A nada de una tragedia masiva
El problema se acrecentó. La inacción persistió. Los narcos siguieron ganando terreno y batallas. Y quienes sufren la adicción no son ni siquiera un número. El caso de la "cocaína envenenada" puso sobre el tapete una angustiante realidad.
"Estuvimos a nada de una tragedia masiva". La frase la pronunció el secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni. Y está referida al sonado caso de la cocaína adulterada que derivó en la muerte de 24 personas y en la hospitalización de casi un centenar, debido a los efectos nocivos de la sustancia "rebajada" con elementos tóxicos.
El drama de las adicciones y el auge del narcotráfico impune quedaron expuestos en toda su dimensión. La Argentina vive una realidad angustiante en varios ámbitos, pero quizás nunca como hoy la cuestión de las drogas alcanza niveles cercanos a una catástrofe humanitaria de proporciones. Estar a nada de una tragedia masiva no puede ser consuelo. Es imperioso tomar nota de la situación y abordar la problemática seriamente.
A las pocas horas de haberse desatado el drama, operativos policiales ordenados por la Justicia consiguieron dar con los que menudean con las drogas y con algún distribuidor. Se consiguió el secuestro de miles de dosis listas para su venta. Todo frente a las cámaras televisivas convocadas para que "se note" la acción gubernamental en la lucha contra el narcotráfico. Una puesta en escena que solo convence a los fanatizados.
Colocando siempre el caballo delante del carro, dirigentes oficialistas y opositores se enfrascaron en una verborragia parecida a un griterío histérico, en la que volaban acusaciones de cualquier tipo. Peor aún: dos ministros de Seguridad, el de Buenos Aires y el de la Nación, lanzaron por las redes vituperios propios de barrabravas. Y ningún organismo estatal estuvo para contener a muchos de los adictos que volvieron a consumir el veneno adulterado apenas se recuperaron de los trastornos que habían sufrido. Vale la aclaración: la cocaína siempre es un veneno, se adultere o no. Patetismo explícito.
Hace más de cinco años, un documento de los curas villeros lanzaba un dramático alerta sobre una realidad cruda y afligente. Se pedía la declaración de la emergencia en adicciones para que el Estado y las distintas organizaciones sociales y religiosas se pongan a trabajar en conjunto con el objetivo de dar respuesta a una realidad cada vez más cruda y afligente.
"Nosotros podemos hablar de la realidad porque estamos inmersos en el territorio donde trabajamos día a día con los chicos. No es una voz que parte de un especialista que hizo una investigación, sino es la voz de la gente que convive día a día con este problema", dijo en aquella ocasión el padre Pepe, quizás el más conocido de los sacerdotes que trabajan en estos barrios vulnerables.
Nada ocurrió. El problema se acrecentó. La inacción persistió. Los narcos siguieron ganando terreno y batallas. Y quienes sufren la adicción no son ni siquiera un número. El terrible caso que mató a 24 personas y ganó las portadas periodísticas del mundo puso sobre el tapete, una vez más, esta angustiante realidad, marcada por la inoperancia, la corrupción, el crimen, la enfermedad y la muerte. Berni se equivoca: no estuvimos. Seguimos estando a nada de una tragedia masiva.