El comedor escolar se vacía y lo reemplazan con bolsones
En las escuelas de Frontera también el comedor es un aliado esencial para muchas familias. Primero los chicos iban solo a comer, después fueron viandas y ahora kits alimentarios. Si no van por una caja, los padres van igual para acercar tareas. La clave sigue siendo que los chicos no queden solos.
Por Ivana Acosta | LVSJ
La escuela 1001, ubicada en el corazón de la ciudad de Frontera, está impecable. Están los docentes, las asistentes escolares, hace poco pasaron los porteros y hay un incesante ir y venir de gente. Pareciera un día común de clases, pero cuando se mira más allá donde está el comedor escolar, se cae en la cuenta de que nada es como antes.
Siendo cerca del mediodía los chicos se prepararían para ir al comedor escolar, no obstante, debido a la situación actual donde están las mesas ahora ya no hay espacio para comensales. Solo están los bolsones preparados que se van acabando de a poco porque viene un familiar de los estudiantes a retirarlo.
La cabeza organizativa está en el grupo de asistentes escolares que cuentan con su propia ecónoma. Sus cocinas desde mayo pararon ya que fue el momento en que se cambió la metodología de entrega pasando de viandas a kits alimentarios.
El recibimiento está a cargo de la directora del colegio primario, Nancy Gandino, y es la cabeza de toda esta institución que educa - hoy en otra modalidad - a 598 chicos de zonas aledañas a la escuela. El comedor escolar es un área especial donde los chicos "en época normal donde no hay aislamiento" reciben su ración de comida en el horario del almuerzo.
"Nosotros tenemos 365 comensales por día divididos en el grupo de la mañana y la tarde. Se convoca desde las 12 hasta las 12.45. Es una hora en que los niños en una época normal reciben sus alimentos", explicó la docente.
Un poco más al costado está el área de las cocinas donde las asistentes elaboran todos los alimentos gracias a los fondos que son enviados por el Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe.
Cambios obligados
Si el contexto fuera el usual los chicos estarían en clases o jugando en los pasillos, pero hace muchos que sus voces no se escuchan todas juntas en el edificio de calle 86. Al principio cuando se suspendieron las clases con modalidad presencial "los chicos seguían yendo a la escuela por el comedor, manteniendo el distanciamiento y vigilando la higiene, es decir, el uso de alcohol en gel y el lavado de manos.
Luego en el mes de abril, en coincidencia con el agravamiento de la pandemia a nivel general, comenzaron en el colegio a preparar las viandas para que en el horario del comedor los papás o mamás pudieran y a retirarlas.
Se elaboraba la ración para los chicos y chicas de cada familia y se enviaba a los hogares. Hasta ese momento la cocina y las asistentes escolares seguían con un ritmo de trabajo similar al tradicional. Sin embargo, cuando llegó mayo el contexto volvió a cambiar y se optó por armar kits alimentarios para que los chicos se lleven a sus casas. Esos bolsones están preparados con productos que son de primera necesidad y cubren un lapso de 15 días momento en el cual vuelven a la institución a buscar otra remesa.
"Comenzamos con 150 kits, luego aumentamos a 160 y hoy tenemos en espera muchas familias que necesitan, pero necesitamos más partidas. El bolsón contiene aceites, leche, fideos, conservas, arroz, por ejemplo. Es un buen bolsón", relató la directora.
La modalidad los acercó
En el colegio se vive siempre un ir y venir permanente. Los directivos nunca dejaron de ir y las puertas no se cierran. Es como si las clases siguieran en su habitualidad. Muchos padres llevan libretas, otros buscan los cuadernillos y otros hacen las dos cosas juntas mientras buscan el kit alimentario.
Ese diálogo les permite romper el sistema remoto y tener un acercamiento con ellos: "Tuvimos un acercamiento con la familia con esta modalidad. Esto de la escuela provoca mucha angustia sobre cómo están nuestros alumnos, si pueden alimentarse y al estar en contacto con los papás vamos haciendo un seguimiento, les vamos preguntando".
Mientras tanto las actividades y las dudas se resuelven a través de whatsapp o Facebook pese a que la conectividad es un gran problema para las familias. Así que en esos casos aparece el papel para complementar las cosas y los cuadernillos que envía el Ministerio de Educación provincial lo refuerzan.
"Los docentes reciben fotos o respuestas de los papás. Este aislamiento hace que debamos mantener una muy buena relación con ellos y por eso hoy la relación familia escuela es buenísima. Los docentes rescatan eso, están en contacto directo y en todo momento por dudas o para devoluciones. Hay muchos papás que traen las actividades acá porque sienten preocupación de ver si sus hijos están haciendo bien la tarea o no", dijo orgullosa la directora.
El aislamiento dejó a la vista sin que nadie pueda hacerse el disimulado que la desigualdad es gigante por momentos y no se necesita verlo por televisión o a través de una nota emotiva en las redes. Al mismo tiempo, la comida también se transformó en un motivo de contención y acercamiento donde sea la excusa para que los docentes y las escuelas puedan seguir formando a los líderes del mañana.