Dólar, elecciones y angustias
Algunos pocos que viven de la especulación y cimientan su accionar en la búsqueda de réditos fáciles, aprovecharon las “bondades” del frágil sistema financiero e hicieron fortunas. La mayoría está viendo, otra vez, pulverizados sus ahorros.
Las frenéticas jornadas que se suceden luego de las elecciones primarias en el país devuelven imágenes que, obstinadas, vuelven a la realidad cotidiana para sembrar zozobra e incertidumbre en la gente. Sí, en quienes viven en este país, sean de la condición social que fueren. Mientras los especialistas hablan de esa entelequia llamada "mercado", la vida diaria de los argentinos vuelve a transitar por el desfiladero.
Mientras tanto, las voces de los expertos resuenan fuerte en las pantallas. Y crecen hasta niveles exasperantes las chicanas de la dirigencia política que gobierna o aspira a gobernar este país, demostrando supina irresponsabilidad frente al daño enorme que sufren los bolsillos de las familias.
En este contexto afligente y difícil, la palabra dólar protagoniza la mayoría de las conversaciones de los análisis. Desde los tiempos del "Rodrigazo", hace casi medio siglo, el pensamiento económico de los argentinos es dominado por el valor de la moneda norteamericana y la invariable y siempre descendente caída del peso. El tipo de cambio es, quizás como en pocas otras naciones, una preocupación constante para la sociedad. Y nadie acierta a encontrar el modo de resolver este intríngulis. El deterioro de la calidad de vida, mientras tanto, hace más brusca la pendiente.
"El que apuesta al dólar pierde", dijo un ministro de Economía en 1981. "Ahora un dólar vale un peso", creímos durante casi una década. Tras otra debacle se escuchó a principios de este siglo que "quien depositó dólares recibirá dólares" y, por cierto, no ocurrió. Algunos pocos que viven de la especulación y cimientan su accionar en la búsqueda de réditos fáciles, aprovecharon las "bondades" del frágil sistema financiero e hicieron fortunas. La mayoría está viendo, otra vez, pulverizados sus ahorros.
Antes de las Paso, un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), abordó la fragilidad cambiaria. Se explicaba allí que a los problemas estructurales que nunca se han resuelto, se le agregaba la incertidumbre política y un contexto internacional agitado por la guerra comercial entre las potencias. El documento señalaba que el dólar había estado "quieto" debido a la parálisis de la economía. Agregaba: "Esta precaria condición sobre la que se sostiene la estabilidad del dólar es la que descalifica por inconsistentes muchas promesas hechas en la campaña electoral. Sin mayor oferta de dólares, el aumento en la demanda de dólares hará que la situación cambiaria vuelva a desestabilizarse".
Un par de días después ocurrió lo pronosticado. Y volvieron los cruces políticos, a través de las alusiones insólitas a que la nueva disparada se relacionó con la decisión popular del voto y de la falta de credibilidad de quienes obtuvieron más apoyo, así como de la sonrisa socarrona de éstos que parece estar esperando que todo vuele por los aires.
Mientras tanto, en medio del repetitivo berenjenal cambiario, faltan más de dos meses para las verdaderas elecciones.