Urgente: por alguna dosis de sensatez
Predomina lo ideológico por encima de la salud pública. Se acomoda el discurso a cómo vaya saliendo la cosa. Hasta que la realidad descoloca el relato y el ridículo queda al descubierto. ¿Habrá alguna dosis de sensatez para que se inoculen quienes tienen que tomar decisiones en esta materia?
Los episodios que tienen relación con las idas y vueltas de los funcionarios nacionales en torno a la consecución de la vacuna de Rusia contra el coronavirus han sido motivo de innumerables comentarios en todos los foros, al tiempo que solo pocas voces oficiales procuraron aclarar algunos aspectos que todavía continúan siendo muy oscuros.
Si no se tratase de un tema central para la vida de todos, desde hace un año amenazada por la pandemia, los sucesos que se vienen presentando podrían encuadrarse en el guion irónico de algún sainete criollo en el que las "metidas de pata", las confusiones y las contradicciones producirían hilarantes reacciones en cualquier espectador. Pero no. Se trata de las gestiones por traer la esperada vacuna que permita al menos atenuar los padecimientos de una población a la que se le brindaron cantos de sirena a través de filminas que elogiaban la seriedad supuesta de las políticas sanitarias, pero que a los pocos meses comprobó que se halla entre los países más afectados con decenas de miles de muertos.
En el caso de las vacunas ha ocurrido lo mismo. Desde la mesura de los primeros anuncios en los que se hablaba de acuerdos con prestigiosos laboratorios y Universidades se viró a la única posibilidad de la vacuna rusa, producto que no tiene aún publicaciones científicas que la avalen. Sin explicaciones. Sin argumentaciones. Con la sospecha cierta de que se está jugando un juego político y diplomático en el que predomina la ideología y no la intención de brindar la mejor prevención a la gente.
La vacuna de Rusia es posible que sea eficaz. Sin embargo, la duda existe. Y ha crecido con el tiempo. Por los silencios oficiales, por las aclaraciones provenientes incluso desde el mismísimo líder de ese país y por el tufillo a operaciones políticas y propagandísticas en las que caen gobiernos como el nuestro, aliándose con Moscú tan solo por la tirria evidente de algunos dirigentes oficialistas contra todo lo que pueda provenir de Estados Unidos o de Occidente en materia de vacuna.
Es decir, predomina lo ideológico por encima de la salud pública. Se acomoda el discurso a como vaya saliendo la cosa. Hasta que la realidad descoloca el relato y el ridículo queda al descubierto. El presidente Fernández no podrá ser el primero en vacunarse como lo anticipó en alguna de sus "clases" televisivas. No lo podrá hacer porque la vacuna rusa aún no está probada en mayores de 60 años. ¿Nadie se lo advirtió? Quizás ni siquiera se habían preocupado en el gobierno por conocer los alcances de las investigaciones.
Rusia tiene científicos de primer nivel. Pero un gobierno que concibe la acción solo con criterios propagandísticos y plantea cada tema con criterios epopéyicos sustentados en una visión del mundo dual y confrontativa. Por aquí, las cosas se parecen bastante. La seriedad del trabajo de aquellos no será atendida si el escepticismo cunde. Mientras tanto, de manera urgente, ¿habrá alguna dosis de sensatez para que se inoculen quienes tienen que tomar decisiones en esta materia?