El “ángel Gabriel” viveen España y ayuda en San Francisco
Gabriel Marveggio compró 400 porciones de locro para ayudar a Alumni y serán donadas a instituciones de la ciudad. Además, beca a chicos para ir al Instituto Pablo VI y organiza otras cruzadas solidarias. El compañero que encontró su futuro en Europa pero no se olvidó de sus amigos sanfrancisqueños.
Por Stefanía Musso | LVSJ
¿Cuántos de nosotros volvimos a encontrarnos con nuestros viejos compañeros del primario y el secundario gracias a WhatsApp? Los grupos se multiplican y cada vez son más los que se encuentran con esas personas queridas que el tiempo decidió dejarlos en el camino.
Sin embargo, el destino muchas veces se esfuerza en volver a encontrarnos y la tecnología lo hace posible.
Este es el caso de una banda amiga, "La novena promoción del Pablo VI" que hace un año se reencontró y entre los que están Gabriel "Pachola" Buffa y Gustavo Bossio que viven en San Francisco y Gabriel Marveggio que está radicado en España, desde hace 28 años.
Aunque solo compartieron un año de colegio juntos, la amistad que se forjó fue tan grande que Marveggio se sumó a las campañas solidarias de sus amigos y en esta oportunidad, compró 400 porciones de Locro para ayudar al Club Alumni , donde trabaja Gabriel Buffa, alias Pachola y que se regalarán a los comedores de la ciudad.
Pero eso no es todo. A modo de agradecimiento con la escuela que lo becó un año de secundario cuando no tenía para pagar sus estudios y la que le dio estos grandes amigos, Marveggio decidió ayudar a chicos que no puedan solventar las cuotas del establecimiento de gestión privada pagando el secundario en su totalidad.
Ayudar, la consigna
Con la necesidad de mejorar el Club Alumni, Gabriel "Pachola" Buffa no dudó un minuto en organizar una venta de locro. Sin pensarlo demasiado, Gabriel Marveggio desde Guipúzcoa, una de las tres provincias españolas que componen la comunidad autónoma del País Vasco, compró 400 de esas porciones y decidió donar a comedores de la ciudad.
Pochola es uno de los que se puso el club al hombro y está buscando un mejor futuro mejor para la institución. "Hay una gran discriminación hacia los chicos del club Alumni porque ellos no tienen piso parqué para jugar y los deja afuera de poder competir con los otros. Por eso, estamos buscando ayuda y así llegó la de Gabriel", contó con orgullo su amigo sanfrancisqueño.
"Lo de Gabriel es doble ayuda, porque es para devolverle la vida a un club, pero también va a llenar la pancita de muchos chicos con un plato de comida", agregó Buffa.
La fiesta de egresados que marcó el final de una etapa pero selló una amistad para siempre.
Dar una oportunidad
Gabriel Marveggio nació en Córdoba donde vivía con sus padres y sus siete
hermanos. Al enviudar su mamá a los 28 años, decidieron mudarse a nuestra
ciudad donde estaban sus abuelos maternos. "Yo tenía 10 años cuando murió mi papá
y mi hermana, solo dos meses. Estábamos solos", contó Marveggio.
Con una infancia difícil, Marveggio comenzó a trabajar desde joven en LA VOZ DE SAN JUSTO entregando los diarios a los canillitas. "Fueron ocho años donde no tenía un día libre porque además estudiaba y era deportista. Ese trabajo me permitió comprarme mi primer par de zapatillas. Fue una vida dura, como la de Pachola, pero él tenía a su papá que era un súper hombre y yo lo tuve recién a los 15 cuando conocí a mi primer suegro".
Una de las ayudas que recibió en aquel momento fue por parte del Instituto Pablo VI que le permitió a Marveggio cumplir con su último año de secundario. "El director espiritual del colegio de aquel entonces me becó", contó.
Fue en ese último año donde encontró a sus amigos de la vida: "Fui a otro colegio, a estudiar frustradamente guardaparques y cuando volví, me becaron en el Pablo VI. Pude estudiar en un colegio privado y gratis. Lo que no me explico es como en un solo año de cursado, le tomé tanto cariño a este grupo de chicos", reflexionó Marveggio.
Aunque se fue hace 28 años a vivir a España, el amor por San Francisco nunca se apagó. Para retribuir la ayuda que recibió cuando era joven, Marveggio decidió becar a estudiantes que cursan sus estudios en el mismo colegio que él.
"Lo que decidimos es darle una bicicleta, pagar el uniforme nuevo cada año y abonar la inscripción y los seis años de secundario. Es una manera de devolverle a la escuela todo lo que hizo por mí", afirmó el español .
Para poder mantener este sueño, Marveggio comprometió a empresas de España para las cuales hace trabajos de arreglos y colocación de pisos y revestimientos, a colaborar con estos niños. De hecho, ya consiguió el dinero para dale la oportunidad a dos niños más. "La comunidad vasca es de alto poder adquisitivo, pero además se caracteriza por tener un enorme corazón. Cuando un vasco se solidariza es para toda la vida, es difícil entrar en sus corazones, pero les fascina ayudar".
Un ser de luz
Lo que para una familia puede ser casi imposible de abonar, el cambio favorece a Marveggio. "Para nosotros, financiar los estudios es poco dinero porque nos cuesta 250 Euros al año por chico. La diferencia es muy grande y colaborar desde aquí es mucho más fácil. Debo ser el único que se alegra si ve el dólar en la Argentina a 200 pesos porque con menos dinero, puedo hacer más", explicó el español por adopción.
Con esa actitud y apoyo incondicional, con algo tan difícil de conseguir como es el dinero, "el hace muchas cosas por las personas en San Francisco", dijo Gabriel Buffa.
Para Gustavo Bossio, Marveggio "es un ser de luz". Él siempre está preocupado por los que viven mal, por los que no tienen para comer. En su última visita en 2019, a los chicos que limpian los vidrios les regalaba de a $100, mucho dinero en ese tiempo. Él siempre tuvo un corazón enorme".
A Gustavo lo ayudó mucho. Le dio trabajo en España durante un mes para que pueda terminar su casa y actualmente aloja a la hija de éste para darle un futuro prometedor. También colaboró con la estadía de la familia de un joven que necesitaba un trasplante en la ciudad de Córdoba. Compromiso, solidaridad y acompañamiento. Un amigo que es de todos y no se olvidó de la ciudad que lo acogió cuando era chico. "Para nosotros, él es nuestro Ángel Gabriel porque siempre ayuda a los otros y no podemos estar más que agradecidos", concluyó Gustavo.