Unasur: un fracaso anunciado
La crisis de la Unión de Naciones del Sur demuestra la incapacidad de los países de este continente para encontrar puntos en común pese a las diferencias y también la débil institucionalidad de algunos Estados.
Se ha concretado semanas atrás el anunciado retiro de la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú de la Unión de Naciones del Sur (Unasur), lo que podría demostrar que los esfuerzos de integración sudamericana han pasado a mejor vida. Mientras el Mercosur naufraga en sus propias contradicciones, el Alba es una entelequia destrozada por las ideologías extremas y la Alianza del Pacífico lucha por mantener su vigencia, la crisis de la Unasur demuestra la incapacidad de los países de este continente para encontrar puntos en común pese a las diferencias y también la débil institucionalidad de algunos Estados.
La decisión de los países citados de suspender su participación en la Unasur se debió a su "extrema disconformidad" ante lo que ocurre en el bloque. La fractura ocurrió después de que no lograra llegarse a un acuerdo sobre quién debería asumir la secretaría general del organismo subregional, que Bolivia ejerce temporalmente. El canciller chileno, Roberto Ampuero, fue vocero de la posición más dura. Declaró que al interior de Unasur hay "disputas feroces dentro de los funcionarios. No conduce a nada, no hay integración". Además, señaló, "no podemos estar lanzando ese dinero a una institución que no funciona", en alusión a los más de 800.000 dólares que hay que pagar por la membrecía.
Una década después de su lanzamiento estridente y en una época en la que los populismos parecían ser la panacea, la Unasur está a la deriva. Esto es producto, según los analistas, de la pérdida de sintonía ideológica entre los gobiernos y también de la costumbre sudamericana de no proveer a los consensos necesarios. Así también, acontecimientos políticos como los cambios de gobierno en Brasil o la profundización del autoritarismo en Venezuela socavaron la idea de unidad. Al mismo tiempo, la creación de la Alianza de Pacifico generó, como es de suponer, una fractura geopolítica en virtud de que los intereses de los países comenzaron a colocarse en distintas canastas.
Allá por 2009, luego de una cumbre realizada en Bariloche, desde esta columna se advirtió que la positiva idea de una asociación regional que otorgue fortaleza y presencia a Sudamérica en el contexto internacional podía encallar y terminar siendo destruida frente a las enormes diferencias políticas e ideológicas y al protagonismo verborrágico de algunos presidentes, así como por la multiplicidad de intereses encontrados que se evidenciaban. Casi 10 años después, aquel fracaso anunciado se ha verificado en la realidad.