“La gente compra estos aparatos pensando que va a encontrar una fortuna y eso no ocurre”
Luis Siolla, detectorista de metales, ya encontró alrededor de 200 anillos de todo tipo de metales. El coleccionista sueña con hacer su gran hallazgo de la batalla de Quebracho Herrado.
Hay muchas personas que coleccionan objetos, de eso no hay duda. Pero cada uno de ellos tiene su técnica para encontrar las piezas que serán parte de su tan apreciodo muestrario.
En el caso de Luis Sciolla (63) llama la atención porque es uno de los pocos que utiliza un detector de metales en la ciudad, pero este instrumento es muy conocido y cada vez tiene más adeptos en todo el mundo.
Cuando llegó el equipo de LA VOZ DE SAN JUSTO a su casa para hacer la nota, el detector tenía algo de tierra porque recién había regresado de la plaza Vélez Sarsfield, donde estuvo haciendo un rastrillaje propio de un investigador. Una palita, un cepillo de dientes y su bolsito lo transforman en una especie de arqueólogo aficionado.
Inseparables. Luis utiliza esta actividad para recuperarse de una enfermedad.
En sus tres años desde que comenzó con este hobby, Luis ya encontró diferentes objetos que la gente perdió y se encuentran enterrados como pequeños tesoros. "En el caso de anillos encontré más de 200 de todo tipo. Hallé muchos antiguos, de cobre, bañados en oro y muchos de promociones de egresados", relató.
Luis contó que junto a otros tres detectoristas se ofrece para buscar objetos de valor de las personas y este trabajo funcionó con éxito. "Me contaron de una chica que hace cinco años atrás había perdido un anillo de compromiso de oro cerca de un árbol en la plaza de Barrio Las Rosas. Fue a hacer un book de fotos con uno de los hijos y lo perdió mientras estaba jugando. Lo buscó incansablemente pero no tuvo suerte. Sabiendo esa historia, fui con el detector y lo encontré al lado de un roble a 6 centímetros del suelo. Eso es por el paso de los años".
Un experto
Luis es un apasionado y con el tiempo se fue perfeccionando y adquiriendo nuevos equipos.
"Primero empecé con un detector y ahora, tengo uno más sofisticado; pero creo que todos los detectores a 20 centímetros del suelo funcionan bien. Estos aparatos detectan monedas hasta 25 centímetros aproximadamente" mostró con orgullo.
El aparato detecta diferentes tipos de sonidos y eso se relaciona directamente con el tipo de metal que encuentre. "Si un anillo está de una manera, da una señal; sino, da otro. El sonido uno lo va conociendo. Lo que más irradia conductividad eléctrica es la plata, luego el cobre, el oro, el aluminio, el magnesio, otros aceros y el estaño".
En estos tres años, cientos de anillos de todos los metales fueron hallados por Luis.
Recorriendo plazas, campos, caminos; Luis va atento y sigiloso hasta el encuentro de algo que más allá de intuir gracias al sonido qué puede ser, no lo sabrá con ciencia cierta hasta que haga un pozo en ese lugar. "Frente a la Sociedad Rural, en la costanera, encontré muchas cosas, en las plazas también. En la Vélez Sarsfield hay cosas muy lindas. Estuve en otros lugares pero me corrieron por no tener permiso y hacer pocitos".
Otros tesoros
Luis, como todo coleccionista, guarda celosamente una gran cantidad de piezas en una caja con divisorios. Allí, se encuentran bombillas, tapitas de bebidas, cruces, partes de máquinas de afeitar, dijes, medallas, las mariposas de las máquinas de cortar el pasto, un botón de plomo que iba debajo del ruedo de los vestidos antiguos
Los más curiosos sin duda son los lápices labiales de metal de los años 1930 así como lo envoltorios de preservativos. "Estos objetos los encontré en la plaza General Paz, donde también encontré otras cosas diversas", confió.
Sin embargo, el mayor tesoro es una cruz única en su tipo. "Lo más valioso que tengo es esta cruz de plata, cobre y madera. La encontré en la falsa costanera, frente al Tanque de Agua. Fue uno de mis primeros hallazgos".
En su patio, Luis tiene otra selección de piezas. Hay monedas ordenadas por montones, llaves y demás trozos de hierro que encontró cerca de las vías del tren.
Al diariero le encantan los objetos antiguos. En su casa, aunque lo resguarda como algo muy personal, tiene una colección de motocicletas y triciclos antiguos, botellas, carteles hasta el reloj del sereno de la antigua planta Godeco y el fichero de la fábrica Semorca. Un verdadero museo en casa que vale la pena recorrer.
"Esto lo que tiene de lindo es que nunca sabés lo que vas a encontrar debajo" .
Contribuir a la historia regional
A pesar de todo lo encontrado, Luis espera su oportunidad de contribuir a la historia regional y con el aporte de la tecnología que utiliza encontrar objetos únicos.
El sanfrancisqueño reveló que le encantaría llevar a cabo una búsqueda en los campos donde se libró la batalla de Quebracho Herrado. Este episodio importante en la nominada de luchas por la independencia en el territorio nacional que se libró en tierras del departamento San Justo, data del 28 de noviembre de 1840 y se trató de una victoria del ejército federal argentino, al mando del expresidente uruguayo, brigadier Manuel Oribe sobre el ejército unitario dirigido por el brigadier Juan Lavalle, durante las guerras civiles de ese país.
"Me gustaría encontrar un casquillo de bala o algo más en plomo", indicó Luis con respecto a este hecho histórico y contó la experiencia que tuvo en la localidad de Plaza de Mercedes, en el departamento Rio Primero.
En ese lugar, Luis fue parte del hallazgo de casquillos de balas del conflicto de 1935. "Para prevenir un fraude en las elecciones de ese año, la UCR envió una delegación armada compuesta por el campeón de tiro Carlos Moyano e importantes dirigentes como Santiago del Castillo (gobernador 1940-1943), Argentino Autcher (gobernador peronista 1946-1947), Pedro Vivas y Agobar Anglada. Estos dos últimos murieron en dicho duelo y fueron convertidos en los mártires de la UCR", señaló el coleccionista.
Una antigua cruz de plata con detalles en madera es su tesoro más preciado
Terapéutico
De profesión diariero con más de 40 años en el rubro, Luis es un ávido lector. Entre los materiales gráficos que vendía, las publicaciones de los detectores de metales siempre le llamaron la atención y surgieron las ganas de comprar uno. "Un día mi hijo me dijo ´Papi, yo te lo regalo´ y me trajo el primero desde Entre Ríos".
Luis rescató miles de objetos que estaban enterrados bajo la tierra y hoy son sus tesoros.
Para este coleccionista muchos adquieren estos equipos como moda y que van a tener un beneficio económico. "La gente compra estos aparatos pensando que va a encontrar una fortuna y eso no ocurre", afirmó. Y agregó: "Encontré anillos de oro, pero fue porque ayudé a gente que los buscaba".
Más allá de la curiosidad por este entretenimiento, Luis lucha desde hace ocho años contra el cáncer y utiliza este pasatiempo con un fin terapéutico. "Hace 8 años que lucho contra la enfermedad y ahora estoy mejor. Esto me ayuda mucho y lo voy a seguir haciendo hasta que no pueda más", concluyó.