Biden, el presidente electo con más votos en la historia de EE.UU.
Sus desafíos son enormes: calmar y unir al país, reactivar la economía, controlar la pandemia, reducir las tensiones raciales, recuperar el respeto a las instituciones y, sobre todo, el prestigio de la democracia estadounidense, no solo dentro de los Estados Unidos sino también a nivel global.
Por Daniel Zovatto, para LVSJ
El triunfo de Joe Biden confirma que, pese a sus críticos, fue el mejor candidato presidencial de los demócratas para competir con Donald Trump en esta histórica elección.
Es cierto que, como señalan sus críticos, no tiene la juventud, energía y carisma que tuvieron Bill Clinton y Barack Obama cuando ambos llegaron a la Casa Blanca. Pero gracias a su posición moderada y su estilo de liderazgo logró alinear al Partido Demócrata detrás de su candidatura. Su elección de Kamala Harry como candidata a la vicepresidencia fue una decisión acertada.
Pero también logró no sólo ganar la elección presidencial sino en convertirse en el presidente electo con el mayor número de votos en la historia de Estados Unidos: más de 74 millones de votos.
Por otra parte, su trayectoria política, su predisposición al diálogo y a la búsqueda de acuerdos más allá de las líneas partidarias y su estilo de liderazgo es lo que Estados Unidos necesita para calmar y unificar al país, sobre todo después de una elección altamente polarizada que deja como herencia una sociedad irritada y muy dividida.
Ahora hay que poner atención a la reacción del presidente Trump, si decide mantener sus recursos legales, si acepta la derrota y felicita a Biden. O, si por el contrario, mantiene su alegato de que le "robaron" las elecciones así como su comportamiento entre este momento y el 20 de enero cuando tendrá lugar la toma de posesión de Biden como el presidente 46 de los Estados Unidos. Este periodo de transición es crítico.
Igualmente importante será observar la reacción y los discursos de los principales líderes del Partido Republicano.
Sus desafíos son enormes: calmar y unir al país, reactivar la economía, y controlar la pandemia en un momento en que el nivel de contagios está en niveles récord. Tendrá, asimismo, la responsabilidad de reducir las tensiones raciales que hemos visto surgir con fuerza durante el último tiempo, recuperar el respeto a las instituciones y, sobre todo, el prestigio de la democracia estadounidense, no solo dentro de los Estados Unidos sino también a nivel global.
Romper la polarización de Trump, el principal desafío de Biden
Hasta el 20 de enero de 2021, Donald Trump seguirá siendo el presidente de los Estados Unidos. Ese día, deberá cederle el sillón de la Casa Blanca al demócrata Joe Biden, que lo derrotó en las urnas. Pero es ingenuo pensar que quien no acepta tan siquiera la derrota pueda ofrecer la oportunidad de una transición tranquila.
Trump perdió la reelección, pero la base electoral de su partido sigue intacta: obtuvo más de 69,7 millones de votos y mejoró respecto de 2016, mientras su partido aún puede conservar el Senado y ganó terreno en la Cámara de Representantes.
¿Cuál es el legado de Trump, con esa personalidad avasallante, de modos demasiadas veces impropios, convertidos de adversarios en enemigos?
Martín Plot es licenciado en Sociología, investigador del Conicet y profesor de teoría política de la Universidad Nacional de San Martín. Y analiza a Trump como una "anomalía" en un sistema políticamente correcto.
Durante los últimos cuatro años, sostiene Plot, se escuchó con frecuencia decir que Trump "sería una aberración, alguien que tomó por asalto un partido esencialmente democrático -el Partido Republicano- y lo subordinó a un proyecto político personal caracterizado por la xenofobia, el nacionalismo blanco, el autoritarismo y la celebración obscena del poder del dinero".
Sin embargo, Plot considera que esa descripción "no ofrece una visión adecuada de la llegada de Trump al poder" porque hacía ya décadas que el Partido Republicano "se convirtió en enemigo declarado de los derechos sociales inaugurados en la década del treinta y de los derechos civiles reconocidos paulatinamente desde los años sesenta".
Más acá en el tiempo, luego del 11 de septiembre de 2001 (11-S) y de su guerra contra el terrorismo, el partido se había radicalizado a tal punto que el liderazgo de Trump significó más una transformación estilística que un giro significativo en las políticas públicas impulsadas por aquel partido, considera el politólogo.
En consecuencia, sostiene, "la anomalía en Estados Unidos de hoy no proviene de la llegada al Gobierno de alguien como Trump, sino de la forma misma en la que éste llegó a la presidencia".
Se explica así: "Desde el punto de vista institucional, en Estados Unidos, quien ejerce el Poder Ejecutivo no es el representante de los ciudadanos norteamericanos -en cuyo caso el principio elemental de la elección sería "una persona, un voto"- sino el representante de Estados Unidos".
Entonces, el presidente no representa al pueblo norteamericano sino a los estados de la unión. Esta es la razón, desde el punto de vista institucional, por la cual "Estados Unidos eligen a su presidente de una manera que parece bizarra, ineficiente e inconsistente con los principios democráticos más elementales. En las últimas tres décadas, el Partido Republicano obtuvo la mayoría de los votos en sólo una de las ocho elecciones presidenciales celebradas. Sin embargo, éste ejerció la Presidencia durante casi la mitad de ese período", resalta Plot.
Y encuentra allí la razón de fondo de la anomalía: el mismo sistema electoral. ¿Podrá Biden democratizar la democracia?
En ese sentido, Juan Negri, doctor en Ciencia Política, profesor de las universidades Di Tella y Nacional de San Martín (Unsam, considera que los berrinches de Trump sobre un fraude que nunca pudo demostrar dejó a la democracia estadounidense muy debilitada.
Y el propio presidente llegó frágil al momento electoral. Es que, sostiene Negri, estos cuatro años estuvieron marcados por una alta polarización, lpolémicas y una agenda consistentemente conservadora.
"Luego de tres años en los que la economía anduvo relativamente bien, la respuesta caótica y desordenada de su administración a la pandemia del coronavirus (con un número altísimo de fallecidos), la tensión racial y la crisis económica lo pusieron en una situación políticamente vulnerable".
La pregunta que se hace Negri es si el manto de ilegitimidad con el que busca cubrir el proceso degenerará en disturbios o incluso una judicialización. "La moderada respuesta de varios miembros de su partido (sugiriendo que no hay evidencia de fraude) y el triunfo en varios estados parece alejar la posibilidad de que Trump pueda ganar la elección en el escritorio", evalúa el especialisa.
Y concluye: "La democracia estadounidense ha quedado muy debilitada luego de varios años de polarización. Esa es la amenaza más inmediata a la democracia y el legado más difícil al que tendrá que enfrentarse Biden. La tarea no será sencilla".
Hasta el 23 de noviembre. Sigue el recuento de votos
por correo Si bien los votos por correo deben estar estampillados hasta
el 3 de noviembre para ser válidos, pueden llegar después de ese día. 10 de noviembre al 11 de diciembre.- Los estados
certifican a los ganadores Hay que tener presente que cada estado tiene su propio
tribunal electoral. 8 de diciembre. Plazo final para determinar quién
gana los electores en cada estado Es el plazo límite para que los estados hayan trinado el
recuento y eventualmente resuelvan litigios sobre el resultado, y determinado
quién se adjudica los electores del Colegio Electoral. 14 de diciembre.- Se emiten los votos para el Colegio
Electoral. Los electores deben reunirse el primer lunes después del segundo
miércoles de diciembre. En 2020, es 14 de diciembre. Los electores se reúnen en
su propio estado y votan para la fórmula que ganó en ese territorio. 23 de diciembre. Los votos de los electores llegan a
Washington DC. 3 de enero. Juran los nuevos miembros del Congreso 6 de enero. Se cuentan los votos electorales y se
anuncia el ganador 20 de enero. A las 12 del mediodía, hora del Este de
EE.UU., el nuevo presidente y vicepresidente del país juran en el Capitolio de
Washington DC. Si el presidente electo llegara a fallecer entre el día de las
elecciones y el de la asunción, el vicepresidente asumiría el cargo de presidente.Los próximos plazos