Amistad, el valor más grande que inculca la pesca
La banda "El moncholo viudo" tiene miles de anécdotas para contar. Y algunas de ellas fueron contadas en este diario.
Vicente Chiavassa, Cliver Garetto, Luis Reinero, Ricardo Leoni, René Giorda, René Butignol, Carlos Pavone, Eduardo y Leonardo Ortiz de Zárate, Jorge Maciel, Pedro Ludueña, Jorge Carioni, Pucho Pescile y Omar Spiés, forman la banda "El moncholo viudo", un grupo de pescadores que desde hace 35 años conjugan el arte de pescar con la amistad.
Al grupo se suman "extranjeros" que de vez en cuando también pescan. Se trata de Emilio Girardi, que vive en la provincia de Buenos Aires; "Bachi" Turco, que reside en la ciudad de Rafaela, y Arnaldo Gálvez, que vive en Santa Fe. Los que ya no están más también siguen siendo parte de la peña. Se trata de Omar "El pare" Ribotta, "El conejo" Bertoli, Oscar Bressan y Jorge "el gordo" Amadei.
Cada martes, antes de una salida de pesca, hay reunión en la covacha, espacio que desde hace tres décadas también los sigue reuniendo para el asado semanal. El rancho, llamado "Spa Resort", se ubica en la isla El Ceibal sobre el arroyo Leyes. El lugar cuenta con todas las comodidades entre ellas, agua caliente.
Sin embargo, no siempre fue así. Antes, era un viejo rancho abandonado del que hoy solo quedan vestigios en el fondo de la nueva construcción. A este lugar lo compraron a principio de los años noventa, cuando Jorge Carioni con Jorge Maciel y los hermanos Lambretch se juntaban a jugar al tenis criollo en la casa de Carioni en barrio General Savio.
Con el tiempo se sumó el resto de los hombres y surgió la iniciativa de comprar un rancho para ir a pescar. "Era un rancho viejo, conocido como el rancho de los policías en la isla El Ceibal, por donde pasa el arroyo Leyes". "Habíamos comprado una lancha, `la tía Meche´, fuimos al arroyo Leyes sin conocimiento del rancho ni nada. Nos agarró la tardecita de golpe, abrimos la botella de champán como se hace habitualmente cuando se navega por primera vez una embarcación y paramos frente a este rancho deshabitado. Esa noche se largó a llover, toda la noche y el rancho estaba ahí. Volvimos con la noticia de que habíamos encontrado el rancho para nosotros", recuerdan.
La conexión con este espacio estaba escrita. "El rancho estaba en venta y Spiés vino con la propuesta a la peña y por eso se decidió comprarla", agregan.
Delicias en la Isla
El pescado, el asado, el chupín, un buen vino y unas cervezas frías conforman el menú de los pescadores. "Es tan lindo todo el `circo´ de la isla, la cocina en leña y disfrutamos de todos los placeres culinarios", afirman.
El chupín no falta en cada banquete pesquero. "En una oportunidad, con 50 grados de calor intenso en Santa Fe, la mezcla de cerveza y chupín le robó el aire a más de uno", bromean entre risas.
Una costumbre que se lleva en el corazón
A pescar al rancho nunca van todos juntos. Eso ocurre de vez en cuando y la última vez que fueron "en manada", fue el año pasado. "Generalmente vamos dos o tres. Los martes se organizan acá en la covacha mientras comemos el asado", dijo Luis Reinero, el más visitador de la isla porque viaja cada quince días religiosamente.
Este grupo de aficionados lleva la pesca en el rincón más profundo de su corazón. "Cuando pasamos frente a la fábrica de Cbsé ya estamos pescando", aseguran.
"Yo diría que estamos pescando desde el momento en que estamos comprando las cosas para ir a pescar", agrega Reinero entre risas.
Como cualquier actividad, la pesca también tiene sus costumbres y "caprichos". Ni hablar de las anécdotas que se escriben en cada viaje.
Omar Spiés, es el que le dedica un rezo previo a su caña, con la idea de que tal elemento cumpla con una pesca extraordinaria: "Con ella medita", cuentan los amigos. "Estabas a su lado y él siempre pescaba, vos nada", revelan.
A pesar de la veneración a la caña, el hombre más que pez sacó otras cosas. "Él era el que quería sacar una raya y terminó sacando un cigüeñal de una Ford 100. Renegó una hora y media", sostienen mientras todos ríen.
Por otra parte, para cualquier pescador, pescar "el bicho grande", es el que los mantiene con ánimo en cada encuentro en la isla. René Butignol y Emilio Girardi tienen el récord de pescar una raya de 120 kilos en dos horas. "Fue paciencia, tirar sin que se corte el equipo, se guitarrea la tanza y hay que tener suerte de poder levantarla porque hace ventosa con el piso. Es muy difícil llevarla a la costa. En aquél momento, cuando salió a la superficie nos asustó", contó René Butignol.
Las charla se termina pero no las anécdotas de este grupo de amigos que llevan más de tres décadas "tirando" la caña y pasándola muy bien.