Clucellas, el pueblo que nació con la Estación del ferrocarril, aún tiene historias que contar
Como en muchas localidades, Plaza se dividió de Estación cuando las locomotoras llegaron al país en el siglo XIX. Pese a que las personas que trabajaban ahí no viven más, sus descendientes y otras familias transformaron las casas en su hogar.
Un acto en una plaza frente a la iglesia de Estación Clucellas daba cuenta el pasado lunes 24 de septiembre de lo que allí sucedía. Era el día en que se le rendía homenaje a su santa protectora, la Virgen de la Merced.
En la ocasión, las banderas de las colectividades que emigraron y se asentaron en el pueblo también flamean en la plaza. Están casi todos los vecinos, salvo algunos que se quedaron en sus casas allá al fondo donde antes pasaba el tren, donde las vías están muertas y ya nadie espera en el andén.
El viento y el césped que crece por donde antes había vías de tren dan cuenta de cómo los ferrocarriles en los pueblos fueron quedando de lado. Estación Clucellas se formó - al igual que otras tantas localidades - a la par del ruido de las locomotoras, pero fue el "achique" del Estado el que terminó condenando la suerte del medio de transporte que les permitió nacer como comunidad.
El pueblo sigue en pie, pero esa vieja estación de tren y las vías del mismo no existen más. Donde antes uno podía comprar el boleto y esperar al borde del andén ahora no hay nada.
El edificio fue convertido - para bien - en el Salón Cultural de la comuna. El césped cuidado con mucho recelo está acompañado por juegos y asadores que los vecinos suelen aprovechar en días de buen tiempo. Después del alambrado, el panorama cambia un poco y las historias empiezan a contarse.
Si bien todos se conocen en el pueblo prefieren el anonimato, y para que no se pierdan las historias eligieron relatarlas a LA VOZ DE SAN JUSTO desde su propia voz, más allá de su propia identidad.
La Estación, símbolo de progreso y trabajo
Los trenes del ferrocarril Mitre pasaron durante muchos años por Estación Clucellas. Hoy esas vías están muertas. El lugar fue reconvertido en un Salón Cultural que es gestionado y mantenido por la propia comuna que tiene en comodato el cuidado de este espacio cuyo propietario sigue siendo el Estado nacional.
A escasos metros del andén donde tanta gente esperó el tren décadas atrás, dos casas se mantienen en pie, ambas pequeñas, pero con su estructura firme convirtiéndose en testimonio vigente de haber alojado a los trabajadores de la estación en viejas épocas.
"Antes vivía más gente, había casitas pero eso era cuando estaba el ferrocarril, ahora ya ni las vías están. Mucha gente llegó al pueblo para trabajar en la estación", contó Lidia a este diario.
Ella misma llegó con su familia a los 16 años porque su papá era empleado en los ferrocarriles, ahora tiene 77 y todavía guarda en su memoria aquellos tiempos. La mujer dijo que al pueblo llegaba gente de distintas localidades "porque los iban trasladando" pero que "cuando se levantó la vía, se terminó todo".
El pueblo sigue en pie, pero la vieja
estación de tren y las vías no existen más. Donde antes uno podía comprar el
boleto y esperar al borde del andén, ahora no hay nada.
"Mientras estuvo en funcionamiento el ferrocarril venía mucha gente, todos tenían sus casas - señaló mirando al predio donde durante tantos años trabajó su papá -. Eran de empleados. Una era del capataz, después quedaron sus familiares hasta que fueron muriendo", agregó.
Ahora viven otras familias allí. Unas que llegaron con el paso del tiempo y que mantienen como en cualquier casa el lugar limpio y cuidado, porque lo hicieron su propio hogar. Todos tienen trabajos en fábricas, la propia comuna o el campo, son tres familias y siete personas las que se alojan y distribuyen en dos viviendas.
Juan Carlos Gómez manejaba un tren,
pero un día "se vino abajo". Quedó en la calle y permaneció en el predio del
ferrocarril
Del otro lado, solo cenizas
En el predio del ferrocarril no hay galpones, la geografía solo se compone del salón, esas dos casas y una cortina natural de eucaliptus. En ese espacio hace varios años Juan Carlos Gómez llegó con sus pocas pertenencias. El hombre manejaba un tren, pero un día "se vino abajo". Quedó en la calle y permaneció en el predio del ferrocarril.
Diez días atrás, lo que consiguió en estos años se consumió bajo el fuego. Aunque llegaron la Policía, los bomberos y hasta el camión regador de la comuna, no se pudo hacer nada. Todo quedó reducido a escombros y cenizas a causa de un incendio.
"Hace cinco años que estoy acá. Tenía mi casa en San Jorge y me vine para acá porque me la usurparon. Ahora me dieron un lugar en un galpón de la iglesia Visión de Futuro a la que yo voy, pero perdí todo. Tenía la heladera, mi pantalla solar conectada a una batería, cocina y ropa", describió Gómez.
Lo que sucedió no es ajeno a nadie en el pueblo, tampoco para el presidente comunal, Raúl Cuggino, quien brindó su parecer en esta situación.
"Este hombre paraba en el predio del ferrocarril que es del Estado y la comuna lo tiene en comodato. Además tenemos una ordenanza que dice que nadie puede asentarse ahí. Trataremos de ayudarlo como hacemos con todos los vecinos", afirmó Cuggino.
El presidente comunal se mostró preocupado por lo sucedido dado que - según su versión - "en distintas ocasiones se le ofrecieron alternativas que no aceptó" y vivir allí debajo de los árboles "era un peligro por la posible caída de ramas".
Por lo pronto, decidieron que mandarán a limpiar el lugar y sacar los restos quemados para mantener el predio en condiciones
Vigías
del tren
La comuna clucellence es la encargada de velar porque en el predio nadie se instale a vivir ni edifique. El paisaje debe permanecer así, etéreo y cuidado.
"Las familias que están hoy ahí viviendo lo hacen desde hace mucho tiempo, tienen los servicios que el Estado le proveía porque son terrenos del ferrocarril, pero no se puede edificar, ni nadie puede por ordenanza ir a vivir ahí", explicó Cuggino.
El mandatario agregó que las casas construidas se realizaron con la creación de la estación y las familias "siguieron viviendo allí" y "no por ello la comuna deja de ayudarlos si lo necesitan".
Aunque el tren ya no pasa y el paso del tiempo fue tapando todo, los vecinos no quieren que la historia también se pierda y por eso protegen el predio del ferrocarril. Sí, aquel que le dio vida a su pueblo.