Bibliotecas del futuro vistas desde el pasado
Un artículo de 1968 vaticinaba como se conformarían las bibliotecas en el siglo XX. Los sí y los no que alejan esas ideas de ciencia ficción.
Por Ivana Acosta | LVSJ
A las personas siempre les inquietó cómo sería el futuro, muchos pensaban a principios del siglo XX que en estos años quizás ya habría autos volando, otros vaticinaron que en las redacciones los periodistas solo escribirían en computadoras y los ejemplos podrían seguir. Pero esta historia es de otra cosa y remite a los libros.
En 1968 un profesor llamado John Kemeny recorrió el mundo con una noticia publicada en los diarios (incluyendo a LA VOZ DE SAN JUSTO) donde hablaba sobre el futuro y se refería a lo que pasaría con las bibliotecas pasados los años 2000.
Como si fuera otro científico y académico que obtuvo gran relevancia en la literatura de ciencia ficción, Kemeny elucubró sobre el futuro de las bibliotecas, la transformación e influencia de la electrónica, pero pese a todo su esfuerzo no pasó, o a medias.
"Cualquier biblioteca del año 2000 comenzará con diez millones de volúmenes y podrá llegar a tener 300 millones para el siglo XXI. Cada página de estos libros ocupará un milímetro cuadrado de cinta. Cada biblioteca podrá ser utilizada por 100 o más universidades, cada una de las cuales podrá tener una multitud de pantallas televisoras", explicó Kemeny en esa época.
Eso es cierto, incluso en nuestra ciudad las bibliotecas tienen catálogos donde los socios pueden acceder y buscar el libro que deseen, pero los préstamos siguen estando mediados por lo físico. Las universidades sí han avanzado algo en este aspecto porque han digitalizado parte de sus libros, papers académicos e incluso se formaron redes enteras que dieron lugar a las bibliotecas digitales.
Bases de datos
Por lo pronto, hoy un bibliotecario puede tener una base de datos con los nombres, volúmenes, género del libro y ubicación exacta dentro del edificio, pero todavía no tenemos libros miniaturizados y controlados automáticamente como imaginó el profesor estadounidense.
Quedó un poco desdibujado el método que Kemeny creía que predominaría cuando dijo que "el uso de esta biblioteca será similar a una de nuestras comunicaciones de larga distancia. Cuando el usuario disque determinado número del código, la referencia deseada aparecerá en su pantalla.
Las comunidades actuales por más tecnología que las ha cambiado siguen manteniendo la esencia originaria de conformar habitáculos repletos de libros donde los ávidos de cierto conocimiento pueden explorar.
Consultas y cantidades
Kemeny fue que decano de Matemáticas de la Universidad de Darthmouth y codesarrollador del lenguaje de programación BASIC en 1964. Puede que de allí provenga su interés por el desarrollo de la automatización de diversas actividades, entre ellas, las de las bibliotecas.
"Los libros deberán ser miniaturizados y dispuesto de tal forma que puedan ser controlados automáticamente. Admitió el profesor Kemeny que desde ya que esto privará a los eruditos del placer de 'explorar' entre los libros, pero esto se podría subsanar conservando una parte del antiguo sistema de libros de consulta y diarios y publicaciones de la época", había anunciado.
Eso sí, si bien no hay 10 millones de volúmenes sí son muchos y para evitar el caos uno mismo no puede explorarlos así libremente. Por ejemplo, en la Biblioteca Popular Mariano Moreno hay más de 15.000 libros disponibles para que las personas puedan acceder y sobrepasan los 10.000 en la Biblioteca Popular Manuel Mujica Lainez.
En tanto que la más grande de todas, la clásica Biblioteca Popular posee más de 35.000 ejemplares para disfrutar y que algunos más otros menos siguen siendo consultados por los socios o trabajan en sala con libros en formato papel del mismo tamaño que fueron siempre.
Sin embargo, hay algo en lo que el pasado y este presente se unen y es que la automatización evitará que los edificios colapsen y facilitan encontrar ese libro tan preciado.