Superhéroe por un gol
Superhéroe por un gol
Un
partido, en Francia, se conecta increíblemente con un fiscal de una ciudad
polaca al que el hampa planea hacer desaparecer. Un gol, una jugada de
laboratorio, puede ser su salvación.
Un
partido, en Francia, se conecta increíblemente con un fiscal de una ciudad
polaca al que el hampa planea hacer desaparecer. Un gol, una jugada de
laboratorio, puede ser su salvación.
Por Manuel Montali | LVSJ
Javier Zanetti siempre tuvo algo de Superman.
El rostro duro, cortado a cuchillo. El peinado incorruptible hasta en los
peores zondas. La musculatura de hierro. La juventud de formol a prueba de
calendarios.
A los ojos de Europa, también llegó en una
nave, siendo joven y proveniente de potreros muy lejanos. El "tractorcito" fue
una fija en la selección argentina desde el recambio post Estados Unidos de
1994, dejando siempre el surco de su paso por la banda derecha. Y llegó al
Mundial de Francia 1998 consolidado como uno de los hombres fuertes del
"Káiser" Daniel Pasarella. Allí fue Superman por un día.
Todo ocurrió el 30 de junio. La Selección
argentina, después de un debut dubitativo (como suelen ser los debuts de la
"albiceleste" en sus mundiales), con victoria ajustada ante Japón, había pasado
por encima de Jamaica, concretando luego el puntaje ideal ante una buena
Croacia (a la postre, la "sorpresa" del torneo). La suerte, igual, no estaba
del todo de su lado, porque a causa de un traspié ante Rumania, del otro lado,
en Saint Etienne, esperaba Inglaterra.
Era un buen equipo, el de los inventores del
deporte. David Seaman al arco. Dos Paul con los que era mejor no trabar: Ince y
Scholes. La clase de un joven David Beckham. La experiencia en la delantera de
Alan Shearer. Y una joven promesa, de 18 años, llamada Michael Owen.
Los dirigidos por Pasarella se adelantaron
temprano en el marcador, con gol de penal de Gabriel Batistuta. Muy rápido, y
por la misma vía (luego de un supuesto foul contra el chico Owen), igualó
Shearer. Y un puñado de minutos después, otra vez el jovencito inglés de corte
militar y remera gigante, se mandó un gol quizá solo superado en la historia de
los mundiales por el que Diego Maradona había hecho en otro
Argentina-Inglaterra, 12 años antes. No lo pudieron frenar entre José Chamot y
Roberto Ayala, lo cual es decir mucho.
No iban ni 20 minutos. El partido entró en una
meseta, con Ariel "Burrito" Ortega intentando, rompiendo cinturas, y dando la
cuota de calidad diferente hasta el final del primer tiempo, cuando a Argentina
le quedó un tiro libre cerca del área inglesa.

El fiscal Marek Kopacz.
A casi 1.800 kilómetros de allí, en la ciudad
polaca de Skarżysko-Kamienna, un fiscal llamado Marek Kopacz seguía en vilo ese
duelo por televisión. Tranquilo, en su casa, vio la jugada de laboratorio en la
que "Bati" amagó con sacar un misil, pasando por encima de la pelota, y Juan
Sebastián Verón tocó abierto a la derecha para Zanetti, quien hasta un segundo
antes estaba camuflado detrás de la barrera. El "Pupi" recibió con derecha y
sacó un zurdazo inatajable.
El fiscal vio todo eso desde un sillón de su
casa. Era un hombre prolijo, metódico, de rutinas de reloj. Sus enemigos, en el
hampa de Skarżysko-Kamienna, lo sabían. Se estaba metiendo con algún que otro
pesado y se había ganado el traje de mártir. Ya le habían destrozado el techo
del auto, como advertencia. Desde entonces, el funcionario salía siempre a las
22 para llevar el vehículo a la cochera de la policía. Pero no se la iban a
dejar pasar: para esa misma noche del partido, le tenían preparada una sorpresa
especial, a la hora exacta en que él debía estar arriba del auto.
Con el empate en 2, el partido se fue al
descanso. Luego llegaría un segundo tiempo con más nervios que emociones, la
recordada expulsión de Beckham por una "avivada" de Diego Simeone. La prórroga,
y los penales, en los que Carlos "Lechuga" Roa terminó de darle la victoria a
Argentina.
Todo ese tiempo de juego extra hizo que el
fiscal demorara el bajar a guardar su auto. Y los jugadores argentinos corrían
a abrazar a su arquero cuando sonó la bomba. Marek pensó con curiosidad si
habría algún argentino suelto y enfervorizado en Skarżysko-Kamienna. Pero
cuando él y su esposa se asomaron a la ventana, comprendieron que la bomba
había estallado dentro del auto. Ahora ,ese milagro de la ingeniería, era una
simple bola de fuego.

El "Pupi" Zanetti siempre tuvo algo de
Superman.
Si no hubiera sido por el gol de Zanetti, el
empate y la prórroga, el fiscal de rutinas exactas habría estado dentro de su
vehículo al momento de activarse el explosivo. Emocionado, le envió una carta
al "Pupi" agradeciéndole por su zurdazo. El jugador argentino no lo podía
creer. Pero ahí estaba, escrita, su gesta de ese día, con la que había salvado
una vida.
Al final de la gloriosa "Kill Bill" de Quentin
Tarantino, el mismo Bill, sabiendo que va a morir, hace un largo monólogo sobre
los superhéroes, explicando que Superman es el único diferente, porque no
necesita disfrazarse para desplegar su personalidad de salvador (como Batman,
como Spiderman), sino que él, cuando se levanta a la mañana, ya es Superman, ya
nació Superman, y el disfraz de Clark Kent es para ocultarse, mimetizándose de
la manera en que ve a los humanos: débiles, encorvados, inseguros, serviles,
pusilánimes.
El 30 de junio de 1998, el superhéroe, para un
fiscal polaco, estuvo disfrazado de futbolista. Los goles, a veces, salvan.
Por Manuel Montali | LVSJ
Javier Zanetti siempre tuvo algo de Superman.
El rostro duro, cortado a cuchillo. El peinado incorruptible hasta en los
peores zondas. La musculatura de hierro. La juventud de formol a prueba de
calendarios.
A los ojos de Europa, también llegó en una
nave, siendo joven y proveniente de potreros muy lejanos. El "tractorcito" fue
una fija en la selección argentina desde el recambio post Estados Unidos de
1994, dejando siempre el surco de su paso por la banda derecha. Y llegó al
Mundial de Francia 1998 consolidado como uno de los hombres fuertes del
"Káiser" Daniel Pasarella. Allí fue Superman por un día.
Todo ocurrió el 30 de junio. La Selección
argentina, después de un debut dubitativo (como suelen ser los debuts de la
"albiceleste" en sus mundiales), con victoria ajustada ante Japón, había pasado
por encima de Jamaica, concretando luego el puntaje ideal ante una buena
Croacia (a la postre, la "sorpresa" del torneo). La suerte, igual, no estaba
del todo de su lado, porque a causa de un traspié ante Rumania, del otro lado,
en Saint Etienne, esperaba Inglaterra.
Era un buen equipo, el de los inventores del
deporte. David Seaman al arco. Dos Paul con los que era mejor no trabar: Ince y
Scholes. La clase de un joven David Beckham. La experiencia en la delantera de
Alan Shearer. Y una joven promesa, de 18 años, llamada Michael Owen.
Los dirigidos por Pasarella se adelantaron
temprano en el marcador, con gol de penal de Gabriel Batistuta. Muy rápido, y
por la misma vía (luego de un supuesto foul contra el chico Owen), igualó
Shearer. Y un puñado de minutos después, otra vez el jovencito inglés de corte
militar y remera gigante, se mandó un gol quizá solo superado en la historia de
los mundiales por el que Diego Maradona había hecho en otro
Argentina-Inglaterra, 12 años antes. No lo pudieron frenar entre José Chamot y
Roberto Ayala, lo cual es decir mucho.
No iban ni 20 minutos. El partido entró en una
meseta, con Ariel "Burrito" Ortega intentando, rompiendo cinturas, y dando la
cuota de calidad diferente hasta el final del primer tiempo, cuando a Argentina
le quedó un tiro libre cerca del área inglesa.

El fiscal Marek Kopacz.
A casi 1.800 kilómetros de allí, en la ciudad
polaca de Skarżysko-Kamienna, un fiscal llamado Marek Kopacz seguía en vilo ese
duelo por televisión. Tranquilo, en su casa, vio la jugada de laboratorio en la
que "Bati" amagó con sacar un misil, pasando por encima de la pelota, y Juan
Sebastián Verón tocó abierto a la derecha para Zanetti, quien hasta un segundo
antes estaba camuflado detrás de la barrera. El "Pupi" recibió con derecha y
sacó un zurdazo inatajable.
El fiscal vio todo eso desde un sillón de su
casa. Era un hombre prolijo, metódico, de rutinas de reloj. Sus enemigos, en el
hampa de Skarżysko-Kamienna, lo sabían. Se estaba metiendo con algún que otro
pesado y se había ganado el traje de mártir. Ya le habían destrozado el techo
del auto, como advertencia. Desde entonces, el funcionario salía siempre a las
22 para llevar el vehículo a la cochera de la policía. Pero no se la iban a
dejar pasar: para esa misma noche del partido, le tenían preparada una sorpresa
especial, a la hora exacta en que él debía estar arriba del auto.
Con el empate en 2, el partido se fue al
descanso. Luego llegaría un segundo tiempo con más nervios que emociones, la
recordada expulsión de Beckham por una "avivada" de Diego Simeone. La prórroga,
y los penales, en los que Carlos "Lechuga" Roa terminó de darle la victoria a
Argentina.
Todo ese tiempo de juego extra hizo que el
fiscal demorara el bajar a guardar su auto. Y los jugadores argentinos corrían
a abrazar a su arquero cuando sonó la bomba. Marek pensó con curiosidad si
habría algún argentino suelto y enfervorizado en Skarżysko-Kamienna. Pero
cuando él y su esposa se asomaron a la ventana, comprendieron que la bomba
había estallado dentro del auto. Ahora ,ese milagro de la ingeniería, era una
simple bola de fuego.

El "Pupi" Zanetti siempre tuvo algo de
Superman.
Si no hubiera sido por el gol de Zanetti, el
empate y la prórroga, el fiscal de rutinas exactas habría estado dentro de su
vehículo al momento de activarse el explosivo. Emocionado, le envió una carta
al "Pupi" agradeciéndole por su zurdazo. El jugador argentino no lo podía
creer. Pero ahí estaba, escrita, su gesta de ese día, con la que había salvado
una vida.
Al final de la gloriosa "Kill Bill" de Quentin
Tarantino, el mismo Bill, sabiendo que va a morir, hace un largo monólogo sobre
los superhéroes, explicando que Superman es el único diferente, porque no
necesita disfrazarse para desplegar su personalidad de salvador (como Batman,
como Spiderman), sino que él, cuando se levanta a la mañana, ya es Superman, ya
nació Superman, y el disfraz de Clark Kent es para ocultarse, mimetizándose de
la manera en que ve a los humanos: débiles, encorvados, inseguros, serviles,
pusilánimes.
El 30 de junio de 1998, el superhéroe, para un
fiscal polaco, estuvo disfrazado de futbolista. Los goles, a veces, salvan.