil para escribir una historia de superación
Hoy cumple 23 años y pese al escaso camino recorrido en la vida, su historia personal está repleta de situaciones que lo pusieron a prueba en más de una oportunidad.
Por Mauricio Argenti
Siempre se dice que cuando una persona toca fondo, la única vía de salida es hacia arriba. Ocurre que a veces, en ese camino hacia la superficie pueden surgir obstáculos que nos distraen del objetivo y es allí cuando se pone a prueba el temple y la determinación para lograr las metas propuestas siguiendo el camino correcto, aquel que si bien puede parecer el más largo, sin dudas termina siendo el más efectivo.
A los 12 años, Pablo Naz ingresó a la Residencia de varones, como un refugio del maltrato que sufría en su entorno pero también, porque allí lo esperaba su hermano, al que extrañaba.
Su niñez y adolescencia estuvieron marcadas por el bullying y la violencia familiar, a tal punto que intentó terminar con su vida sin saber en ese difícil momento que llegaría una segunda oportunidad.
Lo que vino después tampoco fue sencillo, pero sí feliz. Se convirtió en padre muy joven, a los 16, se esforzó y logró un trabajo formal y hoy se desempeña en el Parque Industrial.
Pablo hoy cumple 23 años y pese al escaso camino recorrido en la vida, su historia personal está repleta de situaciones que lo pusieron a prueba en más de una oportunidad y gracias a una admirable determinación logró salir airoso y hoy se muestra más entero que nunca.
Desde muy pequeño, entendió que la vida que tenía no era sencilla. Más allá de carencias económicas y reiterados episodios de bullying, sufrió en carne propia hechos de violencia familiar que terminaron de conformar un combo que, a los 12 años, lo llevó inclusive a buscar refugio en la Residencia Infanto Juvenil de varones de nuestra ciudad.
Allí pareció encontrar un poco de paz, pero los fantasmas lo seguían acechando, hasta que un día, cansado de todo, tomó la decisión más dura de todas: pensó en terminar con su vida y casi lo logra de no ser por un compañero de 'la resi' que como un ángel guardián, acertó a pasar por el lugar donde instantes antes pendía de una cuerda que había elegido para quitarse la vida. Allí tocó fondo y fue luego de que su compañero le salvara la vida, que pensó que había sido muy afortunado en encontrar una segunda oportunidad y entonces juró que no la iba a dejar pasar. Y así lo hizo.
Al salir de la Residencia Infanto Juvenil, Pablo buscó trabajo, formó pareja y fue padre, de una niña de 7 años y un varón que pronto cumplirá 3 años con igual número de novias que le dejaron lo más lindo que tiene en la vida y para lo cual vive cada día.
Además, encontró trabajo en diferentes lugares, en los cuales siempre dejó una buena impresión y eso no es casualidad, porque se nota que está muy bien plantado en sus objetivos de seguir adelante y crecer, pese a todo lo que le pueda venir en la vida.
LA VOZ DE SAN JUSTO dialogó con Pablo con la idea de que su historia pueda servir de inspiración a muchos otros jóvenes que como él, en algún momento puedan sentirse solos, desorientados o faltos de rumbo.
"Llegué a la Residencia por problemas familiares. Allí estuve hasta los 15 años y mientras tanto estudiaba en el Colegio San Martín y practicaba fútbol en Sportivo Belgrano. A los 15 años, estaba de novio con una chica que quedó embarazada y a los 16, fui papá. En ese momento fui a vivir con mi novia a la casa de mi mamá. Con el nacimiento de mi hija empecé a trabajar en la panadería Las Cañitas y al poco tiempo me fui a vivir solo con mi pareja y la bebé. Al cabo de un tiempo fui a trabajar a un campo en Colonia Valtelina por un año y luego volví a Las Cañitas. Cuando cumplí 18 años empecé a buscar otro tipo de trabajo hasta que conseguí empleo en Axion donde estuve por dos años y desde hace un año estoy trabajando en la empresa de Andrés Goirán en el Parque Industrial".
Su vida en la Residencia
Pablo volvió a destacar la experiencia vivida durante los años en los que vivió en la Residencia Infanto Juvenil de Varones. "Me sentí muy cómodo estando ahí, había personas muy valiosas que me ayudaron mucho en mi formación como persona. Les tomé un cariño bárbaro a todos por igual".
"Viéndolo desde afuera, pude comprobar que en la Residencia te empiezan a educar desde el primer día que llegás allí. Aprendí a barrer, pasar el piso, y muchas otras cosas pero lo más importante de todos, ahí aprendes a ser educado y a valorar el trabajo", agregó.
Al enterarse que tan joven iba a ser padre sin dudas que experimentó "un cimbronazo fuerte" según explicó aunque recordó también que "tenía personas más grandes que me daban buenos consejos, y eso me ayudó mucho. Cuando nació mi hija Jazmín sentí que cambió mi vida para siempre, al tenerla en mis brazos me di cuenta que pese a que era chico, tenía que actuar como un adulto, para brindarle todos los cuidados posibles a mi hija".
"En algunos momentos tuve compañeros que estaban en malas compañías y todos terminaban mal. Eso me hizo ver que si iba por el camino fácil no iba a lograr nada porque tarde o temprano no iba a ser bueno para mi hija o mi mujer" explicó y por eso "comencé siempre a trabajar que es lo único que veo como útil para ganarme la vida".
A pesar del tiempo transcurrido desde su salida de la Residencia, Pablo no se olvida de todos aquellos que en su momento le tendieron una mano. "Muchas veces los veo y nos ponemos a recordar algunas cosas, momentos buenos y también momentos malos porque forman parte de todo lo vivido".
Una infancia dura
Los problemas familiares desde su infancia se trasladaron también a su formación escolar. "En mi vida pasé por todas las escuelas de la ciudad", explicó para luego indicar que "terminé en la Residencia por estar judicializado ya que mi papá tenía problemas con la Justicia. En la primera etapa de mi vida fui humillado, golpeado y maltratado. En todo ese tiempo le pedía a Dios que me dé una oportunidad para salir de todo eso al igual que mi hermano con quien estuvimos siempre juntos. De chico tuvimos una vida difícil hasta que mi hermano fue el primero en ingresar a la Residencia y como lo extrañaba, también fui allí. Luego comencé a tomar confianza y sentí que tenía que sentar cabeza para mejorar".
La decisión más drástica
Las consecuencias del maltrato calaron hondo en su adolescencia a punto tal de decidir quitarse la vida. "Todos estos episodios de maltratos que sufrí me llevaron a querer quitarme la vida. En un momento, intenté suicidarme porque no quería estar más así".
"Hacía pocos días que estaba en la Residencia pero ya venía acumulando muchos problemas previos y cada vez que veía a mi papá le tenía mucho miedo. Un día decidí que no quería seguir viviendo y me colgué de una reja usando un cordón. En ese momento justo pasó un compañero de pieza que me levantó y después vino un tutor y me internaron. Siempre tuve el apoyo de la Residencia, nunca me dejaron solo y allí, una vez que toqué fondo tomé la decisión de dejar de lado el pasado y salir adelante".
Con todas estas experiencias era obvio que él mismo señalara que "tuve una vida dura" pero destacó el apoyo que recibió de varias personas con las que se cruzó a lo largo de los años y supo escuchar a tiempo.
Teniendo en cuenta su propia historia de vida y sabiendo que muchos jóvenes se encuentran a la deriva sin saber qué hacer con ellos se animó a decir a quien quiera escucharlo que "tienen que confiar en Dios porque gracias a Él estamos acá. Además no es bueno intentar buscar el camino fácil. Refugiarse en la droga no sirve para nada porque una vez que el efecto se va, los problemas te siguen acompañando. En lugar de estar perdiendo el tiempo en estas cosas lo mejor es buscar compañía de personas que te hagan bien, que te puedan dar buenos consejos y desde ahí comenzar a tomar decisiones para tener una buena vida".
Esta última reflexión es una muestra más que clara que pese a las traumáticas experiencias por las que transitó, Pablo sacó fuerzas y tomó el impulso suficiente que le permitió salir del fondo hacia la superficie desde donde se sigue esforzando día a día para tener los recursos suficientes para hacerle frente a la vida con orgullo y dignidad. Por todo eso y mucho más, hoy más que nunca ¡Feliz cumpleaños, Pablo!.