SORDOS Y CIEGOS EN PANDEMIA: FALTA EQUIDAD E INCLUSIÓN
SORDOS Y CIEGOS EN PANDEMIA: FALTA EQUIDAD E INCLUSIÓN
El coronavirus visibilizó aún más los obstáculos
que enfrentan las personas con discapacidad auditiva o visual. El no poder
realizar la lectura labial por el tapaboca, perjudica la comunicación en los hipoacúsicos
y en quienes no pueden ver, la falta de presencialidad en los talleres afectó
su calidad de vida.
El coronavirus visibilizó aún más los obstáculos
que enfrentan las personas con discapacidad auditiva o visual. El no poder
realizar la lectura labial por el tapaboca, perjudica la comunicación en los hipoacúsicos
y en quienes no pueden ver, la falta de presencialidad en los talleres afectó
su calidad de vida.
-
Elsa y Maximiliano con los barbijos transparentes que permiten que se vea la boca. “Este problema no es nuestro solamente sino de toda la comunidad”, afirmaron
Por Isabel
Fernández|LVSJ
"Antes del
coronavirus y la pandemia podíamos ver la boca de las personas y leer los
labios, ahora no podemos hacerlo y se dificulta la comunicación, por eso son
necesarios los barbijos transparentes. Pero este problema no es nuestro
solamente, sino de toda la comunidad, porque con el tapaboca común no podemos
ver las expresiones faciales, si sonreímos, estamos enojados o incluso, no
reconocemos a otras personas", aseguraron a LA VOZ DE SA JUSTO Elsa Vocos y
Maximiliano Miranda, de la Asociación Civil de Sordos de San Francisco.
La pandemia causó
una crisis sanitaria, económica, social y política sin precedentes en el mundo cuyas
consecuencias, no obstante, afectaron de manera desigual a las personas.
La emergencia del
coronavirus dificulta todavía más la inclusión y el acceso a la información de
las personas sordas o con problemas de audición. Lo mismo ocurre con quienes
son no videntes, que -además de enfrentar el hecho de no poder acudir a
talleres presenciales-, deben intensificar la higiene de sus manos ya que,
además del bastón, utilizan el tacto para poder manejarse en todos los ámbitos.
Adaptarse y
apelar a la creatividad
Transitar la
pandemia es muy difícil para la comunidad sorda pero, como todos, se fueron
adaptando a la nueva normalidad. La primera dificultad, fue la del barbijo que
les impide la lectura labial, por eso, utilizando la creatividad y los recursos
que tenían en el taller de costura de la Asociación, Elsa confeccionó tapabocas
transparentes.
"La dificultad
más importante es la falta de idioma en lengua de señas en las personas oyentes
y se agudiza aún más el no poder tener lectura de labios con el barbijo",
aseguraron Elsa y Maximiliano.
Elsa consideró
que por eso es "fundamental crear una ley nacional para que se oficialice la
mascarilla transparente. Es una cuestión de 'equidad', no solamente, para la
comunidad sorda, sino para todos porque no podemos ver nuestras expresiones y
emociones que son tan importantes para la vida en sociedad".
Contó que
decidieron confeccionar las mascarillas inclusivas "debido al protocolo por
distancia social, usamos materiales del taller de costura que tiene la
institución".
Por su parte
Maximiliano adelantó que hace unos días la Asociación realizó una compra de
barbijos transparentes inclusivos en Buenos Aires. "Pronto recibiremos el
pedido, son fundamentales para nosotros y para todos".
La cuarentena
Elsa, quien tiene
hipoacusia bilateral de nacimiento, comentó que durante la cuarentena pasó
mucha soledad porque es jubilada y las pocas salidas eran para visitar
instituciones como la Asociación de Sordos o Cemiri.
"Las
videollamadas, las reuniones por zoom con los integrantes de la comisión y
socios fueron de mucha ayuda", dijo.

"Cuando iba a
Cacnovi mi mente se despejaba, es como mi segunda casa, pero la pandemia no nos
dejó y no es fácil", dijo Ana Fumero.
El día a día sin
poder ver
Ana María Fumero
tiene 70 años y desde hace unos años padece una severa disminución de la visión
debido a una miopía congénita progresiva, que se agravó y se acercó a la
ceguera en este año de pandemia.
En su casa utiliza
casi de manera continua el alcohol para las manos. Es que para movilizarse
tienen que tocar todo, además de utilizar el bastón blanco.
El no poder
asistir a los talleres del Centro de Acción Comunitaria de No Videntes
(Cacnovi) de San Francisco de manera presencial, afectó mucho la vida de Ana. Aunque
la institución siguió en contacto de manera virtual, realizó visitas con todos los cuidados y
actualmente están analizando un protocolo que les permita volver de a poco a la
presencialidad.
Ana no tiene
celular y la virtualidad se complicó, el teléfono fijo la mantiene comunicada
con sus compañeros y ella pese a todo sigue adelante con la ayuda de su
familia, esperando que pase la crisis.
"Estoy
continuamente usando alcohol en gel, aunque no salgo mucho de casa, solamente
para ir al médico. Con las medidas de seguridad tenemos que cuidarnos mucho más
ya que para movilizarnos tenemos que tocar todo", aseguró Ana.
Comentó que ya venía
con pérdida de la visión "pero con la pandemia se profundizó, primero por el
estrés del encierro, que me jugó en contra, porque no pude ir más a Cacnovi, no
pudieron hacerse los talleres presenciales, iba a cocina, computación, coro".
"Cuando iba a
Cacnovi mi mente se despejaba, es como mi segunda casa, pero la pandemia no nos
dejó y no es fácil. Sigo contectada con mis compañeros por teléfono y me ayuda
mucho mi familia", finalizó.
Por Isabel
Fernández|LVSJ
"Antes del
coronavirus y la pandemia podíamos ver la boca de las personas y leer los
labios, ahora no podemos hacerlo y se dificulta la comunicación, por eso son
necesarios los barbijos transparentes. Pero este problema no es nuestro
solamente, sino de toda la comunidad, porque con el tapaboca común no podemos
ver las expresiones faciales, si sonreímos, estamos enojados o incluso, no
reconocemos a otras personas", aseguraron a LA VOZ DE SA JUSTO Elsa Vocos y
Maximiliano Miranda, de la Asociación Civil de Sordos de San Francisco.
La pandemia causó
una crisis sanitaria, económica, social y política sin precedentes en el mundo cuyas
consecuencias, no obstante, afectaron de manera desigual a las personas.
La emergencia del
coronavirus dificulta todavía más la inclusión y el acceso a la información de
las personas sordas o con problemas de audición. Lo mismo ocurre con quienes
son no videntes, que -además de enfrentar el hecho de no poder acudir a
talleres presenciales-, deben intensificar la higiene de sus manos ya que,
además del bastón, utilizan el tacto para poder manejarse en todos los ámbitos.
Adaptarse y
apelar a la creatividad
Transitar la
pandemia es muy difícil para la comunidad sorda pero, como todos, se fueron
adaptando a la nueva normalidad. La primera dificultad, fue la del barbijo que
les impide la lectura labial, por eso, utilizando la creatividad y los recursos
que tenían en el taller de costura de la Asociación, Elsa confeccionó tapabocas
transparentes.
"La dificultad
más importante es la falta de idioma en lengua de señas en las personas oyentes
y se agudiza aún más el no poder tener lectura de labios con el barbijo",
aseguraron Elsa y Maximiliano.
Elsa consideró
que por eso es "fundamental crear una ley nacional para que se oficialice la
mascarilla transparente. Es una cuestión de 'equidad', no solamente, para la
comunidad sorda, sino para todos porque no podemos ver nuestras expresiones y
emociones que son tan importantes para la vida en sociedad".
Contó que
decidieron confeccionar las mascarillas inclusivas "debido al protocolo por
distancia social, usamos materiales del taller de costura que tiene la
institución".
Por su parte
Maximiliano adelantó que hace unos días la Asociación realizó una compra de
barbijos transparentes inclusivos en Buenos Aires. "Pronto recibiremos el
pedido, son fundamentales para nosotros y para todos".
La cuarentena
Elsa, quien tiene
hipoacusia bilateral de nacimiento, comentó que durante la cuarentena pasó
mucha soledad porque es jubilada y las pocas salidas eran para visitar
instituciones como la Asociación de Sordos o Cemiri.
"Las
videollamadas, las reuniones por zoom con los integrantes de la comisión y
socios fueron de mucha ayuda", dijo.

"Cuando iba a
Cacnovi mi mente se despejaba, es como mi segunda casa, pero la pandemia no nos
dejó y no es fácil", dijo Ana Fumero.
El día a día sin
poder ver
Ana María Fumero
tiene 70 años y desde hace unos años padece una severa disminución de la visión
debido a una miopía congénita progresiva, que se agravó y se acercó a la
ceguera en este año de pandemia.
En su casa utiliza
casi de manera continua el alcohol para las manos. Es que para movilizarse
tienen que tocar todo, además de utilizar el bastón blanco.
El no poder
asistir a los talleres del Centro de Acción Comunitaria de No Videntes
(Cacnovi) de San Francisco de manera presencial, afectó mucho la vida de Ana. Aunque
la institución siguió en contacto de manera virtual, realizó visitas con todos los cuidados y
actualmente están analizando un protocolo que les permita volver de a poco a la
presencialidad.
Ana no tiene
celular y la virtualidad se complicó, el teléfono fijo la mantiene comunicada
con sus compañeros y ella pese a todo sigue adelante con la ayuda de su
familia, esperando que pase la crisis.
"Estoy
continuamente usando alcohol en gel, aunque no salgo mucho de casa, solamente
para ir al médico. Con las medidas de seguridad tenemos que cuidarnos mucho más
ya que para movilizarnos tenemos que tocar todo", aseguró Ana.
Comentó que ya venía
con pérdida de la visión "pero con la pandemia se profundizó, primero por el
estrés del encierro, que me jugó en contra, porque no pude ir más a Cacnovi, no
pudieron hacerse los talleres presenciales, iba a cocina, computación, coro".
"Cuando iba a
Cacnovi mi mente se despejaba, es como mi segunda casa, pero la pandemia no nos
dejó y no es fácil. Sigo contectada con mis compañeros por teléfono y me ayuda
mucho mi familia", finalizó.