GISE FERREIRA: ORGULLOSA DE SER CARTONERA
GISE FERREIRA: ORGULLOSA DE SER CARTONERA
"Yo me siento orgullosa de lo que logré
tanto en lo personal como en mi trabajo", afirmó Gisela Ferreira, la joven
madre de 30 años que es una pieza fundamental en el funcionamiento de la
Cooperativa de Trabajo La Virgencita, que se encuentra enclavada en el corazón
de Barrio Parque de la ciudad de San Francisco.
"Yo me siento orgullosa de lo que logré
tanto en lo personal como en mi trabajo", afirmó Gisela Ferreira, la joven
madre de 30 años que es una pieza fundamental en el funcionamiento de la
Cooperativa de Trabajo La Virgencita, que se encuentra enclavada en el corazón
de Barrio Parque de la ciudad de San Francisco.
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Fotos: Manuel Ruiz / LVSJ
Por María Laura Ferrero | LVSJ
"Estamos realmente orgullosas por lo que
hemos logrado, de lo que somos como personas a pesar que nadie nos temía fe.
Hemos pasado días nublados, soleados, fríos, con lluvia o calor, pero nosotras
siempre con nuestro carro para ganarnos el pan de cada día. Nosotras nunca
bajamos los brazos y por eso estamos contentas por todo lo que hemos logrado",
afirmó Gisela Ferreira, una de las integrantes de la Cooperativa de Trabajo "La
Virgencita", que se encuentra ubicada en Barrio Parque de la ciudad de San
Francisco.
Este emprendimiento pertenece a Cáritas
Diocesana San Francisco y este año inauguró una
prensa horizontal que tiene la capacidad de procesar 2000 kilos de papel
y cartón por hora, que es como un "Ferrari" para este tipo de actividad.
Esta maquinaria no solo "revolucionó" al
trabajo interno porque permitió ampliar el volumen de material procesado, a su
vez, dejó demostrado que el trabajo colectivo puede ser una herramienta
fundamental para cambiar la realidad y mejorar las condiciones de todos sus
miembros.
Es conmovedor escuchar el "rugir" de esta
prensa en uno de los barrios considerados uno de los más "peligrosos" por la
mayoría de los sanfrancisqueños, pero
también estremece y emociona ver como muchas familias por primera vez tuvieron
la oportunidad de acceder a un trabajo digno y salir adelante a través de esta
cooperativa.
Una de las piezas fundamentales en este
proceso es Gisela Ferreira, que junto a su suegra Eva Ferreira, fueron dos de
las mujeres pioneras que comenzaron con la recolección de cartón en la ciudad.
"Yo antes de entrar a La Virgencita tiraba
currículum a todos lados y nadie me llamaba", contó Gise, que además reveló que
es egresada de la Escuela Normal Superior Dr. Nicolás Avellaneda.
"Al merendero llegué por mi suegra que
traía a sus hijas y en esa época pedían que cada niño sea acompañado por un
adulto. Ahí, se formó un grupo de madres y desde la coordinación empezaron a
armar distintos proyectos", recordó la joven.
"Con
ellas empezamos a recolectar cartón. Al principio salíamos por la noche en
bicicleta y con un canasto. Como era muy poco lo que juntábamos nos hicimos un
carro y eso nos cambió muchísimo. Lo que recolectábamos era vendido a distintos
acopiadores, no era mucho lo que juntábamos pero nunca nos dimos por vencidas",
afirmó.
Pantalla
nacional
La historia de Eva y Gise con su carro fue
tema de la colecta nacional de Caritas y eso le permitió conseguir fondos para
potenciar el proyecto. "Con la plata que nos dieron a nivel nacional se levantó
el primer galpón, compramos una prensa, un elevador eléctrico y una zorrita",
afirmó la cartonera.
Las nuevas condiciones de trabajo
permitieron avanzar en el tema y alcanzar otras metas como el comienzo del
prensado y acopio para vender el material sin intermediario. "Eso permitió
tener otro volumen de ganancias", apuntó.
Mientras tanto la conducción de Caritas, se
encargó de iniciar los trámites legales y administrativos para la creación de
la cooperativa de trabajo que significó un paso muy importante para el
fortalecimiento del trabajo colectivo.
"Para nosotros tener una cooperativa significó
un montón. De ser simples recolectoras a tener un edificio y máquinas nos
permitió poder cambiar de vida y por primera vez planificar pensando en el
futuro", indicó Gise.
"La mayoría de nosotros trabajábamos de los
que juntábamos o haciendo changas como limpiar casa sin nada seguro. Imagínate
pensar que tenemos un sueldo mensual y que te puedas organizar con tus gastos",
agregó.

Empatizar
Para Gisela lo más importante de la
cooperativa fue la relación que se generó con la gente. "Acá logramos empatizar
y no los tratarlos como un número más sino como personas más allá de lo que
generan", aseguró la joven. "Nos interesa
charlar con el recolector, que nos cuente qué le pasa o si están triste decirle
algo para levantar el ánimo. Ellos saben que acá tienen un vaso de jugo para el
verano o algo caliente para el invierno y disponible el baño porque pasan
muchas horas fuera de su casa", agregó.
Gisela reconoció que fue un largo camino
recorrido y que tuvieron momentos muy difíciles de llevar pero agradeció el
acompañamiento que tuvo por parte de los miembros de Cáritas. "Estoy muy
orgullosa de todo lo que he logrado tanto en lo personal como en mi trabajo.
Este orgullo se lo trasmito a mis tres hijos para que sepan que con esfuerzo se
puede alcanzar lo que uno quiere", finalizó.
"Para nosotros tener una cooperativa significó un montón. De ser simples recolectoras a tener un edificio y máquinas nos permitió poder cambiar de vida y por primera vez planificar pensando en el futuro"

"Motorcito"
Emilio Amé, integrante de Cáritas y uno de
los responsables de la puesta en marcha de la cooperativa, resaltó la
predisposición de Gisela para llevar las distintas actividades dentro del
espacio. "Es como un motorcito que funciona en todos lados. Cuando llegó la
máquina para enfardar ella se puso al
frente, también maneja el zanpimg y ahora
la nueva prensa con cinta", indicó Amé.
"La
Amarillita"
La máquina que se instaló este año tiene 18
metros de largo, dos cintas transportadoras de 5 y 6.5 metros respectivamente,
un elevador que eleva hasta 8.000 kilos por subida y una capacidad de 2.000
kilos por hora de prensado. "Es mucho más cómodo para trabajar porque lo podés
hacer de parado y es impresionante la cantidad de material que procesa en poco
tiempo. Lo que antes nos llevaba uno o dos días ahora lo hacemos casi en una
hora", explicó Gise.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
"Estamos realmente orgullosas por lo que
hemos logrado, de lo que somos como personas a pesar que nadie nos temía fe.
Hemos pasado días nublados, soleados, fríos, con lluvia o calor, pero nosotras
siempre con nuestro carro para ganarnos el pan de cada día. Nosotras nunca
bajamos los brazos y por eso estamos contentas por todo lo que hemos logrado",
afirmó Gisela Ferreira, una de las integrantes de la Cooperativa de Trabajo "La
Virgencita", que se encuentra ubicada en Barrio Parque de la ciudad de San
Francisco.
Este emprendimiento pertenece a Cáritas
Diocesana San Francisco y este año inauguró una
prensa horizontal que tiene la capacidad de procesar 2000 kilos de papel
y cartón por hora, que es como un "Ferrari" para este tipo de actividad.
Esta maquinaria no solo "revolucionó" al
trabajo interno porque permitió ampliar el volumen de material procesado, a su
vez, dejó demostrado que el trabajo colectivo puede ser una herramienta
fundamental para cambiar la realidad y mejorar las condiciones de todos sus
miembros.
Es conmovedor escuchar el "rugir" de esta
prensa en uno de los barrios considerados uno de los más "peligrosos" por la
mayoría de los sanfrancisqueños, pero
también estremece y emociona ver como muchas familias por primera vez tuvieron
la oportunidad de acceder a un trabajo digno y salir adelante a través de esta
cooperativa.
Una de las piezas fundamentales en este
proceso es Gisela Ferreira, que junto a su suegra Eva Ferreira, fueron dos de
las mujeres pioneras que comenzaron con la recolección de cartón en la ciudad.
"Yo antes de entrar a La Virgencita tiraba
currículum a todos lados y nadie me llamaba", contó Gise, que además reveló que
es egresada de la Escuela Normal Superior Dr. Nicolás Avellaneda.
"Al merendero llegué por mi suegra que
traía a sus hijas y en esa época pedían que cada niño sea acompañado por un
adulto. Ahí, se formó un grupo de madres y desde la coordinación empezaron a
armar distintos proyectos", recordó la joven.
"Con
ellas empezamos a recolectar cartón. Al principio salíamos por la noche en
bicicleta y con un canasto. Como era muy poco lo que juntábamos nos hicimos un
carro y eso nos cambió muchísimo. Lo que recolectábamos era vendido a distintos
acopiadores, no era mucho lo que juntábamos pero nunca nos dimos por vencidas",
afirmó.
Pantalla
nacional
La historia de Eva y Gise con su carro fue
tema de la colecta nacional de Caritas y eso le permitió conseguir fondos para
potenciar el proyecto. "Con la plata que nos dieron a nivel nacional se levantó
el primer galpón, compramos una prensa, un elevador eléctrico y una zorrita",
afirmó la cartonera.
Las nuevas condiciones de trabajo
permitieron avanzar en el tema y alcanzar otras metas como el comienzo del
prensado y acopio para vender el material sin intermediario. "Eso permitió
tener otro volumen de ganancias", apuntó.
Mientras tanto la conducción de Caritas, se
encargó de iniciar los trámites legales y administrativos para la creación de
la cooperativa de trabajo que significó un paso muy importante para el
fortalecimiento del trabajo colectivo.
"Para nosotros tener una cooperativa significó
un montón. De ser simples recolectoras a tener un edificio y máquinas nos
permitió poder cambiar de vida y por primera vez planificar pensando en el
futuro", indicó Gise.
"La mayoría de nosotros trabajábamos de los
que juntábamos o haciendo changas como limpiar casa sin nada seguro. Imagínate
pensar que tenemos un sueldo mensual y que te puedas organizar con tus gastos",
agregó.

Empatizar
Para Gisela lo más importante de la
cooperativa fue la relación que se generó con la gente. "Acá logramos empatizar
y no los tratarlos como un número más sino como personas más allá de lo que
generan", aseguró la joven. "Nos interesa
charlar con el recolector, que nos cuente qué le pasa o si están triste decirle
algo para levantar el ánimo. Ellos saben que acá tienen un vaso de jugo para el
verano o algo caliente para el invierno y disponible el baño porque pasan
muchas horas fuera de su casa", agregó.
Gisela reconoció que fue un largo camino
recorrido y que tuvieron momentos muy difíciles de llevar pero agradeció el
acompañamiento que tuvo por parte de los miembros de Cáritas. "Estoy muy
orgullosa de todo lo que he logrado tanto en lo personal como en mi trabajo.
Este orgullo se lo trasmito a mis tres hijos para que sepan que con esfuerzo se
puede alcanzar lo que uno quiere", finalizó.
"Para nosotros tener una cooperativa significó un montón. De ser simples recolectoras a tener un edificio y máquinas nos permitió poder cambiar de vida y por primera vez planificar pensando en el futuro"

"Motorcito"
Emilio Amé, integrante de Cáritas y uno de
los responsables de la puesta en marcha de la cooperativa, resaltó la
predisposición de Gisela para llevar las distintas actividades dentro del
espacio. "Es como un motorcito que funciona en todos lados. Cuando llegó la
máquina para enfardar ella se puso al
frente, también maneja el zanpimg y ahora
la nueva prensa con cinta", indicó Amé.
"La
Amarillita"
La máquina que se instaló este año tiene 18
metros de largo, dos cintas transportadoras de 5 y 6.5 metros respectivamente,
un elevador que eleva hasta 8.000 kilos por subida y una capacidad de 2.000
kilos por hora de prensado. "Es mucho más cómodo para trabajar porque lo podés
hacer de parado y es impresionante la cantidad de material que procesa en poco
tiempo. Lo que antes nos llevaba uno o dos días ahora lo hacemos casi en una
hora", explicó Gise.